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Egipto

Ni OVNI ni pseudociencias: el superradar chino desvela el verdadero secreto de la Gran Pirámide

Dos gigantescas burbujas de plasma, una sobre la Gran Pirámide de Guiza y otra sobre el Pacífico, han sido detectadas por primera vez por un radar chino, desvelando una seria amenaza para las comunicaciones por satélite

Pirámides de Guiza Dreamstime

El gigante asiático ha puesto en marcha un ambicioso proyecto con el que busca anticiparse al caos. Pekín trabaja en el desarrollo de una red global de radares de gran alcance, una infraestructura diseñada para crear un escudo de alerta temprana que proteja las infraestructuras críticas del mundo moderno frente a una amenaza tan invisible como potencialmente devastadora.

De hecho, el peligro no proviene de un ataque militar, sino de la propia atmósfera. Se trata de las llamadas burbujas de plasma, unas enormes perturbaciones en la ionosfera que, aunque son imperceptibles para el ojo humano, suponen un riesgo para las comunicaciones. Estas regiones, con una densidad de partículas cargadas anormalmente baja, pueden provocar fallos graves en los sistemas de posicionamiento global (GPS) y en las transmisiones por satélite, con consecuencias que van desde la navegación aérea hasta las operaciones financieras. Este tipo de fenómenos están directamente relacionados con la actividad de nuestra estrella, donde recientemente los científicos han encontrado una misteriosa barrera en el Sol que añade más complejidad a su estudio.

En este sentido, la amenaza se materializó a principios del pasado noviembre. Entre los días 4 y 6 de 2023, en plena tormenta solar, se detectó una de estas gigantescas burbujas justo sobre la Gran Pirámide de Guiza. Casi al mismo tiempo, una perturbación idéntica apareció a miles de kilómetros de distancia, encima de las Islas Midway, en el Pacífico, un suceso que, como informa el medio South China Morning Post, pone de manifiesto la escala de estos fenómenos.

LARID: el ojo chino que vigila la ionosfera

Asimismo, el artífice de este descubrimiento no es otro que el radar LARID, un avanzado sistema de detección ubicado en la isla china de Hainan. Esta tecnología de vanguardia es capaz de monitorizar la ionosfera en tiempo real, con un alcance superior a 9.600 kilómetros que le permite observar la formación y evolución de estas anomalías. Gracias a su potencia, los científicos pueden analizar su tamaño y la velocidad a la que se mueven, obteniendo datos cruciales para predecir posibles interrupciones. Estas herramientas de vanguardia son cruciales no solo para la protección civil, sino también para la investigación fundamental que busca descubrir nuevas leyes de la física a través del estudio de nuestro entorno.

Por otro lado, su funcionamiento se apoya en un complejo sistema de ondas de alta frecuencia, entre 8 y 22 megahercios, que rebotan entre la Tierra y la ionosfera para trazar un mapa del estado del cielo. Es precisamente la baja resolución inherente a esta técnica la que descarta por completo su aplicación con fines militares, como la detección de barcos o aeronaves, confirmando así que su propósito es exclusivamente científico y de protección civil.