Ciencia
Descubren un fósil parecido a una gamba con cinco ojos
Este fósil, llamado Kylinxia, podría ser clave para entender el origen de los artrópodos
Si debemos premiar a la especie animal que más ha poblado la tierra, no deberíamos pensar en humanos, sino en artrópodos. Este grupo de invertebrados constituye el 80% de las especies animales que pueblan la tierra, e incluyen a insectos, arácnidos, crustáceos y miriápodos. Da igual nuestro lugar de residencia, probablemente vivamos cerca de un gran número de artrópodos, que viven ignorantes a nosotros.
Pero que sean tan numerosos no quita que no escondan misterios. Nuestro conocimiento de su origen evolutivo sigue incompleto, y los científicos se ven desconcertados cuando descubren fósiles con formas y tamaños extraños. El antecesor más antiguo que se ha descubierto de los artrópodos es una especie de langosta de dos metros de longitud, que bien puede aparecer en nuestras pesadillas.
¿Cómo hemos llegado de artrópodos gigantes a las pequeñas criaturas que hoy vemos? Es una pregunta que se está respondiendo poco a poco. El último fósil que ha sido descubierto rellena un hueco importante en la evolución de estos animales, y tiene una forma bastante peculiar: se parece a una gamba con cinco ojos.
Explosión de posibilidades
El fósil, bautizado como Kylinxia, ha sido descubierto en la provincia de Yunnan, al sureste de China. En esa zona existe un yacimiento repleto de fósiles de un periodo histórico determinado: el periodo Cámbrico.
Este periodo sucedió hace aproximadamente quinientos millones de años. Durante varios millones de años, los organismos acuáticos empezaron a evolucionar, creando una gran variedad de adaptaciones y cambios para sobrevivir y volverse más fuertes. Fue en este escenario de constante cambio donde surgen los primeros artrópodos de la historia, un grupo tan exitoso que lograron conquistar los cielos y la tierra.
Se han encontrado cientos de fósiles de este periodo, y todos son diferentes. Cada especie animal del cámbrico evoluciona de formas diferentes creando animales extraños, como un gusano con una armadura de pinchos. Por este motivo, se conoce a este periodo como la explosión cámbrica. Una explosión de posibilidades diferentes de lo que podría haber sido la vida tal y como la conocemos.
Muchas de estas adaptaciones ya han desaparecido, y todos los animales actuales han evolucionado a partir de unas pocas variaciones. Si nos fijamos bien, notaremos que todos los animales actuales son simétricos, una señal de tener un antecesor común.
Uno de los primeros fósiles de artrópodos descubierto fue el Anomalocaris, una criatura similar a una langosta de dos metros de longitud. Hasta la fecha, es el fósil más antiguo que tiene el esqueleto externo y el torso fraccionado característico de los artrópodos, por lo que se considera un antecesor antiguo de los mismos.
Pero está claro que pasar de una langosta de dos metros hasta las gambas actuales no es un camino corto. Tuvo que haber diferentes predecesores, que muestren un cambio gradual de especies intermedias hasta adaptarse a lo que son hoy en día. Cada fósil cámbrico se investiga para rellenar este camino, comprobando la antigüedad del mismo y las adaptaciones que incluyen. Y un lapso importante de tiempo ha sido rellenado con el reciente descubrimiento del Kylinxia.
Una mezcla extraña
La palabra Kylinxia procede de Kylin, una criatura de la mitología china similar a una quimera, y es que la forma de este fósil es suficientemente extraña como para recibir esta denominación.
Su cuerpo es mucho más pequeño, de un tamaño similar a una gamba pequeña. Además, incluye el torso y patas articulados que recuerda a los artrópodos actuales. Pero tiene una gran diferencia: su cabeza tiene cinco ojos: dos a cada lado y un ojo central.
Esa combinación de cinco ojos no es nueva para los paleontólogos. Otro fósil cámbrico llamado Opabinia también tiene cinco ojos. Cuando su descubridor, el científico Harry Whittington, mostró su reconstrucción en una conferencia en los setenta, fue el hazmerreír de sus compañeros. Y es que nadie podía imaginarse que el Opabinia fuera una criatura similar a un cangrejo con una sola pinza y cinco ojos.
El Opabinia se considera un antecesor moderno de los artrópodos, pero quedaba un hueco entre el Anomalocaris y la Opabinia. Ese es el hueco que ocupa el Kylinxia: un fósil con el cuerpo del Anomalocaris, pero el tamaño y los cinco ojos del Opabinia. Previsiblemente, la evolución les haría perder ese quinto ojo para llegar al número par que tienen todos los artrópodos en la actualidad.
El Kylinxia es importante para describir esta evolución no solo por su posición en el tiempo, sino por su estado de conservación. En él se pueden distinguir incluso zonas blandas internas que normalmente se erosionan con el paso del tiempo, como los ojos, el tejido nervioso, o el digestivo. Posteriores estudios con este fósil nos pueden dar información única sobre cómo se formaron estos primeros órganos, algo imposible con la mayoría de fósiles cámbricos encontrados hasta la fecha.
No hay que subestimar la rareza de estos fósiles. Sus combinaciones pueden parecer azarosas y extrañas a nuestros ojos, pero son los primeros intentos de la naturaleza por encontrar organismos viables y complejos. Son los primeros borradores de la vida, guardados en un cajón al encontrar una combinación ganadora.
QUE NO TE LA CUELEN:
- No hemos usado en ningún momento el termino eslabón perdido, y es por una buena razón. Cuando se hablan de eslabones perdidos, se induce a pensar que la evolución surge a través de grandes saltos entre especies, como los eslabones de una cadena. Realmente la evolución comprende cambios muy sutiles y progresivos, con limites mucho más borrosos. El Anomalocaris, el Opabinia, o el Kylinxia, son fósiles que representan pasos concretos de una evolución de millones de años, pero se asemejan más a las fotos tomadas de un coche que circula, y no a los eslabones de una cadena.
REFERENCIAS:
✕
Accede a tu cuenta para comentar