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Premio Fronteras del Conocimiento de Biología y Biomedicina a la IA que revolucionará los tratamientos farmacológicos

David Baker, Demis Hassabis y John Jumper han sido premiados por revolucionar el estudio y diseño de proteínas e impulsar el desarrollo de nuevos tratamientos contra múltiples enfermedades

La estructura predicha por una inteligencia artificial de dos moléculas de galectina-4 humana.
La estructura predicha por una inteligencia artificial de dos moléculas de galectina-4 humana.CIC bioGUNECreative Commons

Las proteínas son una gran familia de moléculas sin las que no podríamos imaginar la vida. Son los verbos de la bioquímica, aquellas que actúan, que transportan, cortan, unen y protegen. No es la definición más precisa, pero nos ayuda a hacernos una idea de la importancia que tienen. Su nombre lleva sonando desde que lo acuño el químico Jöns Jacob Berzelius en 1838, pero su definición es algo más opaca para el profano, algo así como: sustancias complejas compuestas en gran medida por nitrógeno y que podemos encontrar en todas las formas de vida. A medida que hemos descubierto más proteínas hemos ido domando a la química y revolucionando la industria, entre ellas, la farmacéutica. Sin embargo, hasta hace poco era frecuente que un investigador dedicara su vida entera a estudiar una proteína y, a pesar de ello, muriera sin haberla visto nunca, sin conocer su aspecto.

La estructura real de dos moléculas de galectina-4 humana.
La estructura real de dos moléculas de galectina-4 humana.CIC bioGUNECreative Commons

Puede parecer poco relevante. A fin de cuentas, si conoce sus funciones y su composición, el aspecto es lo de menos, un concepto muy humano que al mundo le tiene sin cuidado. No obstante, la realidad es muy diferente, porque la forma que adopte una proteína condicionará enormemente su aspecto, la manera en que se configuren sus átomos. Nada tiene que ver un avión de papel con un gurruño y, en este caso, ocurre lo mismo. Históricamente, para conocer la estructura de una proteína había que someterla a técnicas de cristalografía que, para comprender la problemática, podemos resumirlas diciendo que requieren grandes aceleradores de partículas que puedan bañar la muestra con fogonazos de rayos X. No es una técnica especialmente barata y disponible y esta limitación era un cuello de botella para la investigación. Por suerte, hace un par de años nació una herramienta de inteligencia artificial capaz de agilizar el proceso y, ahora, tres científicos han sido premiados por este hito con los premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA. Sus nombres son David Baker, Demis Hassabis y John Jumper.

La estructura predicha por una inteligencia artificial de dos moléculas de galectina-4 humana.
La estructura predicha por una inteligencia artificial de dos moléculas de galectina-4 humana.CIC bioGUNECreative Commons

La casa por los cimientos

Ya que hablamos de estructuras deberíamos empezar a construir la casa por los cimientos y eso implica explicar cómo se va doblando una proteína. Las proteínas están compuestas a su vez de unos bloques de construcción más pequeños, otras moléculas llamadas aminoácidos de las cuales contamos con cerca de una veintena. En un primer momento estos aminoácidos se unen unos a otros formando una larga cadena de bloques de construcción, como las cuentas de un collar. Es lo que se conoce como estructura primaria, la secuencia de aminoácidos que forman una proteína. Sin embargo, esto no se queda aquí. Algunas partes de la cadena empiezan a interactuar entre sí y a establecer uniones llamados enlaces de hidrógeno. Esto hace que la cadena se retuerce formando espirales llamadas hélices alfa y que produzca láminas beta, que podríamos imaginarlas como tiras de papel corrugado, doblado en zigzag. La proteína se está plegando en su estructura secundaria y adquiriendo gracias a ella más y más funciones.

David Baker es doctor en Bioquímica por la Universidad de California en Berkeley y, a sus 61 años investiga en el Instituto Médico Howard Hughes y en la Universidad de Washington, donde es catedrático y director del Instituto de Diseño de Proteínas. También es profesor asociado de Ciencias Genómicas, Bioingeniería, Ingeniería Química, Informática, y Física y ha cofundado 11 empresas y es director de Rosetta Commons.
David Baker es doctor en Bioquímica por la Universidad de California en Berkeley y, a sus 61 años investiga en el Instituto Médico Howard Hughes y en la Universidad de Washington, donde es catedrático y director del Instituto de Diseño de Proteínas. También es profesor asociado de Ciencias Genómicas, Bioingeniería, Ingeniería Química, Informática, y Física y ha cofundado 11 empresas y es director de Rosetta Commons.joseph.hudson@gmail.comCreative Commons

No obstante, hay un tercer paso en este trabajo de papiroflexia: la estructura terciaria. En ella, la cadena se dobla sobre sí misma adoptando formas complejísimas. Puede parecer un gurruño, pero no nos engañemos, no se ha enredado al azar, y ese es el problema. Su función depende de su estructura y, aunque sabemos que esa forma tridimensional que adquiere se debe directamente a cómo se ordenan las piezas que la componen (esos aminoácidos), no sabemos exactamente las reglas que siguen por ser complejísimas y tener una cantidad difícilmente abordable de interacciones entre sus “piezas”.

