Crimen

“Nuestros menores se han educado en el porno y no ven como delito algunas agresiones sexuales”

En las violaciones grupales “se busca más someter a la víctima como demostración de poder, que satisfacer el deseo sexual”

Rocío Soleto. Inspectora de Policía. Jefa del grupo UFAM, en Valencia
Rocío Soleto. Inspectora de Policía. Jefa del grupo UFAM, en ValenciaLa RazónPolicía Nacional

La inspectora Rocío Soleto lleva 25 años en la Unidad de Familia y Mujer de la Policía Nacional, que ahora dirige en Valencia. Su brigada trata de resolver todos los casos de abusos sexuales, agresiones, violaciones a mujeres y también la violencia en el ámbito familiar, salvo cuando se trata de menores, que intervienen otros agentes. Y hay pocos casos que se le resistan. «A veces no tienes absolutamente nada, solo piezas sueltas de aquí y de allá, y hay que componer el puzzle. Y vas poniendo piezas y te va saliendo».

La violencia sexual y también la familiar ha existido siempre, «pero es cierto que ahora se denuncia más. Hay más conciencian social. Todas las ayudas, servicios y orientación que hay hacen que la gente tome conciencia de lo que es delito, que muchas veces no lo sabe por parte de la víctima. Y eso, a veces, ayuda a que la víctima se anime a denunciar porque en el ámbito familiar, interponer denuncia, no es fácil».

Los abusos en el entorno familiar se dan en todos los ámbitos, no hay que pensar que se da solo en ambientes marginales, comenta la inspectora y añade que «sí que es verdad que en lo que a denuncias se refiere, en la ciudad se denuncia más, porque hay más anonimato. En un pueblo hay más miedo a interponer denuncias y perder ese anonimato».

Concienciación del abuso

La concienciación es un factor clave y por ello subraya que «se ha evolucionado mucho». La Policía da charlas en los colegios, y en esas charlas se han descubierto a veces casos tanto de abusos en el ámbito familiar como de violencia de género entre adolescentes. «El problema que hay hoy en día es que muchos adolescentes no tiene claro lo que puede ser delito y lo que no. No es tan fácil entenderlo. En ocasiones, el control que se da por el novio, ellas lo entienden como una hazaña de amor: ‘me controla, pero es porque me quiere’, y entonces ellas se sienten orgullosas». Y da una clave muy importante: «los medios de comunicación influyen mucho y ahora, como hay tanta facilidad de acceso a internet y al porno, nuestro menores se han educado en el porno, su educación sexual está basada en él y normalizan esa conducta». Y va más allá: «el que agredan a una mujer que va sola por la calle, que a lo mejor es vulnerable porque ha bebido o porque ha consumido alguna droga, ella misma o que se la hayan añadido, y que quizás lo hagan en grupo... todo eso se ve en el porno. Hemos normalizado esas conductas y es una pena que incluso se le dé popularidad a algunos actores del porno».

Y no todos los saben: «hemos tenido casos en los que el autor no tomaba conciencia de que eso fuera delito: ‘es que ella no dijo que no’».

La inspectora explica que todo autor de un abuso sexual, sobre todo en las agresiones en grupo, el concepto que persigue es el poder y control sobre la víctima, no es satisfacer el deseo libidinoso. En las violaciones grupales lo que quieren es plantear que «yo, como hombre, voy a buscar una víctima para manifestar el poder y control que puedo ejercer sobre ella».

Y explica, sorprendentemente, que «quitando de la violación del ‘amigo’ o del ‘oportunista’ que abusa de la víctima y que sí están motivadas por el deseo sexual, muchos casos de violaciones, sobre todo grupales, buscan esa manifestación de poder».

