Paleontología

Homo erectus, el hombre de las mil caras

Conquistó Asia, sobrevivió hasta hace 100.000 años e incluye individuos con rasgos muy arcaicos y otros que se acercan a los humanos más modernos. ¿Quién fue Homo erectus?

Comparativa, a escala, entre cráneos de Homo erectus, Homo ergaster, Homo georgicus y Homo sapiens.
Tres cráneos, a escala, de especies asociadas a Homo erectus (arriba), en los que se puede apreciar la gran variabilidad que presenta esta especie. A la izquierda tenemos Homo erectus en sentido estricto, la variedad asiática. En el centro vemos a Homo ergaster, la variedad africana, cuyo cráneo es menos alargado y más redondeado. A la derecha vemos el cráneo 5 de Homo georgicus, un individuo especialmente pequeño cuya capacidad craneal recuerda a versiones más arcaicas del género Homo. Como referencia, en la parte inferior representamos también a escala un cráneo moderno de Homo sapiens.Alberto ApariciEditor at Large / José Manuel Benito / Ichthyovenator / Doron

El ser humano nació en África y, desde allí, se extendió por todo el mundo. Lo hicieron nuestros antepasados directos, hace ahora unos 70.000 años. Lo hicieron otros Homo sapiens hace más de 100.000 años, pero su linaje se perdió, en algún punto entre entonces y nuestros días. Lo hizo Homo heidelbergensis hace unos 600.000 años, antes de dar lugar a los neandertales y los denisovanos. Pero antes que todos ellos lo había hecho Homo erectus, el pionero de la familia humana.

No lo hizo como lo haríamos hoy en día, claro. Lo suyo no fue “Hey, molaría ver lo que hay al otro lado de esas montañas”, sino más bien “Aquí ya hay demasiada gente, busquemos un sitio un poco más lejos”, o “Se nos van los animales, como no les sigamos nos vamos a morir de hambre”. A lo largo de los milenios, movimientos como éstos pueden cruzar continentes. Cada generación no estará muy lejos de donde estuvieron sus padres, pero pasados unos siglos quizá nadie recuerde de dónde habían salido inicialmente.

Homo erectus apareció en África, la patria ancestral de nuestra familia, hace unos dos millones de años. Por avatares de la historia los primeros restos que conocimos no fueron africanos, sino asiáticos: aparecieron en Indonesia, y después en China, y ésos fueron los que primero llamamos Homo erectus. Los especímenes africanos se descubrieron varias décadas después, y se les puso otro nombre: Homo ergaster, ante la posibilidad de que se tratara de especies diferentes. Hoy hay un amplio consenso en que erectus y ergaster representan dos poblaciones diferentes, una asiática y otra africana, pero de la misma especie.

Algunos de los yacimientos más importantes donde se han encontrado restos de humanos arcaicos. Marcadas con puntos de colores están las tres especies “de la esfera de Homo erectus”: la población asiática de Homo erectus en sentido estricto, Homo ergaster, en África, y Homo georgicus, en el Cáucaso. Los otros puntos nos muestran especies cercanas, pero diferentes: Homo habilis es probablemente el antepasado de estas poblaciones, y Homo floresiensis y Homo luzonensis son dos especies enanas que sobrevivieron en islas hasta tiempos bastante recientes. Ambas presentan rasgos comunes con Homo erectus y podrían ser descendientes de éste adaptadas a las condiciones insulares.
Algunos de los yacimientos más importantes donde se han encontrado restos de humanos arcaicos. Marcadas con puntos de colores están las tres especies “de la esfera de Homo erectus”: la población asiática de Homo erectus en sentido estricto, Homo ergaster, en África, y Homo georgicus, en el Cáucaso. Los otros puntos nos muestran especies cercanas, pero diferentes: Homo habilis es probablemente el antepasado de estas poblaciones, y Homo floresiensis y Homo luzonensis son dos especies enanas que sobrevivieron en islas hasta tiempos bastante recientes. Ambas presentan rasgos comunes con Homo erectus y podrían ser descendientes de éste adaptadas a las condiciones insulares.Natalia Nieto

El primer humano asiático

No sabemos cuándo exactamente empezó Homo erectus a salir de África, pero sí sabemos dos cosas: que no se demoró mucho y que es más que probable que lo hiciera en varias oleadas. Si Homo ergaster ya andaba por África hace dos millones de años, sólo un poco después, hace 1,7 millones, ya nos encontramos a Homo erectus en el sur de China. Los restos más antiguos que tenemos de Indonesia, donde se descubrió la especie, rondan el millón de años.

