Amamantando la vida

De la leche materna al inicio de la alimentación complementaria, ¿cuántas veces debe comer un bebé?

Los padres y madres se enfrentan a muchas dudas en este periodo que suelen tener fácil solución

El inicio de la alimentación complementaria es un periodo en donde los padres se enfrentan a un sinfín de dudas, no siempre resueltas. Estar dentro de algunos grupos de “wasap” de madres y padres me ofrece la posibilidad de sacar jugosa información que constata la preocupación de algunos que admiten ir un poco perdidos. Hacen preguntas que nos pueden parecer de Perogrullo como: “¿No sé cuándo debo darle agua?” o “¿debo darle cena?”

Los padres se enfrentan a una importante variación de recomendaciones, que no solo provienen del sector sanitario, sino también del entorno (familia, amigos), de los medios de comunicación o de internet un gran proveedor de información en donde la industria de preparados de alimentos para bebés ha encontrado la gallina de los huevos de oro, para recomendar a los padres y promocionar sus productos. En definitiva, un abanico de posibilidades que mantienen el debate abierto.

El término de introducción de alimentación complementaria hace referencia a “completar” la leche materna o en su defecto leche de fórmula, es decir, otros alimentos van a complementar, a partir de los seis meses, a la leche, no ha de sustituirla. La leche debe mantenerse como parte fundamental de su dieta, más o menos hasta el año de edad. De este modo, los nuevos alimentos serán introducidos de forma gradual hasta que el niño o niña adquiera la dieta propia del adulto. Para ello deberíamos tener en consideración algunos aspectos tanto cuantitativos como cualitativos en cuanto a las necesidades nutricionales del bebé, y en este punto es necesario realizar una valoración individual de cada niño o niña.

Y es aquí cuando entra la parte cuantitativa de la alimentación. Es fundamental, considerar, que no todos los bebés comen igual, y la cantidad de veces que ofreceremos otros alimentos distintos a la leche, dependen de varios factores. Al igual que los adultos algunos bebés comen más cantidad que otros, también depende de la forma que se introduzcan los alimentos (triturados o a trozos).

Por ejemplo, si los padres deciden practicar el “baby led weaning” (alimentación dirigida por el bebé), posiblemente el bebé coma menos cantidad que si los alimentos son triturados. Emplees el método que emplees es importante respetar el apetito del bebé, prestando atención a sus señales de hambre y saciedad, porque tan solo él sabe cuándo tiene hambre y cuando se siente saciado. No debemos forzar a que coma, siendo frecuente que rechace al principio aquellos alimentos que le son nuevos, que no ha probado nunca, y necesite experimentar más veces para acostumbrarse a su sabor o textura. Presionar para que el niño o la niña coma, no conduce a nada, dificulta que disfrute de la experiencia, convirtiendo el momento de alimentarse en un castigo.

La preocupación de los padres sobre si toma suficiente cantidad de alimento es también algo frecuente. Mi recomendación, es dejar al bebé que actúe como cuando tomaba solo pecho, es decir déjalo que sea quién decida la cantidad, los padres deciden que debe de comer, y el bebé determina la cantidad, y por lo tanto comerá en arreglo al hambre que tenga. Sobre este aspecto, es importante destacar, que al principio puede que sólo acepte unas pocas cucharadas o trocitos de comida, mientras que a otros se les debe frenar. Cada niño o niña es diferente y tiene sus tiempos.

El inicio de la alimentación complementaria, tiene como función principal que el bebé practique, experimente y conozca nuevos sabores y texturas de alimentos, más que nutrirlo, por lo que es recomendable ofrecerle más a menudo para despertar su interés, mientras que, al comilón, con ofrecerle una comida principal y una comida ligera va a ser suficiente hasta los 9 meses, momento que se le pueden incluir dos comidas y dos colaciones (comidas ligeras).

Probar nuevos alimentos es una gran aventura que, a pesar de no requerir de un orden determinado a la hora de introducirlos, los padres siguen preguntando por qué alimentos deben empezar. En este aspecto resaltaría que lo importante es adaptar la alimentación familiar a las características de cada niño o niña, porque lo esencial es que el bebé aprenda a comer y adquiera una serie de hábitos de alimentación saludables de por vida.

No hay alimentos mejores que otros para iniciarse en el mundo de la alimentación, aunque lo que sí recomiendan los expertos como idea general, es empezar por los más ricos en zinc y hierro, sin retrasar la introducción de alimentos potencialmente alérgicos (huevo, pescado, frutos secos, algunas frutas), que pueden ser introducidos desde los seis meses de edad, puesto que, aplazar su introducción, no tiene ningún efecto preventivo en el desarrollo de alergias, incluso en aquellos niños o niñas cuyos padres son alérgicos.

La próxima semana hablaremos de los alimentos “prohibidos” al inicio de la alimentación complementaria.

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