Astronomía

3I/ATLAS cumple con al menos 5 de 7 criterios para ser considerado una tecnología alienígena

Las variables que determinan la diferencia entre un cometa y una nave son muy claras. ¿Cuáles cumple este visitante interestelar?

Imagen del cometa interestelar 3I/ATLAS captada por la Cámara de Campo Amplio del Telescopio Espacial Hubble el 21 de julio de 2025. La barra de escala indica segundos de arco, medida angular en el cielo; las flechas señalan norte y este. La luz captada corresponde a longitudes de onda visibles.
Imagen del cometa interestelar 3I/ATLAS captada por la Cámara de Campo Amplio del Telescopio Espacial Hubble el 21 de julio de 2025. La barra de escala indica segundos de arco, medida angular en el cielo; las flechas señalan norte y este. La luz captada corresponde a longitudes de onda visibles.Wikipedia CommonsWikipedia Commons

La llegada de un visitante de otro sistema solar es sin duda una de las noticias científicas más importantes de los últimos tiempos. Pero si a eso le sumamos que es el objeto más rápido (más de 200.000 km/h), que es notablemente mayor que los dos visitantes previos y que es más antiguo que nuestro sistema solar, las sorpresas ya crean muchas especulaciones.

De acuerdo con un ensayo publicado por Sara Webb, del Centro de Astrofísica y Supercomputación, Universidad Tecnológica de Swinburne, establece las características que debe cumplir un objeto para considerarse que pueda ser una tecnología alienígena. Los parámetros incluyen los siguientes:

1) Trayectoria no explicable solo por fuerzas gravitatorias, es decir, aceleraciones no gravitacionales claras.

2) Brillo o emisión interna que no se explique por reflexión solar ni actividad cometaria conocida (por ejemplo, emitir luz propia).

3) Comportamiento no consistente con cometas típicos: falta de coma intensa, falta de cola, anomalías en la desgasificación.

4) Variaciones de brillo, actitud o maniobras que sugieran control deliberado.

5) Materiales o espectros extraños, no coincidentes con lo que esperaríamos en cuerpos naturales (metales poco comunes, líneas espectrales no cometarias).

6) Durabilidad/resistencia extrema frente a episodios que destruirían un cometa normal (por ejemplo, resistir pasos cercanos al Sol sin fragmentarse).

7) Consistencia con una hipótesis tecnofísica: que esas anomalías se puedan integrar en un escenario donde el objeto funcione como una sonda o artefacto.

¿Cuáles de estos criterios se cumplen, parcial o completamente? Vamos por partes. Si nos limitamos al comportamiento anómalo frente a cometas típicos, 3I/ATLAS muestra una trayectoria algo extraña, como mínimo. Su “ruta” tiene una inclinación de ~175° respecto al plano de la eclíptica (el plano en el que orbitan los planetas). Eso significa que va en una órbita retrógrada (circula en dirección opuesta a la mayoría de los planetas), y que su inclinación está a unos 5° de desalineación en la otra dirección. Esto significa que, si 3I/ATLAS viniera del sistema solar, su inclinación sería perfectamente normal, pero al venir de otro sistema estelar, esa alineación tan cercana al plano de los planetas resulta curiosa, aunque no imposible.

En cuanto a la emisión interna o el brillo no explicable solo por reflexión o polvo, Avi Loeb, experto en astrofísica de Harvard, ha argumentado que parte del brillo observado podría provenir del núcleo mismo, más allá del efecto de polvo y reflejo solar. En un ensayo, Loeb señala que la nube de CO₂ es tan prominente que el polvo residual puede no explicar todo el brillo. En otras palabras: el núcleo podría estar contribuyendo de forma activa al brillo, una característica que podría alinearse con expectativas de un objeto más “activo” que un cometa pasivo.

La falta de aceleración no gravitacional significativa también es otro de los factores que señalan los expertos para diferenciar ambas opciones. Respecto a esto, Loeb ha modelado los datos de trayectoria para hallar que no hay indicios claros de desviaciones importantes del movimiento gravitacional puro. Esa ausencia de efecto “cohete” pronunciado implica que, si hay empujes provenientes de gas/polvo, el objeto debe ser lo bastante masivo para amortiguarlos visiblemente. Esa combinación (actividad + poca desviación) es un punto que favorece hipótesis más exóticas dentro del margen de lo aceptable.

Luego tenemos las anomalías espectrales o los materiales poco comunes. En la coma de 3I/ATLAS se ha detectado níquel elevado y una abundancia de CO₂ que supera lo habitual en cometas del sistema solar. Según un estudio realizado a partir de imágenes del telescopio espacial James Webb, se ha medido una relación CO₂/H₂O ≈ 8.0 ± 1.0, un valor entre los más altos jamás observado.

Además, el observatorio SPHEREx detectó una coma extensa de CO₂ que alcanza al menos 348.000 km. Estos rasgos atípicos añaden más argumentos en favor de ser un objeto menos “normal” en comparación con cometas comunes. Estos indicios permiten pensar que la composición química no es típica y que podría albergar materiales o ices que no muestran un comportamiento estándar.

Finalmente, tenemos el apartado de resistencia o durabilidad. Aquí hay que destacar que tener una edad mayor que la de nuestro sistema solar juega a su favor, pero habrá que ver cómo resiste su paso por las cercanías del Sol. Respecto a los criterios restantes, se necesita más información para confirmar o descartar cualquier respuesta.

Una nota para terminar. La mayoría de estas conclusiones corresponden a estudios realizados por Avi Loeb que, si bien han sido publicados, no han sido revisados por pares. Es importante que nos hagamos preguntas, pero también debemos hacerlo con espíritu crítico, sin dejarnos guiar por nuestras “ganas” de confirmar una hipótesis.