Futuro

Científicos de la Universidad de Bath señalan cómo serán los humanos del futuro

Más altos, con huesos más ligeros, cerebros más pequeños e importantes cambios en la personalidad.

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La pérdida de dientes y músculos en la mandíbula cambiará nuestro rostro.Designer/JSDesigner/JS

Los humanos somos el improbable y extraño resultado de 4.000 millones de años de evolución. Tenemos la huella de las moléculas de los mares del Arcaico, el rastro de peces sin ojos de las profundidades del Cámbrico y la impronta de aquellos pequeños mamíferos que huían de los dinosaurios. Es obvio que la evolución nos ha moldeado hasta llevarnos a lo que somos. Pero la pregunta que muchos expertos se hacen es hacia dónde nos llevará.

Empezamos con los cambios más sutiles pero inevitables. A lo largo de los últimos miles de años, nuestras mandíbulas y dientes se hicieron más pequeños explica un estudio publicado en Nature. Los primeros homínidos herbívoros tenían enormes muelas y mandíbulas para triturar vegetales fibrosos. Cuando pasamos a comer carne y luego a cocinar los alimentos, las mandíbulas y los dientes se encogieron. Así hasta llegar a la actualidad. Los alimentos procesados ​​modernos requieren incluso menos masticación, por lo que las mandíbulas seguirán encogiéndose y es probable que perdamos las muelas del juicio.

Esto cambiará nuestro rostro, ya que no solo perderemos algo de estructura ósea, también músculo que no necesitamos. Pero no solo ocurrirá en nuestro rostro, sino en todo nuestro cuerpo.

Los humanos también hemos reducido nuestros músculos en comparación con otros simios, especialmente en la parte superior del cuerpo. Es probable que esto continúe. Nuestros antepasados ​​tenían que matar antílopes y cavar raíces; más tarde, cultivaban y cosechaban en los campos. Los trabajos modernos requieren cada vez más trabajar con personas, palabras y códigos: requieren cerebro, no músculos. Incluso para los trabajadores manuales (agricultores, pescadores, leñadores), las máquinas como tractores, sistemas hidráulicos y motosierras ahora soportan gran parte del trabajo. A medida que la fuerza física se vuelve menos necesaria, nuestros músculos seguirán encogiéndose.

A esta pérdida muscular hay que sumarle lo que ocurrirá en nuestro esqueleto. “En los últimos 2 millones de años – explica Nicholas Longrich, paleontólogo de la Universidad de Bath-, nuestros esqueletos se volvieron más livianos, ya que dependíamos menos de la fuerza bruta y más de herramientas y armas. A medida que la agricultura nos obligó a establecernos, nuestras vidas se volvieron más sedentarias, por lo que nuestra densidad ósea disminuyó. A medida que pasamos más tiempo detrás de escritorios, teclados y volantes, es probable que estas tendencias continúen”.

¿Significa esto que seremos más delgados? No tan rápido. Un estudio publicado en Science señala que cada vez tenemos un peso corporal más elevado. Sedentarismo, mala alimentación… Algunos investigadores señalan como culpables el argumento tradicional de comer demasiado y hacer poco ejercicio, mientras que otros ofrecen explicaciones alternativas, incluido el papel de la genética y los virus que se han vinculado a la obesidad. La cuestión del exceso de peso y la obesidad se complica aún más, ya que muchos estudios han vinculado la obesidad con la pobreza, lo que contradice la asociación popular entre obesidad y riqueza. En pocas palabras: los alimentos más económicos, como la pasta o el arroz, se consumen más, mientras que los vegetales resultan en general más caros. ¿Conclusión? Nuestros huesos serán más ligeros, pero nuestro porcentaje de grasa aumentará… al igual que nuestra altura.

De acuerdo con Longrich pasaremos de una altura promedio de 1,65 para los humanos, a rozar los 1,85: “es probable que tanto la mayor esperanza de vida como las preferencias sexuales hagan que los humanos sean más altos. Hoy en día, las personas más altas del mundo se encuentran en Europa, lideradas por los Países Bajos. Allí, los hombres miden en promedio 183 cm y las mujeres 170 cm. Algún día, la mayoría de las personas podrían ser así de altas, o incluso más”.

Y, finalmente, la pregunta del millón: ¿qué pasará con nuestro cerebro? La realidad es que es contradictorio (al menos a simple vista) lo que ocurrirá: nuestro cerebro será más pequeño… pero seremos más inteligentes. “En los últimos 6 millones de años, el tamaño del cerebro de los homínidos se triplicó aproximadamente – concluye Longrich -, lo que sugiere una selección de cerebros grandes impulsada por el uso de herramientas, sociedades complejas y el lenguaje. Puede parecer inevitable que esta tendencia continúe, pero probablemente no sea así. Nuestros cerebros se están haciendo más pequeños”.

De acuerdo con los expertos, es posible que la grasa y las proteínas escasearan cuando pasamos a la agricultura, lo que hizo que fuera más costoso cultivar y mantener cerebros grandes. Los cerebros también son costosos en términos de energía: queman alrededor del 20% de nuestras calorías diarias. En las sociedades agrícolas con hambrunas frecuentes, un cerebro grande podría ser un lastre. Y, en este apartado, más grande no es siempre mejor: orcas y elefantes tienen un cerebro mucho más grande comparativamente y el cerebro de Einstein era más pequeño que el promedio.

“Lo que ocurrirá con nuestro cerebro – finaliza Longrich – es que se adaptará a nuestras necesidades. Perderemos ciertas habilidades (y conexiones) mientras mejoramos otras que serán más relevantes. Nuestras personalidades también evolucionarán. Seremos menos agresivos y se producirán cambios en nuestros patrones sociales, seremos más conformistas y nuestra salud mental será mejor. Esto puede ser bueno en el corto plazo, pero muchas de las grandes mentes de la historia tenían problemas de depresión (Darwin o Newton, por ejemplo) y puede que, en el camino, perdamos algunos genios”.