Espacio
Elon Musk lanza una remesa más de satélites y estos son sus dos peligros principales
La megaconstelación de Starlink ya cuenta con la mitad de sus 11627 satélites y no parece que vaya a frenar pronto
Hace un tres años, un modelo estadístico de la ESA calculó que, en torno a la Tierra, por aquel entonces orbitaban unos 5400 objetos de un metro de diámetro, 34000 que superaban los 10 centímetros de largo, 900000 de más de un centímetro y más de 130 millones por encima del milímetro de envergadura. Esta madrugada Elon Musk lanzará una nueva remesa de 23 satélites, que pueden parecer pocos, pero son casi un 0,5% de los que habíamos desplegado hasta el año 2021. La misión despegará a las 3:20 de la madrugada, si todo sale según lo previsto. Pero tras estas cifras se esconden otras mucho más preocupantes, los números totales de un proyecto faraónico, una megaconstelación de, como poco, 11627 satélites.
Ya en 2019 momento dijimos que, lo más preocupante de estas cifras, es la velocidad a la que crecen, sobre todo si pensamos en la fiebre de los satélites que estamos viviendo. En aquel momento había unos 2500 satélites activos (y otros 3500 que ya computan como basura). 1700 de ellos eran satélites Starlink de Elon Musk. Pues bien, ahora el número de Starlink ha subido a más de 6010. Poco más de la mitad de los que Musk quiere lanzar. Eso significa que ahora mismo hay más del doble de Starlink que el número total de satélites activos en 2019. Pero… ¿a qué peligros nos referimos? Porque no hablamos de espionaje ni conspiraciones, sino de algo mucho más material e indirecto.
Mucho que controlar
Por amplios que sean los alrededores de nuestro planeta, todas estas piezas orbitando suponen cierto peligro, porque, inevitablemente, terminan frenando su velocidad, cambiando su trayectoria y aumentando la probabilidad de que colisionen entre sí. Todo esto puede suponer un problema incluso con los fragmentos más pequeños, como esos 130 millones de apenas un milímetro.
De hecho, el satélite Copernicus Sentinel-1A sufrió una disminución de su potencia por la colisión de una partícula de basura espacial de tan solo 5 milímetros. Y es cierto que se están tomando las medidas adecuadas y que la órbita de los satélites de Musk es relativamente baja, porque ellos son los primeros interesados en evitar una colisión, pero el peligro, existir, existe.
Metralla involuntaria
Recordemos que, en 2021, Rusia disparó un misil contra uno de sus antiguos satélites para deshacerse de él, pero los fragmentos de la explosión se dirigieron hacia la Estación Espacial Internacional. Aquella detonación del Kosmos 1408, que así se llamaba, estuvo afectando a la Estación Espacial Internacional durante semanas, obligándola a esquivar basura espacial.
Hablamos de partículas viajando a más de 27.000 kilómetros por hora que, por pequeñas que fueran, podían poner en riesgo a la estación y a los astronautas mientras hacían paseos espaciales. Pero aquello fue solo un caso especialmente mediático de una larga lista de desastres.
El síndrome de Kessler
La historia ya es vieja. En 2007 China hizo lo propio con otro de sus misiles y sus restos siguen poniendo en peligro a algunos satélites. En 2009, una nave rusa chocó con una estadounidense y la lista de accidentes sigue. Para ponerlo en números y comprender el problema, las colisiones se han duplicado desde principio de siglo, habiendo de media unas 11 anuales.
Uno de los motivos de este aumento es el efecto dominó que se produce donde, cuando dos objetos impactan, liberan multitud de fragmentos más pequeños, haciendo que cada uno tenga más posibilidades de cruzarse con otro objeto. La reacción en cadena fragmenta los objetos grandes, multiplicando el número de partículas de basura y, por lo tanto, el de colisiones. Esta reacción en cadena se retroalimenta y recibe el nombre de cascada de ablación o, más popularmente, síndrome de Kessler.
Un futuro complicado
Cuantos más satélites pongamos en órbita más probabilidades habrá de que colisionen y, cuanto más colisionen, más fragmentos habrá en órbita. Estamos ante una verdadera ratonera, y la solución no puede pasar por dejar incomunicada a la humanidad. en realidad, el peligro de colisión es solo uno de los muchos que puede haber. Estos satélites ya están dando problemas a los astrónomos, alterando sus lecturas e interponiéndose entre sus telescopios y su cielo nocturno.
Puede parecer un capricho, pero recordemos que ahí afuera hay objetos astronómicos potencialmente peligrosos que, si se dirigen a nosotros, querremos detectar cuanto antes: meteoroides, asteroides, cometas… ¿Cuánto estamos dispuestos a arriesgar a cambio de un nuevo sistema de comunicación? Nadie plantea que volvamos a las señales de humo, pero entre aquellas nubes grises y estos bramantes nubarrones hay todo un cielo a explorar.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Aunque Starlink vaya a proporcionar cobertura de primera calidad a zonas del planeta hasta ahora incomunicadas, hemos de recordar que estamos ante un servicio de pago que, por ahora, está muy lejos de ser asequible para los bolsillos de quienes viven en esas zonas incomunicadas. ¿Será por lo tanto un servicio para turistas? “Quién se beneficia” es una cuestión ineludible si queremos preguntarnos “cuánto nos perjudica”.
REFERENCIAS (MLA):
- Starlink 7-19 (2024) Lanzamientos Espaciales. Available at: https://lanzamientosespaciales.com/calendario/falcon-9-b5-starlink-7-16/ (Accessed: 18 Mar 2024).
- “NASA Procedural Requirements For Limiting Orbital Debris And Evaluating The Meteoroid And Orbital Debris Environments”. NASA, 2021, https://www.orbitaldebris.jsc.nasa.gov/library/npr_8715_006b_.pdf.
- “Space Debris”. ESA, 2021, https://www.esa.int/Safety_Security/Space_Debris.
- Kessler, Donald J., and Burton G. Cour-Palais. “Collision Frequency Of Artificial Satellites: The Creation Of A Debris Belt”. Journal Of Geophysical Research, vol 83, no. A6, 1978, p. 2637. American Geophysical Union (AGU), https://doi.org/10.1029/ja083ia06p02637. Accessed 3 Dec 2021.
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