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“Los Pájaros”, la película que despertó una fobia por los motivos equivocados

La ornitofobia es un miedo irracional a los pájaros, pero según cómo lo veas puede no ser tan “irracional”

Pajaros de Hitchcok
Pajaros de HitchcokLa RazónLa Razón

Hay gente con fobia a las alturas, las serpientes, las arañas e incluso las agujas. Sienten un miedo irracional que puede llegar a paralizarlos o despertar en ellos una crisis de ansiedad y aunque desde fuera pueda parecer algo exagerado, solemos respetarlo. Sin embargo, la fobia a los pájaros suena algo más absurda y tal vez por eso respetemos menos los límites con quienes la padecen.

Es posible que lo primero que venga a nuestra cabeza ante tal pregunta sean los fotogramas del famoso largometraje de Hitchcock, Los Pájaros, y en cierto modo es pertinente. Son muchos quienes utilizan esta película como argumento para justificar su ornitofobia. Un filme que en su momento fue aterrador, y que a pesar de no haber envejecido bien, sigue poniendo los pelos de punta a más de uno, pero ¿podría llegar a ocurrir?

Ficción y realidad

Estrenada en 1963 y basada en la novela de Daphne du Maurier, la película nos presenta las desventuras de Melanie Daniels (Tippi Herden). Melanie ha comprado un par de agapornis y pretende regalárselos a un hombre que conoció la víspera en una pajarería y de quien quedó prendada al instante, Mitch Brenner (Rod Taylor). Ella parte en busca de Mitch y le encuentra en Bodega Bay, donde una gaviota perpetrará el primer ataque, dejando a Melanie sangrando por la frente. Una vez se reencuentran los dos protagonistas, comienza un crescendo de agresiones aviares. Bandadas de gaviotas, cuervos y gorriones nos darán un nuevo motivo para temer a las plumas, aunque tal vez no el más adecuado.

Precisamente durante este año hemos visto titulares sobre gaviotas que, ante la menor disponibilidad de comida provocada por nuestro confinamiento, se han vuelto especialmente agresivas. Plaza Catalunya, en Barcelona, amaneció unos cuantos días repleta de cadáveres de palomas, ajusticiados por las hambrientas gaviotas. Otros lugares, como Yorkshire, han llegado a advertir a los lugareños acerca de la agresividad de estos pájaros, recomendando no llevar comida a la vista por la calle.

Y hay más, porque los animales que viven en grupo pueden llegar a mostrar un comportamiento llamado mobbing y que recuerda a lo visto en el filme. Consiste en acosar en masa a cualquier intruso potencialmente peligroso y las gaviotas son un buen ejemplo de ello. En cualquier caso, lo que presenta la película va un paso más allá, cayendo en la ficción. Los humanos no son estrictamente intrusos en este caso, al menos no fuera de una interpretación poética en la que el hombre coloniza la naturaleza y el cerebro de una gaviota no es capaz de hilar tan fino. Aunque esto no significa que debamos subestimar el cerebro de las aves.

Cría cuervos

Los córvidos compiten en inteligencia con algunos de nuestros parientes cercanos. No solo son capaces de imitar palabras las entienden de una forma rudimentaria y son capaces de resolver problemas. Juega y algunas especies incluso establecen relaciones sociales complejísimas. En cuanto a agresiones tampoco se quedan atrás. Aunque no suelen vivir en grandes bandadas, como las gaviotas que pueblan nuestros basureros, algunas especies de córvidos no dudan en atacar en solitario. Cuando llega la temporada de puesta, suelen volverse bastante territoriales para proteger a sus crías. La ciudad de Vancouver ha creado incluso un mapa indicando los lugares donde es más probable ser atacado por un cuervo, para así evitar la confrontación.

Algo parecido sucede con las urracas australianas, otro córvido de menor tamaño que, aunque también parece tener que ver con la territorialidad durante la época de cría, parece haberle encontrado el gusto a la actividad en sí misma. Su objetivo favorito son los ciclistas y han obligado a las poblaciones más afectadas a crear sistemas disuasorios, como cascos especiales llenos de largas cinchas de plástico, emulando a un flexible erizo de mar. Es estas situaciones tan extremas es relativamente frecuente que ocurran accidentes, pero no son mortales, como la dichosa película puede hacernos pensar.

Si tras todo esto queremos seguir investigando encontraremos muchos otros motivos para temer a las aves. Existen especies venenosas, como el pitohuí, hay algunas capaces de proyectar sus heces contra sus enemigos, como los pingüinos, e incluso otras con dagas de ocho centímetros por uñas, como el corpulento casuario, capaz de eviscerar a un ser humano de una sola patada. Hasta sus lenguas, llenas de unos dientes conocidos como tomías, pueden ser abono para nuestras pesadillas. A fin de cuentas, taxonómicamente las aves siguen siendo dinosaurios, avianos, pero dinosaurios. Así que, aunque no sean mortales, tal vez la fobia a los pájaros no sea tan irracional como solemos creer.

LA CLAVE:

  • Las fobias son, por definición, irracionales, pero eso no significa que el objeto de temor sea absolutamente inofensivo. Es razonable temer a las serpientes venenosas o a las grandes constrictoras y del mismo modo, es razonable temer a un avestruz de 120 kilos y más de dos metros de altura. La clave para hablar de fobia es que el temor sea persistente, excesivo y no razonable, empujando a quien lo sufre a conductas de evitación e interfiriendo con su bienestar.

REFERENCIAS (MLA):