Investigación
Un estudio revela un vínculo genético entre neandertales y madrugadores
La conexión descubierta proporciona una nueva perspectiva sobre cómo la herencia de nuestros antepasados continúa influyendo en nuestras vidas
Mediante un estudio se ha descubierto una conexión entre ciertos genes heredados de los neandertales y la propensión de algunas personas a madrugar en la actualidad. Este hallazgo no solo despierta la curiosidad científica, sino que también plantea preguntas sobre la adaptación evolutiva y la supervivencia en la historia de la humanidad.
La investigación propuso la teoría de que ciertos genes neandertales podrían haber dejado un legado genético que persiste en los humanos modernos, específicamente relacionado con el hábito de madrugar. El estudio, basado en un análisis de 246 genes vinculados a los ritmos circadianos, reveló la existencia de variantes genéticas específicas heredadas de los neandertales. Estas variantes, identificadas mediante el uso de herramientas de inteligencia artificial, están asociadas con la propensión a madrugar, según datos del UK Biobank, una extensa base de datos genética.
Los neandertales, que habitaron Eurasia durante aproximadamente 400.000 años antes de la llegada de los Homo sapiens hace unos 70.000 años, se adaptaron a las variaciones en la duración de los días y las noches en latitudes más alejadas del ecuador. Este contexto histórico y geográfico sugiere que los genes neandertales podrían haber desempeñado un papel crucial en la adaptación de los sapiens a cambios similares.
El encuentro entre neandertales y sapiens dejó un legado genético significativo, y aunque a lo largo del tiempo los sapiens pueden haber eliminado genes neandertales que no proporcionaban beneficios evolutivos, las variantes que favorecían el madrugar persisten. Se especula que estas variantes podrían haber contribuido a la supervivencia y la adaptación de los sapiens a entornos con días más largos en verano y más cortos en invierno.
Este estudio no solo profundiza en la relación entre los genes neandertales y la propensión a madrugar en los humanos modernos, sino que también sugiere una adaptación evolutiva que ha influido en nuestros hábitos de sueño a lo largo de la historia.
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