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Lengua catalana
¿Qué hay detrás de frases como "el catalán es feo" o expresiones cargadas de odio al catalán en redes sociales? ¿Es una cuestión estética, cultural o puramente política? Estas son las preguntas que se hace una lingüista en un vídeo de YouTube que se ha hecho viral bajo el título “¿Por qué NO GUSTA el CATALÁN?”. Su objetivo no es otro que desmontar los prejuicios más repetidos sobre la lengua catalana y analizar si el odio a la lengua catalana tiene alguna base más allá de los titulares encendidos.
La protagonista del vídeo salió a la calle a preguntar a personas de Madrid y Castilla qué opinaban del catalán. El resultado sorprendió incluso a ella: lejos de encontrar un rechazo frontal, muchas respuestas fueron de lo más positivas. “Claro que me gusta”, respondía un joven madrileño. “Probablemente les guste más a ellos, pero me parece una lengua preciosa”, decía otro. Y una tercera entrevistada añadía: “Es una lengua romance, ¿cómo no me va a parecer bonita?”.
La reflexión que plantea el vídeo es clara: ¿el rechazo es realmente a la lengua o a la política lingüística? Las críticas más duras suelen vincularse a la imposición del catalán en determinados contextos, como la educación o la rotulación comercial. Es ahí donde muchos identifican el problema. Pero cuando se aísla la lengua de ese contexto político, desaparecen los argumentos que sustentan el odio al catalán.
En este sentido, el vídeo se convierte en un análisis sociolingüístico que desmonta mitos y desactiva prejuicios. El odio a la lengua catalana no se sostiene cuando se pregunta desde el respeto y la curiosidad. Más bien, se revela como una reacción política y no lingüística. “Decir que el catalán es feo no es una crítica lingüística, es una construcción ideológica”, explica la creadora del contenido, que además aporta datos sobre cómo se perciben las lenguas en función del contexto social y mediático.
En muchos casos, lo que se presenta como odio a la lengua catalana es, en realidad, una respuesta emocional a la sensación de que la imposición del catalán limita otras libertades. Esa percepción, avivada por discursos polarizados, se ha convertido en uno de los ejes de confrontación más frecuentes en redes sociales y debates mediáticos. Pero la experiencia directa, como demuestra el vídeo, dista mucho del discurso del enfrentamiento.
“Cuando preguntas sin cargar la pregunta, las respuestas son distintas”, afirma la autora. Y tiene razón: más allá de la ideología, la lengua catalana despierta interés, aprecio e incluso admiración. Lo que está en juego no es la belleza del idioma —decir que el catalán es feo es simplista—, sino cómo se ha instrumentalizado políticamente.
Este tipo de contenidos abren la puerta a conversaciones más profundas, lejos del titular incendiario. Y permiten, al mismo tiempo, detectar cuándo el odio al catalán se convierte en excusa para deslegitimar toda una cultura. La buena noticia es que, cuando se deja hablar a la gente sin prejuicios, los tópicos se diluyen.
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