Zoología
La música de las arañas: Una nueva forma de comunicarnos
Imagina transformar las telarañas en música y poder hablar con las arañas usando vibraciones, eso es lo que investiga este grupo de científicos
Es difícil ponerse en el lugar de otros seres vivos. ¿Cómo funcionarán sus cerebros? Tal vez podamos hacernos una vaga idea del tipo de cognición que tiene un león o un murciélago, pero ¿y un pez? La situación se vuelve algo más espinosa, pero todavía puede empeorar, porque ¿y si pensamos en los artrópodos? Ni siquiera tienen un cerebro propiamente dicho, sino ganglios, agregados de neuronas relativamente humildes en complejidad. Entonces, ¿cómo percibe el mundo una araña?
Eso es parte de lo que pretende descubrir el equipo de científicos encabezado por el doctor Markus Buehler, aunque de forma indirecta. Si bien no podemos transportarnos a la presunta conciencia de un arácnido, podemos tratar de entender su sistema de comunicación. Las arañas “hablan”, solo que, de forma tremendamente rudimentaria, sin sintaxis ni voz. Su vocabulario se fundamenta en una serie de vibraciones que transmiten a través de medios como sus telas o que percuten directamente sobre sus congéneres. Si pudiéramos comprender el significado de estas vibraciones y crear una suerte de diccionario araña-humano podríamos sumergirnos en su mundo de un modo completamente diferente y estudiar sus comportamientos desde una nueva perspectiva.
Antes del habla viene la música
Sin embargo, esta línea de investigación no es en la que más se está enfocando ahora mismo el equipo de Markus Buehler. Si bien ya han empezado desarrollar su diccionario (del que hablaremos más adelante) ahora mismo están embarcados en una aventura algo más artística. Su intención es, en parte, valerse del sentido del oído para comprender la estructura de las telarañas desde una nueva perspectiva, complementando lo que la vista nos cuenta. Por otro lado, han querido aprovechar esta idea para intentar traducir las telas en música. Lo cierto es que el proceso que hay de fondo no es nada nuevo. Su nombre es “sonificación” y hace décadas que lo usamos para presentar de forma sonora información que no lo es. El ejemplo más clásico es el típico contador Geiger que castañetea en función de la radiación que detecta en el medio. Una aplicación más sofisticada ha sido la de la científica invidente, Wanda Díaz Merced, que no solo convirtió en sonido los movimientos de dos estrellas que giraban una en torno a la otra (el sistema binario EX Hydrae), sino que acabó convirtiéndolo en música con la ayuda de Gerhard Sonnert.
De un modo análogo, lo que el equipo de Buehler ha hecho es: escanear con un láser la estructura de telas de araña como si hicieran varios cortes paralelos entre sí, obteniendo varias imágenes de dos dimensiones de cada tela. Posteriormente, estas fueron recompuestas por un programa informático, digitalizando así la estructura de la tela con un nivel de detalle casi microscópico. El siguiente paso fue buscar cómo transformar los patrones de esas estructuras en ritmos, melodías y armonías con la que poder componer algo parecido a música.
Y aquí es cuando viene la diferencia, porque en lugar de componer una pieza cerrada, los científicos han creado un instrumento similar a un harpa que sigue las mismas reglas y con el que han estado interpretando distintas piezas. De hecho, a todo esto, se suma un programa de realidad virtual interactivo donde el usuario puede visualizar las redes e interactuar con ellas para que emitan sonidos. Puede parecer baladí, pero gracias a esta comunión de vista y oído pueden detectarse detalles estructurales que en cualquier otro caso habrían permanecido ocultos.
El diccionario
De este modo, los investigadores están mejorando su conocimiento sobre las telas, lo cual puede ser un punto clave para comprender la forma en que las utilizan para comunicarse a través de vibraciones. En cuanto al diccionario que de ello podría derivarse, está todavía en una fase de desarrollo muy iniciática. Cuando los científicos observaron las vibraciones producidas en distintos contextos (cortejo, desafío, etc.) apenas pudieron ver diferencias en ellas, así pues, decidieron entrenar a una inteligencia artificial (IA) con la esperanza de que pudiera aprender a distinguirlas.
Por lo que explica el equipo, el intento fue un éxito. Tras alimentar a la IA con multitud de ejemplos, esta fue capaz de clasificar diferentes vibraciones de forma correcta, sabiendo deducir en qué contexto se habían producido. Esto ya permite, en cierto modo entender la lengua de las arañas, aunque todavía estemos lejos de poder “hablarla”. Si estas investigaciones siguen avanzando es posible que lleguemos a acercarnos a vislumbrar algo que no creíamos del todo posible: entender cómo es ser una araña.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Por supuesto, existen grandes diferencias para tener en cuenta. Por un lado, no estamos hablando de lenguaje propiamente dicho, sino de comunicación. Las arañas no parecen tener una gramática ni otra serie de características necesarias para hablar de lenguaje. Del mismo modo, aunque podamos acercarnos un poco a entender cómo comprenden el mundo en función de las limitaciones de su sistema de comunicación, seguiremos lejos de entender cómo es exactamente ser una araña, no obstante, cabe reseñarlo como un avance en esta dirección, aunque sea solo el primer paso de un viaje de mil millas.
REFERENCIAS (MLA):
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