Salud
El demoledor estudio que pone en jaque al fármaco más usado para la calvicie: confirman el riesgo de suicidio
El popular tratamiento contra la calvicie, la finasterida, vuelve a estar en el punto de mira por su posible vínculo con la depresión y el suicidio, una relación que las autoridades estadounidenses tardaron años en advertir
La finasterida, un fármaco ampliamente utilizado para tratar la calvicie masculina y el agrandamiento de próstata, se encuentra ahora en el centro de un intenso debate sanitario. Una nueva y exhaustiva revisión de estudios ha establecido un vínculo entre su consumo y un aumento considerable del riesgo de sufrir trastornos del estado de ánimo, cuadros de depresión, ansiedad e incluso conductas suicidas. Este hallazgo arroja serias dudas sobre la seguridad de un medicamento consumido por millones de hombres en todo el mundo.
De hecho, la cuestión de los efectos psiquiátricos no es un asunto nuevo para las autoridades sanitarias. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), el organismo regulador norteamericano, ya añadió la depresión como posible efecto secundario en 2011. Sin embargo, no fue hasta 2022 cuando incluyó formalmente una advertencia sobre el riesgo de suicidio. Documentos internos de la propia agencia revelaron que sus expertos habían recomendado añadir esta alerta ya en 2010, pero la cúpula del organismo rechazó la propuesta inicial en aquel momento.
Por su parte, el laboratorio Merck, desarrollador original del fármaco, declaró en 2021 que las evidencias científicas disponibles no respaldan una relación causal entre la finasterida y el suicidio. Esta postura choca frontalmente con la del autor del reciente estudio, Mayer Brezis, quien atribuye el bajo número de casos reportados oficialmente a un fallo sistémico de la farmacovigilancia, sugiriendo que la verdadera incidencia del problema podría estar gravemente subestimada, de acuerdo con la información recogida por ScienceAlert.
Una acción hormonal con efectos secundarios imprevistos
Asimismo, el mecanismo de acción del medicamento ofrece pistas sobre estos graves efectos adversos. La finasterida no solo interfiere con el metabolismo de la testosterona, sino que también inhibe la producción de ciertos neuroesteroides que desempeñan un papel fundamental para regular el estado de ánimo. La situación se agrava al constatar que estos efectos secundarios psiquiátricos pueden persistir durante meses o incluso años después de abandonar el tratamiento, un cuadro clínico que ya se conoce como "síndrome post-finasterida".
Por todo ello, el estudio no solo alerta sobre los peligros de un fármaco concreto, sino que pone de manifiesto una posible debilidad en todo el sistema de control. Sus autores concluyen con una recomendación de gran envergadura: que la investigación continua sobre la seguridad de los medicamentos ya aprobados se convierta en un requisito legal obligatorio, garantizando así una supervisión constante de los fármacos para proteger de forma más eficaz la salud pública.