Tecnología

Han llegado los peces ciborg

Un nuevo estudio ha logrado cultivar electrodos en el cerebro de peces cebra

Gota del mismo gel que inyectaron en el cerebro de los peces cebra para cultivar electrodos.
Gota del mismo gel que inyectaron en el cerebro de los peces cebra para cultivar electrodos. Thor BalkhedScience

Antes de 1960 no existía la palabra “cíborg”. No había una forma sencilla de referirse a los seres vivos con elementos cibernéticos integrados en su cuerpo. A decir verdad, tampoco era necesario tener una palabra para algo que no sucedía en el día a día. De hecho, no surgió por una necesidad social, sino por la ciencia ficción. Manfred E. Clynes y Nathan S. Kline lo acuñaron para referirse a humanos capaces de vivir en el espacio gracias a la tecnología que habían implantado en su organismo. Ahora, parece que la palabra podría abandonar el ambiente de la ficción de una vez por todas. Porque puede que sigamos lejos de tener cíborgs como los del cine, pero ya estamos un paso más cerca de que todo esto cambie.

Según cómo definamos la palabra “cíborg” podemos pensar que una persona con un marcapasos o una prótesis de última generación es un cíborg. A fin de cuentas, es un organismo cibernético. No obstante, todos intuimos que hay alguna diferencia con lo que cuentan los libros de ciencia ficción. Un verdadero cíborg de esos que pueblan nuestra imaginación ha de tener su parte tecnológica perfectamente integrada en su cuerpo. Y, aunque un cíborg puede haber surgido por motivos médicos, para tratar alguna enfermedad, también puede haber aparecido como una mejora, el intento de dotar a un ser humano de algunas habilidades más de las que tiene. Lo curioso es que, en uno de los estudios más recientes de esta disciplina, los cíborgs estudiados no son humanos. Ni siquiera ratas. Son peces y sanguijuelas capaces de cultivar electrodos en su propio cerebro.

Peces de ficción

Hace poco, la revista Science publicó una investigación que habían llevado a cabo tres universidades suecas (Linköping, Lund y Gotemburgo).En él habían desarrollado un material que adquiere propiedades conductoras cuando está en un tejido orgánico. Un gel que fuera del cuerpo no tiene gran interés, pero que, cuando lo inyectamos, desencadena una serie de cambios que lo convierten en un gran conductor de la electricidad, permitiéndonos registrar la actividad de un cerebro, por ejemplo, o estimular un corazón que no late como debería. Bueno, en realidad, por sí solo este gel no puede registrar ni estimular nada, pero permitiría que conectáramos dispositivos a estos electrodos gelatinosos para aprovechar esta habilidad y, entonces sí, estimular o registrar información relevante.

El estudio ha tenido lugar en dos animales bien distintos. Diferentes a nosotros y diferentes entre ellos. Los investigadores experimentaron con peces cebra y sanguijuelas. Los peces cebra son uno de los animales más utilizados en laboratorios de todo el mundo. Son el modelo animal más frecuentemente usado cunado hablamos de peces, del mismo modo que en mamíferos son los roedores y con las aves son los diamantes mandarín. En el caso de estos peces, la investigación consistió en cultivar electrodos en el cerebro, el corazón y la aleta caudal de varios peces cebra.

Un gel casi mágico

Estos electrodos no serían más que hilos conductores de la electricidad. Pero, si hasta ahora había que introducir hilos relativamente rígidos en el cerebro de los animales, en este estudio bastaría con inyectar una fina línea de este gel. Las moléculas del tejido empezarían a transformar esta sustancia viscosa en algo sólido que, en principio, sería mucho menos agresivo para el cuerpo que los electrodos tradicionales, por así decirlo.

En el caso de las sanguijuelas el procedimiento fue muy parecido e inyectaron el gel alrededor de determinadas partes de su sistema nervioso. Junto con estos estudios en animales, durante la investigación probaron a hacer lo propio encarne de animales muertos, como ternera, cerdo o pollo e incluso llegaron a inyectar este gel en algunas piezas de tofu. El resultado fue el esperado, el gel se solidificaba, permitiendo una buena adaptación a los tejidos.

¿Capricho o beneficio?

Seria necio pasar por alto las muchas aplicaciones que podría tener esta tecnología. Hasta ahora, los electrodos se hacen de materiales metálicos y, aunque cada vez son más delgados y menos agresivos, siguen sin ser perfectos. Por ejemplo, sabemos que, a medio y largo plazo, las zonas donde ha habido un electrodo suelen cicatrizarse y las células cerebrales de esta parte dejan de conducir bien la electricidad. Esta tecnología, si sigue cosechando éxitos, podría ser clave para el desarrollo de prótesis que conecten nuestro cerebro con máquinas, que den soporte a corazones enfermos, que devuelvan el control de miembros paralizados y, en general, que mejores sustancialmente la vida de muchos pacientes.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Cuando se publica un estudio innovador es importante que entendamos el contexto. Por lo general suele ser innovador porque son los primeros del mundo en estudiar tal tema y, por fascinante que sea el concepto, eso significa que todavía harán falta más estudios que comprueben estos resultados.

REFERENCIAS (MLA):

  • Vidal Valero, M. (2023) Electrodes build themselves inside the bodies of live fish, Nature News. Nature Publishing Group. Available at: https://www.nature.com/articles/d41586-023-00544-w (Accessed: February 27, 2023).
  • Xenofon Strakosas, et al. Metabolite-induced in vivo fabrication of substrate-free organicbioelectronics Science https://www.science.org/doi/10.1126/science.adc9998?adobe_mc=MCMID%3D86936328331183105520900605958794686417%7CMCORGID%3D242B6472541199F70A4C98A6%2540AdobeOrg%7CTS%3D1677229999