Oncología

La vacuna contra la COVID-19, un aliado inesperado contra tumores

Los resultados de un nuevo estudio señalan que podría potenciar la inmunoterapia y alargar la vida de pacientes con cáncer.

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El equipo de la Universidad de Florida responsable del avanceUF/John HartUF/John Hart

En un giro inesperado que une dos de las batallas médicas más importantes del siglo, un nuevo estudio revela que las vacunas de ARNm contra la COVID-19 podrían tener un poderoso "efecto espectador" contra el cáncer. De acuerdo con los resultados, publicado en Nature, los pacientes con cáncer de pulmón o piel avanzado que recibieron la vacuna poco antes o después de comenzar la inmunoterapia vivieron significativamente más que aquellos que no se vacunaron.

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El hallazgo no solo ofrece una nueva esperanza para los pacientes, sino que marca un hito crucial en el largo camino hacia una anhelada vacuna universal contra el cáncer. La investigación, realizada conjuntamente por la Universidad de Florida y el Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas, analizó los registros de más de 1.000 pacientes y los resultados fueron muy claros.

Aquellos pacientes con cáncer de pulmón que habían sido vacunados dentro de los 100 días antes o después de empezar la inmunoterapia tuvieron una supervivencia media de 37,3 meses, frente a los 20,6 meses de los no vacunados. Casi el doble de tiempo.

Por su parte, los que sufrían melanoma (cáncer de piel), vieron cómo su supervivencia aumentó de 26,7 meses a un rango de 30 a 40 meses, y el efecto podría ser aún mayor, ya que algunos seguían vivos cuando se recogieron los datos. Es importante destacar que este beneficio solo se observó con las vacunas de ARNm. Las vacunas tradicionales contra la neumonía o la gripe no mostraron ningún cambio en la longevidad.

Y ahora la pregunta: ¿Qué tiene una vacuna diseñada para un virus que ayuda a combatir el cáncer? La respuesta no está en el objetivo, sino en el método. Elias Sayour, oncólogo pediátrico y coautor principal del estudio, lo explica con una analogía: "Cuando se administra una vacuna de ARNm, actúa como una bengala que empieza a mover todas estas células inmunitarias de áreas malas, como el tumor, a áreas buenas, como los ganglios linfáticos".

En esencia, la vacuna no ataca directamente al cáncer. En su lugar, "reactiva" o "reinicia" todo el sistema inmunológico, poniéndolo en un estado de alta alerta, como si estuviera combatiendo una infección viral. Este estado de alerta general potencia luego los efectos de la inmunoterapia, que son los fármacos diseñados específicamente para “soltar los frenos” del sistema inmunológico y permitirle reconocer y destruir las células cancerosas. Es un 2x1 terapéutico: la vacuna despierta al sistema inmunológico y la inmunoterapia le indica exactamente dónde golpear.

Este hallazgo no es una simple casualidad. Es la culminación de más de una década de investigación con terapias de ARNm para el cáncer. De hecho, los responsables de la Universidad de Florida habían descubierto que una vacuna experimental de ARNm "inespecífica" (no dirigida a un virus o proteína concreta) podía potenciar la inmunoterapia en ratones.

Fue esta investigación la que llevó a Adam Grippin, líder del estudio, a plantearse una pregunta crucial: ¿Podría la vacuna COVID-19, que utiliza la misma tecnología, actuar como esa vacuna "inespecífica" en humanos? Este análisis confirmó su hipótesis.

"Las implicaciones son extraordinarias y esto podría revolucionar todo el campo de la atención oncológica - añade Sayour -. Podríamos diseñar una vacuna aún mejor para movilizar y restablecer la respuesta inmunitaria, de una manera que podría ser esencialmente una vacuna universal contra el cáncer, lista para usar, para todos los pacientes oncológicos."

Si bien los resultados son extraordinariamente prometedores, los investigadores son cautos. Este fue un estudio observacional (analizó datos existentes), no un ensayo clínico controlado. La asociación es fuerte, pero ahora debe probarse la causalidad.

El siguiente paso, ya en marcha, es realizar un gran ensayo clínico aleatorizado que confirmará definitivamente si el efecto es real y medible. Para los pacientes con cánceres avanzados que han agotado otras opciones como la quimioterapia o la radioterapia, este enfoque podría ofrecer el bien más preciado: más tiempo.

“Si esto puede duplicar lo que estamos logrando actualmente, o incluso incrementalmente, aunque sea en un 5% o un 10%, eso significa mucho para esos pacientes – concluye Sayour -. Especialmente si esto se puede aprovechar para diferentes cánceres y diferentes pacientes”.

El legado de las vacunas de ARNm, nacido de la urgencia de una pandemia, está demostrando ser un regalo que sigue abriendo puertas inesperadas en la batalla eterna contra el cáncer.