Biología

La naturaleza prefiere las cosas enormes o diminutas y no sabemos por qué

Un nuevo estudio ha analizado el tamaño de una gran cantidad de especies y parece que la mayor parte de la biomasa terrestre se encuentra en tamaños extremos

Elefante asiático en un bosque y con mucho Photoshop
Elefante asiático en un bosque y con mucho Photoshop SasintPixabay

Decían Protágoras que el hombre es la medida de todas las cosas y, aunque estaba equivocado, su frase suena con cierta verdad, porque no podemos negar que nos gusta tomarnos como referencia de todo. Es grande aquello que es mayor que nosotros y pequeño lo que superamos, por ejemplo y, en cierto modo, es porque vivimos en nuestra propia escala. Nos rodeamos de objetos hechos a nuestra medida, preparados para humanos. Nuestros animales de compañía son “manejables” y, ya sean pequeños o grandes, no ocupan extremos en el árbol de la vida. Nadie tiene una ballena o una bacteria como mascotas. Así que aquí vivimos, sin prestar demasiada atención al abanico de la realidad que cae fuera de nuestra burbuja.

Por eso nos resulta tan complejo estimar determinadas cosas. Por ejemplo, es posible que hayas escuchado aquello de que la mayor parte de la biomasa del mundo la forman las plantas y los insectos y, en cierto modo es verdad, pero no es exactamente cierto. Un nuevo estudio ha revelado que, si tenemos en cuenta el peso sumado de distintos conjuntos de formas de vida, predominarían los microorganismos, muy por encima de los insectos y, junto a ellos, los árboles, no las plantas en general, sino los árboles. De repente, la vida se presenta como dos extremos de tamaño, el de lo diminuto y el de lo descomunal, dos reinos entre los que se extiende un páramo de lo mediocre, mucho menos frecuente y en el que, en cierto modo, estamos nosotros. Nuestra escala ya no es la escala de la vida, no somos la medida de todas las cosas ni mucho menos, somos una anécdota en la inmensidad de la biosfera.

Si, pero…

Todo esto es cierto, aunque tal vez nos hayamos apresurado mucho con esas últimas afirmaciones. En parte son correctas, no estamos en esos extremos de tamaño que destacan por su contribución a la biomasa. Sin embargo, tampoco estamos especialmente cerca del punto medio entre lo microscópico y lo titánico. En todo caso, estaríamos más cerca de ese límite superior y podríamos considerarnos parte de ese conjunto de seres grandes que pueblan la Tierra. Todo depende de dónde pongamos los límites y de lo que queramos estudiar (o compensar). Posiblemente estemos ante el primer estudio realmente exhaustivo en esta línea de investigación y esta extraña tendencia pone sobre la mesa preguntas para las que todavía no tenemos respuestas. Por ejemplo: ¿por qué esta extraña preferencia a los extremos?

En teoría, lo esperable sería que las formas de vida se distribuyeran de manera más o menos equitativa entre los distintos tamaños posibles. Más que nada porque no conocemos factores que puedan inclinar la balanza por unas escalas sobre otras. ¿Qué está ocurriendo, por lo tanto? ¿Qué detalle se nos está escapando? De hecho, el estudio revela otro detalle inquietante, porque parece que esta tendencia a los extremos se presenta también entre otros grupos de seres vivos y, lo que es más, parece que las especies con mayor tamaño se apelotonan en torno a una especie de límite, una medida máxima sobre la que no encontramos otras formas de vida. Allí encontramos mamíferos marinos, árboles, hongos gigantes, etc.

Especulemos

Podríamos bosquejar infinidad de hipótesis sobre por qué estos extremos de tamaño representan tanta biomasa de la vida, pero todo ello sería especular. Hay demasiadas explicaciones posibles y pocos datos que nos hagan decidir entre ellas. ¿Podría deberse a una cuestión de eficiencia energética? Podría ser. Y, en parte, puede que lo aclaremos si hacemos estudios similares donde, en lugar de relacionar el tamaño con la biomasa lo hacemos con el número de individuos de cada especie y, por otro lado, con la cantidad de especies en cada rango de tamaños. En el artículo sugieren que existen ciertos límites al tamaño de los organismos y, en parte, así es.

Es difícil imaginar algo mucho menor que un microbio. Y, al otro extremo, hay que reconocer que estructuralmente es complejo alcanzar tamaños equivalentes a los de una secuoya, como para encima superarlos. En este sentido, es lógico que, de la infinidad de tamaños posibles, se apelotonen en torno a los extremos, porque son incapaces de transgredir esos límites haciéndose más grandes o pequeños. A esta cuestión se suman otras como que, al parecer, esta tendencia a los extremos es más acusada en los organismos terrestres que en los marinos. Habrá que estudiar otros aspectos de esta distribución de tamaños y, posiblemente, en el camino descubriremos aspectos inesperados sobre nuestra propia naturaleza.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • La biomasa es una manera interesante de estudiar cómo se distribuye la vida en función de los recursos, cuánto consume cada especie. No es perfecta, pero es orientativa. Porque, de ese modo, podemos más o menos establecer una conversión entre miles de millones de hormigas y un hipopótamo. Sin embargo, no lo es todo, y es interesante analizar esta distribución de tamaño desde otras perspectivas.

REFERENCIAS (MLA):

  • The sizes of life PLoS ONE 10.1371/journal.pone.0283020