Astronomía
Un físico de partículas explica por qué 3I/ATLAS es un antes y un después en la historia de la humanidad
El cometa interestelar 3I/ATLAS, que acaba de cruzar Marte y fue captado por los rovers desde la superficie del planeta rojo, marca un punto de inflexión en nuestra relación con el cosmos
Durante siglos, los cometas fueron presagios de catástrofes. Hoy, alguno se atreve a sugerir que pueden venir de otra civilización. 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar confirmado que atraviesa nuestro sistema solar, ha despertado un interés global que por sus peculiaridades ha dado lugar a más incógnitas que certezas. Detectado el 1 de julio de 2025 por el sistema de observación ATLAS, su paso cerca de Marte ha permitido por primera vez obtener imágenes de un visitante de otro sistema estelar vistas desde la superficie de otro planeta.
En una entrevista reciente con la BBC, el físico y divulgador británico Brian Cox reflexionó sobre la magnitud de este acontecimiento: “Se está hablando mucho sobre este extraordinario cometa llamado 3I/Atlas, que está atravesando el sistema solar. A medida que avanza, vamos descubriendo más y más cosas sobre él. En este momento está pasando por Marte. Me parece maravilloso que tengamos fotografías de los rovers en la superficie de Marte”.
Las imágenes, difundidas por la Agencia Espacial Europea y NASA a comienzos de octubre, muestran un tenue punto luminoso sobre el horizonte marciano: un objeto de otro sistema solar, visible desde otro mundo. Cox insistía en lo que esto significa: “Es una fotografía tomada por un robot en la superficie de Marte que miró al cielo y vio eso, que ahora sabemos que es algo de otro sistema solar”.
El cometa, oficialmente designado 3I/ATLAS, recorre una órbita hiperbólica que lo llevará a abandonar el sistema solar para no regresar jamás. Según la ESA, su velocidad supera los 60 kilómetros por segundo, y su núcleo, de entre 0,3 y 5 kilómetros de diámetro, muestra una actividad inusual: emite agua y compuestos volátiles incluso a grandes distancias del Sol, lo que sugiere una estructura química distinta a la de los cometas locales.
Estudios preliminares apuntan a que este fragmento se formó hace unos 7.500 millones de años, antes de que existieran la Tierra o el propio Sol. “Ha estado viajando por la Vía Láctea”, explicó Cox, “y lo extraordinario es que, en realidad, forma parte del recorrido”. La frase resume su fascinación: un cuerpo que nació en otra estrella, cruzando casualmente nuestro cielo, mientras la humanidad lo observa desde dos planetas distintos.
El pasado 3 de octubre, 3I/ATLAS pasó a unos 30 millones de kilómetros de Marte. Los instrumentos de las misiones ExoMars TGO y Mars Express captaron su tenue cola de polvo. Pero el gran impacto simbólico vino de los rovers que, con sus cámaras apuntadas al firmamento, registraron el paso del cometa desde la superficie marciana.
El antes y el después de 3I/ATLAS
“Hace solo 400 años discutíamos si la Tierra giraba alrededor del Sol”, recordó Cox en la entrevista. “Ahora hemos enviado naves espaciales a los planetas que Kepler y otros veían moverse en el cielo". La comparación es demoledora: en apenas cuatro siglos, la humanidad ha pasado de debatir la esfericidad del planeta a observar, con precisión científica, un objeto formado antes de nuestro propio sistema solar.
Para el físico británico, ese cambio representa algo más que un progreso técnico: es una redefinición de nuestra escala en el universo. “En unos 400 años tomaremos fotografías de cometas interestelares desde la superficie de otros planetas”, predijo con entusiasmo. “Para mí, eso es algo extraordinario.”
Los datos obtenidos por la ESA y el observatorio Vera Rubin en Chile indican que 3I/ATLAS es también el objeto interestelar más grande jamás observado: su núcleo podría superar los 11 kilómetros de ancho. En su cola, los científicos han detectado moléculas de agua y dióxido de carbono, lo que sugiere que procede de una región helada en los confines de un sistema estelar extinto.
Estos fragmentos, expulsados por la gravedad de sus estrellas madre, viajan durante miles de millones de años hasta cruzarse con otros soles. Cada uno es una cápsula del tiempo que conserva la composición primitiva de su lugar de origen. “Nos permite asomarnos a cómo eran los sistemas planetarios antes de que existiera el nuestro”, apuntan investigadores del Planetary Science Institute.
El perihelio, su punto más cercano al Sol, tendrá lugar el 30 de octubre de 2025, a unos 210 millones de kilómetros. Después, 3I/ATLAS seguirá su viaje hacia la oscuridad galáctica. Pero su legado permanecerá. Ahora, por el resplandor del sol, no se puede visualizar, pero a partir de diciembre se podrá investigar más sobre el cometa.
Brian Cox lo resume con una mezcla de asombro y humildad: “Hace solo cuatrocientos o quinientos años, discutíamos si la Tierra giraba alrededor del Sol… Ahora tomamos fotografías de cometas interestelares desde la superficie de Marte”.