Victoria de Bildu-Batasuna

No se me ha borrado aún de la cabeza la vergüenza provocada por la apisonadora de Pedro Sánchez, eliminando algunos vestigios asesinos de ETA ni mutado el rojo de mi cara a causa de la rabia por aquel acto ignominioso para las víctimas y para los españoles de bien. El presidente del Gobierno en su política propagandística quiso lavar su conciencia por haberse echado en manos de Bildu e incumplido su compromiso preelectoral. Su fingida solidaridad con los muertos y familias pretendía tapar las concesiones pactadas en materia de traslados de presos y la transferencia de competencias penitenciarias al Gobierno vasco.

De paso se erigía en instrumento de blanqueo de los proetarras, a pesar de que la banda terrorista, los presos referidos y la coalición batasunera siguen sin condenar la violencia, ni colaborar con la Justicia para esclarecer 300 asesinatos que no han podido ser sentenciados. Como tampoco estaban allí las armas que podían aclararlos. A pesar de sus aviesas intenciones, no logró el éxito perseguido y el evento quedó bastante desangelado, porque brillaron más las ausencias. Pese a estar invitados, ninguno de los anteriores presidentes que combatieron a ETA –Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy– asistió. Aunque por razones bien diferentes, ni siquiera los ministros de su Gobierno de Podemos tuvieron la deferencia de acompañarle.

Por faltar, hasta faltó la bandera de España, al menos no la percibí en las imágenes trasmitidas. Eso que el acontecimiento se celebró en la explanada del Colegio de Guardias Jóvenes Duque de Ahumada de la Guardia Civil. Sánchez consiguió ocupar las portadas de los periódicos y los espacios de las radios y las televisiones, aunque desconozco si con consecuencias positivas. Lo cierto es que Bildu-Batasuna ganaron. Así es la vida.