Amamantando la vida

Los riesgos de alimentar con leche de fórmula

La OMS ha calificado en dos grupos los peligros sobre la salud del bebé criado con preparados

“Me había planteado hacer una lactancia mixta”, me comenta una madre con un bebé de 20 días agobiada porque el bebé no para de llorar y sus pezones están agrietados. Detrás de esta decisión hay obviamente una madre con problemas de lactancia, a la que no se la ha ayudado y que sufre e ignora los riesgos de la suplementación con leche de fórmula.

Lo recomendado es amamantar de forma exclusiva a los bebés menores de seis meses. Es decir, que el lactante solo reciba leche materna, sin ofrecerle otros alimentos ni líquidos adicionales, ni siquiera agua. Posteriormente, a partir de esta edad, hay que combinar la leche materna con otros alimentos hasta los dos años o más. Pero muchas madres no logran cumplir esta recomendación, mientras que otras, deciden combinar la alimentación al pecho con el empleo de fórmula infantil, es decir, optan por la lactancia mixta.

Es fundamental asesorar a las madres y familias sobre los riesgos de la alimentación con leche de fórmula, o sea, ofrecerles información y ayuda a cada familia con la que puedan analizar y comprender las alternativas, según sus necesidades específicas, valorando y reflexionando sobre las ventajas y desventajas de cada forma de alimentación, sospesando sus riesgo y beneficios. Solo entonces podrán tomar una decisión informada.

Los preparados de leche en polvo no son un producto estéril y pueden estar contaminados con patógenos capaces de provocar una enfermedad grave en el lactante. Para minimizar estos riesgos la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elaborado una guía con recomendaciones para que se pueda preparar de forma segura las leches de fórmula. No obstante, está no es generalmente promovida entre los profesionales de la salud y, por lo tanto, los lactantes son expuestos a riesgos debidos a una inadecuada manipulación de estos productos, algo impensable en la alimentación al pecho, especialmente porque la leche materna pasa desde el lugar de producción directamente al interior del aparato digestivo del lactante.

A la vez, los lactantes alimentados total o parcialmente con leche de fórmula se enfrentan a mayores riesgos de salud. Repercusiones en la salud, que en parte pueden ser explicadas por la falta de factores inmunitarios específicos, no presentes en estas leches, que deben ser adaptadas para poder ser toleradas por el organismo del lactante, ya que, no deja de ser leche de vaca, la cual no solo no aporta factores de protección al lactante, sino que también difiere nutricionalmente de la humana. Los niños y niñas alimentados con leche de fórmula, obtienen menos beneficios y están más expuestos a enfermedades que los alimentados con leche humana, que es la mejor prevención en salud a medio y largo plazo.

La Organización Mundial de la Salud, ha clasificado los efectos sobre la salud de no amamantar en dos categorías: efectos a corto y largo plazo. La falta de lactancia materna a corto plazo se asocia con una mayor incidencia de enfermedades infecciosas gastrointestinal e infecciones del tracto respiratorio como otitis, gastroenteritis y neumonías, así como un mayor riesgo de padecer el síndrome de muerte súbita del lactante. Y a largo plazo una mayor prevalencia de obesidad, presión arterial, colesterol total, diabetes tipo 2 y con algunos tipos de cáncer como la leucemia. También múltiples estudios muestran puntuaciones más bajas en cuanto al coeficiente intelectual de los niños alimentados con fórmula comparado con los amamantados. Para las madres que no amamantan, la falta de lactancia se asocia con una mayor incidencia de cáncer de mama premenopáusico, osteoporosis, cáncer de ovario, aumento de peso gestacional retenido, diabetes tipo 2, infarto de miocardio y síndrome metabólico.

Hay que tener en cuenta, que las leches de fórmula no cambian su composición a lo largo de día, ni durante la toma, ni durante el tiempo que el lactante es alimentado con este tipo de preparados, es decir, siempre contiene la misa cantidad de proteínas, grasa, carbohidratos, agua, vitaminas, sales minerales, etcétera, por lo que, no se adapta a sus necesidades a medida que va creciendo, ni en cada circunstancia adversa que atraviesa. Una cronología cambiante que sí tiene la leche humana, que se adapta a lo largo del día y durante el desarrollo del lactante, incluso ante situaciones de enfermedad.

Además, los lactantes alimentados al pecho van a tener la suerte, de experimentar a través de la leche materna distintos sabores, ya que los alimentos que toma la madre darán sabor a la leche, mientras que los alimentados con leche de fórmula no probarán otros sabores hasta el inicio de la alimentación complementaria

«Patrón de oro»

La leche materna, es un «patrón de oro» difícil de imitar, cuyos beneficios nutricionales y cognitivos para el bebé amamantado son incuestionables, especialmente cuando el lactante es alimentado con leche materna de forma exclusiva.

La lactancia mixta, aunque en ocasiones pueda ser necesaria, cuando está se da sin que la madre reciba el apoyo y las indicaciones necesarias, conduce a una lactancia artificial exclusiva, para ello, con el fin de preservar la producción láctea en la madre que desea amamantar, es necesario determinar la cantidad, la frecuencia y la forma con la cual ofrecer las tomas de suplemento al lactante, lo cual dependerá de cada circunstancia en particular, algo que debería ser evaluado junto con la madre según sus necesidades y particularidades por personal cualificado.

Por esta razón es fundamental que las madres busquen el apoyo de profesionales certificados en lactancia materna International Board Certified Lactation Consultant (IBCLC) dado que se trata de personal con conocimientos y habilidades en lactancia materna que pueden ser de gran ayuda ante dificultades durante la misma.

La respuesta de los profesionales sanitarios y asesores certificados en lactancia (IBCLC), siempre ha de ser respetuosa con la opción escogida por cada madre sobre la forma con la que alimentar al lactante, pero por supuesto siempre que estas previamente hayan sido debidamente informadas para en base a ello opten por los que es mejor para ellas y sus bebés.

Es necesario que los profesionales implicados en el cuidado madre-lactante tengan una mayor formación teórica y práctica en lactancia materna, pero también, se requieren intervenciones efectivas en políticas de salud, que hagan cumplir el código de comercialización de sucedáneos de leche materna e impedir que los folletos, calendarios, carteles o las muestras de leche de fórmula entren en los centros sanitarios y estén a la vista de las madres.