Calor

¿Por qué sudamos?

Nuestro cuerpo tiene un mecanismo para evitar sobrecalentarse, pero no siempre funciona como debe

Una tenista en pleno partido con una camiseta donde se lee "good things come to those who sweat"
Sudar más cuando hace calor permite rendir mejor en el deportePeter MenzeCreative Commons

Como comprobamos cada vez más frecuentemente en verano, nuestro cuerpo no funciona bien cuando hace mucho calor. Si nuestra temperatura interna es mayor de 37ºC, nuestros órganos se pueden sobrecalentar y podemos sentir fatiga, dolor de cabeza, confusión o incluso náuseas y vómitos. Evitarlo requiere equilibrar la temperatura ambiente con el calor que produce nuestro metabolismo y el que perdemos al ambiente. Por fortuna, tenemos un mecanismo para hacerlo. En la piel, en el cerebro y en la médula espinal tenemos sensores que alertan al cerebro si la temperatura corporal es demasiado alta.

Cuando esto ocurre, necesitamos expulsar calor, y aquí es donde entra en juego el sudor. En una capa interna de la piel, la dermis, tenemos glándulas que lo producen, y, aunque se distribuyen por todo el cuerpo, se concentran más en la frente, las axilas, las palmas de las manos y las plantas de los pies. Cuando los sensores de temperatura detectan que hace demasiado calor y lo comunican al cerebro, este activa las glándulas sudoríparas, que comienzan a producir sudor y humedecen nuestra piel.

El sudor se compone principalmente de agua con algunas sales. Cuando el agua se evapora, despide calor al aire de alrededor, enfriando la sangre que pasa por debajo de la piel. La sangre sigue fluyendo y vuelve al resto de órganos, bajando nuestra temperatura corporal. Eso sí, es importante beber agua para restituir el líquido que perdemos cuando el sudor se evapora.

Con humedad sentimos más calor

Sin embargo, el mecanismo que regula nuestra temperatura no siempre funciona perfectamente. Por ejemplo, para que se evapore el sudor, el aire tiene que poder asumir el exceso de humedad, y en días secos esto no supone ningún problema. Sin embargo, si el aire contiene mucho vapor de agua hasta estar casi saturado, no puede aceptar más. Entonces, el sudor se evapora de manera más lenta, por eso en días húmedos tenemos sensación de más calor.

En otras ocasiones, ni siquiera nos hace falta calor para sudar. En el cuerpo hay dos tipos de glándulas sudoríparas, unas que desprenden sudor inodoro y otras que desprenden un sudor más denso y con más ácidos grasos, que se concentran sobre todo en las axilas y en la zona genital. Estas últimas se llaman glándulas sudoríparas apocrinas y son las que se activan en situaciones de estrés o tensión. El sudor apocrino, al entrar en contacto con las bacterias de la piel, produce el olor corporal.

La menopausia también puede causar sofocos que desencadenan la producción de sudor, así como el consumo de alcohol. El alcohol aumenta el ritmo cardíaco y dilata los vasos sanguíneos, dirigiendo la sangre hacia la superficie de la piel. Se produce una sensación momentánea de calor que también provoca sudor y, cuando este se evapora, disminuye la temperatura corporal.

Sudar sin tener calor

Pero también existe una afección, la hiperhidrosis, que produce sudoración sin que haga calor ni ninguna otra causa aparente. La ansiedad y la emoción pueden exacerbar el efecto, y se llega a producir un círculo vicioso en el que la incomodidad de sudar produce nervios y los nervios producen aún más sudor. Otros factores como la nicotina, la cafeína o ciertos olores también pueden contribuir a la sudoración.

Con todo, hay maneras de manejar el sudor para que regule la temperatura corporal de manera eficaz y controlarlo si es excesivo. Las personas que hacen deporte frecuentemente, sobre todo en condiciones calurosas, producen más sudor durante el ejercicio, necesitando menos esfuerzo para conseguir resultados mejores. De hecho, en el deporte de élite se contempla un periodo de aclimatación al calor previo a las olimpiadas, si se celebran en un lugar caluroso.

Del lado contrario, existen opciones para tratar la hiperhidrosis, que van desde el uso de antitranspirantes con aluminio o sales de aluminio, la inyección de Botox o incluso la cirugía. En el caso de la menopausia, estudios recientes indican que un entrenamiento controlado de ejercicio físico mejora la regulación de la temperatura.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Puesto que los antitranspirantes se utilizan en las axilas cerca de las mamas, algunas voces sugieren que el uso de este tipo de desodorante puede estar asociado al cáncer. Aunque algunas investigaciones indican que los compuestos de aluminio pueden tener efectos similares al estrógeno, no hay evidencia científica que confirme la asociación entre antitranspirantes y cáncer.

REFERENCIAS (MLA):