Medioambiente

El inesperado cómplice de la contaminación: así es la 'nieve marina' que arrastra los plásticos al abismo

Una insospechada 'cinta transportadora' biológica está llevando el plástico desde la superficie hasta el fondo del mar, un viaje de más de un siglo que podría alterar la capacidad del océano para regular el clima del planeta,

Avalanchas submarinas arrastran masas de microplásticos a gran profundidad
Avalanchas submarinas arrastran masas de microplásticos a gran profundidad

El problema de los plásticos en los océanos del mundo se ha convertido en una herencia con una inercia temible. Incluso si la humanidad lograra detener de golpe todos los vertidos al mar, las consecuencias de décadas de contaminación se prolongarían durante más de un siglo. Los estudios más recientes calculan que, cien años después de que un objeto llegue al agua, cerca de un 10 % de su material original podría seguir flotando en la superficie, perpetuando un legado imborrable de contaminación.

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De hecho, esta cascada incesante de microplásticos se alimenta del pasado. Los grandes objetos que fueron arrojados al mar hace décadas continúan su inexorable proceso de degradación, liberando constantemente nuevos y diminutos fragmentos que se suman a los millones que ya navegan a la deriva por las corrientes de todo el planeta.

Este fenómeno ayuda a su vez a resolver una cuestión que ha desconcertado a la comunidad científica durante años: el misterio del «plástico perdido». Una parte considerable de estos residuos, que no se localizaban en la superficie, no ha desaparecido. Tal y como informa el medio ScienceAlert, ha sido transportada hacia las profundidades del océano a través de un mecanismo completamente natural que funciona como una cinta transportadora hacia el abismo.

El inesperado viaje de los plásticos al lecho marino

La clave de este hundimiento masivo reside en un proceso biológico. Los microplásticos, debido a sus características, se adhieren con una enorme facilidad a unas partículas orgánicas conocidas como «nieve marina». Estas aglomeraciones de materia en descomposición, de naturaleza pegajosa, se hunden de forma natural hacia el fondo oceánico, arrastrando consigo los fragmentos plásticos en un viaje sin retorno.

Por otro lado, este ciclo no es ninguna anomalía, sino el mismo que el océano emplea para transportar nutrientes y carbono desde las capas superficiales hasta las zonas más profundas, un sistema vital para la salud del planeta. La interferencia de millones de partículas sintéticas en este delicado equilibrio podría llegar a alterar el almacenamiento de carbono del océano, con potenciales repercusiones en la regulación del clima a escala global.