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El Hubble ha observa el primer “cómic astronómico” de una supernova

Recientemente, el telescopio espacial ha observado, en una misma imagen, tres momentos del estallido final de una estrella

Imagen captada por el telescopio Hubble que muestra las tres fases de la explosión de la supernova tras el cúmulo de galaxias ‘Abell 370’. Pueden observarse numeradas como 1, 2 y 3, consecutivamente, cada vez con colores más anaranjados, indicando un descenso de la temperatura
Imagen captada por el telescopio Hubble que muestra las tres fases de la explosión de la supernova tras el cúmulo de galaxias ‘Abell 370’. Pueden observarse numeradas como 1, 2 y 3, consecutivamente, cada vez con colores más anaranjados, indicando un descenso de la temperaturaSTScICreative Commons

El universo es un lugar extraño, mucho más de lo que solemos pensar. Sus rarezas no son solo los agujeros negros, o las nebulosas estelares, es la manera en que lo percibimos. Cuando hablamos de distancias tan descomunales, ocurren cosas poco intuitivas. El concepto de tiempo y espacio cambian y, de repente, lo imposible resulta que no lo era tanto. Ese podría ser un buen resumen de lo que significa el concepto de “cómic astronómico”. No es un término oficial, ni siquiera popular, pero nos hace imaginar viñetas que muestran distintos momentos de un mismo evento de forma secuencial. Ese es el tipo de cosas extrañas que nos guarda el Universo.

Es lo que acaban de observar la NASA y la ESA con el telescopio espacial Hubble: tres viñetas de los últimos momentos de una estrella. Y no hablamos de tres observaciones diferentes, sino una misma imagen, en un mismo momento, donde los tres instantes de la muerte estelar son observables a la vez. Tres puntos de luz con diferente color, en los primeros instantes de la supernova, a los 2 días y a los 8. Por si esto fuera poco, es la primera vez que observamos con tanto detalle una supernova durante sus momentos iniciales. Pero, para comprender cómo es posible este tebeo cósmico, antes tenemos que aclarar un par de conceptos.

Estrellas moribundas

De las muchas licencias poéticas que se toma la astronomía, hablar de la vida de las estrellas es, posiblemente, una de las más bellas. Decimos que nacen en las nebulosas estelares y que, tras una vida más o menos larga, acaban muriendo de diversas formas en función de su masa. Y, hablando de masa, es como comprenderemos la situación. Las estrellas son tan enormes que tienden a colapsar sobre sí mismas, debido a la fuerza de la gravedad, como una estructura demasiado pesada para alzarse lejos del suelo. No obstante, las estrellas existen, por lo que debe haber una fuerza que se oponga a este colapso, esa resistencia viene de la mano de las reacciones nucleares que ocurren en el interior de la estrella, a presiones y temperaturas elevadísimas. Estas generan una presión hacia fuera que compensa la gravedad.

Sin embargo, hay un momento en que se agotan estas reacciones nucleares porque ya no quedan elementos en el interior de la estrella que esta pueda fusionar. En ese momento, la presión cae y la gravedad comienza a vencer, la estrella colapsa rápidamente sobre sí misma y en función de su masa, emiten una gran cantidad de energía, como si se tratase de un desproporcionado estallido, desprendiendo un brillo mucho mayor de lo que solían emitir en vida. Eso es, simplificándolo mucho, lo que entendemos por una supernova. Los primeros momentos de la supernova son los más energéticos y eso significa que brilla en frecuencias de luz más altas, con colores azulados, como ocurre con los sopletes más potentes. A medida que se disipa, la luz se vuelve rojiza, como la parte más externa de una llama.

Un presente relativo

El segundo concepto que deberíamos comprender tiene que ver con la teoría de la relatividad. Concretamente, la idea de que la luz viaja a una velocidad finita y constante a través del vació. No importa que se desprenda de una fuente de luz inmóvil o de una que avanza hacia nosotros a miles de kilómetros por segundo, la luz que salga de ella viajará siempre a 300.000 kilómetros por segundo a través del vacío. Esto significa que, la luz que venga de un objeto a 1000 kilómetros de nosotros será una imagen 3 segundos en el pasado, cuando aquella luz salió de él. En la Tierra eso no nos preocupa, pero si estamos observando un objeto a 100.000.000.000.000.000.000.000 kilómetros de aquí, como se encuentra esta supernova en cuestión, supone que su luz lleva viajando 11.000 millones de años (por eso decimos que está a 11.000 millones de años luz).

Ahora bien, la luz no siempre sigue el camino más corto, la gravedad puede torcer su trayectoria y, en este caso, podemos ver cómo una nebulosa que se interpone entre nosotros y la supernova, ha desviado su luz en varias direcciones, de tal modo que la vemos por triplicado. Y aquí viene el giro final, porque cada una de esas imágenes ha seguido trayectorias distintas y, por lo tanto, ha tardado un tiempo ligeramente diferente en llegar a nosotros. Cada una nos muestra un momento distinto de la supernova, como si fueran tres viñetas de un tebeo.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Una nova es un evento espectacular, de esos que despiertan una curiosidad por el cosmos que no sabíamos que teníamos. Sin embargo, no es algo tan único en la vida como suele decirse. De hecho, para hacer evidente su frecuencia, podemos decir que suelen tener lugar unas 10 novas cada año. Cierto es que solo es visible a simple vista una cada 12 o 18 meses, pero sigue siendo una frecuencia bastante alta. Las realmente extrañas son las supernovas, mucho más energéticas. La última supernova visible a simple vista desde la tierra tuvo lugar en 1604, también conocida como la supernova de Kepler o la estrella de Kepler.

REFERENCIAS (MLA).