Las escalas de tiempo que necesitamos manejar para contar esta historia son imponentes, difíciles de imaginar: los 300.000 años que transcurren entre los primeros individuos africanos y los restos chinos más antiguos abarcarían toda la historia de Homo sapiens. Si volviéramos atrás en el tiempo un millón de años, que es lo que tardó Homo erectus en llegar de África a Indonesia, nos encontraríamos con los antepasados comunes de Homo sapiens y los neandertales. En definitiva: en el tiempo que Homo erectus empleó en viajar por el globo otras especies habían nacido, florecido y se habían extinguido. Esto nos da una medida de la fabulosa longevidad de este pionero de la prehistoria.

A la vez, estos números nos plantean inevitablemente una pregunta: ¿tiene sentido considerar a individuos separados por miles de kilómetros y cientos de miles de años como miembros de la misma especie? Los fósiles nos ofrecen “fotos fijas”: tenemos unas cuantas de ciertos humanos que vivieron en África en un momento dado, y otras tantas de otros humanos que vivieron en Asia en otro momento, quizá medio millón de años después. Se parecen, sí, pero no son idénticas: Homo ergaster suele tener el cráneo más delgado que Homo erectus, y a menudo también lo tiene menos alargado. ¿Son la misma especie, o lo que estamos viendo es dos especies diferentes pero cercanamente emparentadas?

Idealmente, para responder a esta pregunta necesitaríamos saber si las dos poblaciones estaban genéticamente conectadas, es decir, si había trasiego de individuos y genes entre la población africana y la asiática. Eso es difícil de establecer, dado que el registro fósil es caprichoso y sólo tenemos información sobre algunos lugares en algunos momentos, pero ciertas evidencias resultan sugerentes en ese sentido. Por ejemplo, tanto en Homo erectus como en Homo ergaster observamos que la capacidad craneal crece a medida que el tiempo pasa, desde cráneos pequeños en los individuos más antiguos a cráneos mucho mayores, ya cercanos a los de Homo sapiens, en los más modernos. ¿Significa esto que evolucionaron conjuntamente, comportándose por tanto como una única especie? Podría ser, pero también podría querer decir que ambas poblaciones se enfrentaron a los mismos problemas y encontraron soluciones similares, sin necesidad de relacionarse la una con la otra.

Los cráneos de Georgia

Para complicar todavía más el rompecabezas, el yacimiento de Dmanisi en Georgia nos ha proporcionado una serie de restos fascinantes que nos permiten imaginar cómo eran los primeros humanos que salieron de África. Estos restos, clasificados como Homo georgicus, tienen una antigüedad de más de 1,8 millones de años, y parecen similares a Homo erectus, aunque con cráneos algo pequeños. Esto último no es nada sorprendente, dado que se trata de individuos muy antiguos, de una época en la que los cerebros de Homo erectus y Homo ergaster aún no habían empezado a crecer. De forma natural, pues, se consideró que Homo georgicus representaba otra variante de Homo erectus, una especialmente primitiva que nos proporcionaba una instantánea de los primeros individuos que abandonaron África.

Pero Dmanisi aún no había dado todo lo que podía ofrecer. En 2005 un nuevo cráneo, el número 5 en su catálogo, fue descubierto en el yacimiento. Parecía de buena ley un nuevo cráneo de Homo georgicus, pero éste tenía una característica peculiar: era sensiblemente más pequeño que los demás. Su capacidad craneal lo colocaba de lleno dentro del rango de Homo habilis, el antepasado inmediato de Homo erectus, pero su antigüedad era la misma que la del resto de cráneos de Dmanisi.

¿Quién es pues Homo georgicus? ¿Se trata de una población de Homo erectus con cráneos especialmente pequeños, o es más bien una población de Homo habilis con algunas características más modernas? La pregunta quizá no sea tan relevante como parece: si la transición entre Homo habilis y Homo erectus fue gradual pudo haber poblaciones con rasgos intermedios, y tal vez una de ellas se aventuró fuera de África. Esta hipótesis se vuelve aún más sugerente con el descubrimiento en el año 2018 de herramientas de piedra en el yacimiento de Shangchen, en China, con una antigüedad de 2,1 millones de años. Anteriores, por tanto, a Homo erectus, lo cual situaría a Homo habilis, o a otra especie desconocida, como el primer humano que salió de África. Lamentablemente Shangchen aún no nos ha proporcionado restos humanos de esa antigüedad, así que sólo podemos especular sobre quién talló esas herramientas.