«Y no les importa compartir porque para ellos la mujer es un objeto. En ese momento, no vale nada».Soleto considera por su experiencia que «violaciones grupales han existido siempre. Yo llevo 25 años aquí. Quizá ahora con los medios de comunicación se conocen más, pero han existido siempre. Habrá algunas que sean para satisfacer el deseo sexual, pero la inmensa mayoría buscan el sometimiento al poder. De hecho pocos son los que no lo graban, porque si tengo una relación y no la puedo contar, es como si no la hubiera tenido. Grabar el hecho, es difundirlo, eso es como un trofeo para ellos».

Cuando las grabaciones entran por medio, además de la agresión sexual que se puede haber producido, los agresores comenten un delito contra la intimidad muy similar al «sexting» consistente en la grabación de encuentros sexuales consentidos, pero con una difusión posterior no autorizada.

«Hemos tenido denuncias de personas que nos dicen que le han dicho que circula por ahí un vídeo suyo mantenido relaciones sexuales con tres chicos, y que ellas no recuerdan nada, y hemos tenido que empezar desde cero para ver si el video realmente existe y para ver si hubo o no agresión sexual, y muchas veces ha dado positivo».

La Policía cuenta con un equipo técnico que interviene sobre los teléfonos y ordenadores -sobre todo teléfonos- de los que tienen sospechas de que se puede haber grabado el hecho. «Muchas veces sacamos de lo que no hay, el hilo entero, el carrete».

En este casos, la víctima puede haber sido drogada, lo que se considera sumisión química, o haberse drogado ella misma, lo cual podría dar ocasión a una agresión sexual «oportunista» al aprovecharse del estado de la mujer para abusar.

Sumisión química

Al igual que las violaciones grupales, la sumisión química ha existido siempre, según la inspectora. «La burundanga es un mito. Esos famosos polvos que te echaban en el cubata y que ya me lo decía mi abuela: ‘ten cuidado con lo que te echan en el cubata que te hacen una desgraciada’».

Eso, a partir del año 2000, se convierte en el mito de la burundanga, «que a lo mejor en Latinoamérica sí que se ha podido dar en más porcentaje. Yo te puedo decir que en 25 años que llevo en la UFAM, en ningún caso se ha detectado un resultado positivo en burundanga. No quiero decir que no haya existido. Dicen que en cuatro o seis horas lo elimina el organismo, pero desde 2019 tenemos un protocolo con asistencia integral que si la víctima acude rápidamente se le toman muestras de sangre y orina. Y de momento, no he tenido ningún caso que haya salido burundanga».

En la sumisión química hay tres tipos de escenario, la voluntaria en que la víctima consume alcohol, drogas, fármacos...; la mixta, en el que la víctima consume alcohol, se empieza a encontrar un poco mareada y entra en juego el oportunista o el amigo que le echa algo en la bebida para que se quede en situación semiinconsciente; y luego está la involuntaria que es cuando el autor se lo echa en la bebida directamente.

La inspectora considera que “a nadie se le puede achacar que haya bebido cuando le ha ocurrido una cosa así, porque el único culpable es el autor de la agresión”. Pero recomienda tener precauciones: “si sales ten cuidado, no bebas demasiado, no consumas drogas ni mezcles hasta el punto de que pierdas la conciencia, la bebida siempre presente y la comida también”. Porque alguna vez ha pasado que la sumisión química viene por la comida. “Y si se sale en grupo, que unos cuiden de los otros. Tampoco hay que alarmar, pero hay que tener precauciones. Al igual que si se ve a alguien que ha bebido más de la cuenta, es normal que los amigos no le dejen conducir, igualmente si se ve que alguien, hombre o mujer, está muy afectada porque le pueden haber echado algo en la bebida, cuídala y acude a alguien de confianza, no la dejes ahí sola porque se vuelve una persona muy vulnerable”.

“También es importante ir acompañadas al baño”, y recuerda una violación grupal ocurrida en los baños de una conocida discoteca de Valencia hace años.

Y por último, una recomendación en la que no todo el mundo repara: “se debe mantener el control también en casas de amigos, porque puede haber un conocido que aproveche la ocasión”.