Demis Hassabis es graduado en Ciencias de la Computación por Cambridge y doctor en Ciencia Cognitiva por el University College de Londres, realizó su investigación postdoctoral en inteligencia artificial en el MIT, Harvard y el propio UCL. En 2010 cofundó la compañía DeepMind, que Google adquirió en 2014 de la que sigue siendo ejecutivo con 46 años así como fundador y CEO de Isomorphic Labs.
Demis Hassabis es graduado en Ciencias de la Computación por Cambridge y doctor en Ciencia Cognitiva por el University College de Londres, realizó su investigación postdoctoral en inteligencia artificial en el MIT, Harvard y el propio UCL. En 2010 cofundó la compañía DeepMind, que Google adquirió en 2014 de la que sigue siendo ejecutivo con 46 años así como fundador y CEO de Isomorphic Labs.Fundación BBVACreative Commons

AlphaFold2 y RoseTTAFold

Y, si el problema es que hay muchas reglas e infinidad de datos que no sabemos ni cómo gestionar, la inteligencia artificial puede ser la ayuda que estamos buscando. Así lo pensaron los tres galardonados y dieron a luz a AlphaFold2 y RoseTTAFold. Hassabis y Jumper fueron responsables de la primera, mientras que Baker lideró la segunda. Grosso modo, lo que hacen estas inteligencias artificiales es encontrar tendencias que nos permitan predecir cómo se doblarán secuencias concretas de aminoácidos. Al aplicar estas tendencias a proteínas ya conocidas, podemos comprobar cómo de acertadas son sus predicciones y, para contento de todos, alcanza una precisión inaudita. Esto significa que, probablemente, sus predicciones de cómo se plegará una proteína que no conocemos, también estarán en lo cierto.

John Jumper es el más joven de los tres, con solo 37 años. Se licenció en Ciencias en la Universidad Vanderbilt y dejó un doctorado en Física Teórica de la Materia Condensada en la Universidad de Cambridge para comenzar a trabajar en la simulación informática de proteínas en la firma D.E. Shaw Research. En 2017 se doctoró en Química Teórica en la Universidad de Chicago con una tesis en la que había aplicado técnicas de aprendizaje automático al estudio de la dinámica de las proteínas y dos meses después se incorporó a DeepMind, donde ahora es Senior Staff Research Scientist.
John Jumper es el más joven de los tres, con solo 37 años. Se licenció en Ciencias en la Universidad Vanderbilt y dejó un doctorado en Física Teórica de la Materia Condensada en la Universidad de Cambridge para comenzar a trabajar en la simulación informática de proteínas en la firma D.E. Shaw Research. En 2017 se doctoró en Química Teórica en la Universidad de Chicago con una tesis en la que había aplicado técnicas de aprendizaje automático al estudio de la dinámica de las proteínas y dos meses después se incorporó a DeepMind, donde ahora es Senior Staff Research Scientist.FundaciónBBVACreative Commons

Gracias a esto los investigadores no solo pueden conocer mejor sus objetos de estudio, sino que pueden aprovechar esta herramienta para diseñar nuevas proteínas capaces de tratar enfermedades. Dicho de otro modo, si buscamos una proteína capaz de unirse a un receptor para impedir la entrada de un virus concreto en nuestras células, en teoría podríamos saber qué estructura debe tener gracias a estos programas. El siguiente paso será hacerla realidad, pero tendremos los “planos”. Los premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA suelen anticiparse a los Premios Nobel por lo que no sería extraño que estos tres investigadores reciban el galardón sueco durante los próximos años.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Todavía es pronto para que estas herramientas sacudan a la industria, pero ya han permitido conocer la posible estructura de la práctica totalidad de proteínas identificadas. Esto abre las puertas a nuevas investigaciones y, por fin, permite que los investigadores le pongan “cara” a aquello que llevan años estudiando.

REFERENCIAS (MLA):