Entretanto, algunos investigadores argumentan que la diversidad de formas que encontramos en Homo erectus, Homo ergaster y Homo georgicus quizá no debería sorprendernos. Al fin y al cabo en cualquier especie, incluyendo los humanos modernos, encontramos individuos más altos, más bajos, más corpulentos o más esbeltos. Desde su punto de vista, las diferencias que vemos entre todas estas poblaciones se pueden entender como variación natural dentro de una población global de Homo erectus que va desarrollando poco a poco una capacidad craneal cada vez mayor. Y tienen un punto: la verdad es que si cuantificamos cómo de diferentes somos los humanos modernos entre nosotros obtenemos variaciones que no son tan distintas de las que observamos en las especies de la esfera de Homo erectus.

Esta gráfica muestra una comparativa de la variabilidad que observamos en Homo sapiens (puntos en la parte superior de la imagen, con áreas que representan las poblaciones de Australia, América y África), chimpancés (cuadrados rellenos), bonobos (cuadrados vacíos) y varios especímenes de humanos arcaicos. Entre éstos, los círculos con números representan individuos de Homo georgicus, los triángulos individuos de Homo habilis y Homo ergaster y el rombo un individuo de Homo erectus. El eje horizontal cuantifica si la cara es aplanada (valores positivos) o alargada (valores negativos), y el eje vertical cuantifica la capacidad craneal.
Esta gráfica muestra una comparativa de la variabilidad que observamos en Homo sapiens (puntos en la parte superior de la imagen, con áreas que representan las poblaciones de Australia, América y África), chimpancés (cuadrados rellenos), bonobos (cuadrados vacíos) y varios especímenes de humanos arcaicos. Entre éstos, los círculos con números representan individuos de Homo georgicus, los triángulos individuos de Homo habilis y Homo ergaster y el rombo un individuo de Homo erectus. El eje horizontal cuantifica si la cara es aplanada (valores positivos) o alargada (valores negativos), y el eje vertical cuantifica la capacidad craneal.larazonDavid Lordkipanidze et al.

El final de un linaje

Ajeno a las dificultades que su compleja vida familiar nos iba a causar, Homo erectus continuó viviendo en Asia durante varios cientos de miles de años. La llegada de Homo heidelbergensis y sus descendientes, los neandertales y los denisovanos, lo fueron desplazando del continente hasta que sólo le quedó un último reducto: las islas del sudeste asiático. En ellas sucedieron algunos episodios interesantes que aún no entendemos, como la aparición de dos especies enanas, Homo floresiensis y Homo luzonensis. Ambas podrían ser versiones de Homo erectus adaptadas a las condiciones de vida isleña, pero ahora mismo su origen y evolución siguen siendo cuestión de debate. Ambas desaparecieron hace menos de 100.000 años por motivos que todavía desconocemos, pero que podrían estar relacionados con la llegada de Homo sapiens a las islas.

El último bastión de Homo erectus fue la isla de Java, en la que hemos recuperado restos de hace sólo 110.000 años. El miembro más longevo de nuestra familia desapareció después de casi dos millones de años de historia. En ese tiempo conquistó África, Asia y posiblemente Europa, aprendió a usar el fuego y quizá fue el primer humano en producir arte. En el camino nos dejó tantas preguntas que tardaremos muchas vidas en darles respuesta. Cada vez que nos las planteamos no hacemos otra cosa que avanzar por el camino que él abrió para nosotros.

QUE NO TE LA CUELEN

  • La dispersión de los humanos fuera de África no ha sido la excepción, sino la norma. Cuanto más aprendemos más nos damos cuenta de que casi todas las especies de nuestra familia realizaron sus incursiones, más o menos afortunadas, fuera de nuestra tierra de origen.
  • Homo erectus, Homo ergaster y Homo georgicus son tres poblaciones que a veces se agrupan bajo el paraguas de “Homo erectus sensu lato” (en sentido amplio). Es asunto de debate si se trata de tres especies diferenciadas o de tres poblaciones dentro de una misma especie.
  • Homo erectus sobrevivió en Indonesia hasta hace poco más de 100.000 años, una época en que algunas poblaciones de Homo sapiens ya habían salido de África y los neandertales y denisovanos estaban totalmente asentados en Europa y Asia.

REFERENCIAS