Gastronomía

El Madroño, en el nombre de la tapa

La apertura de un bar gestionado por profesionales del gremio supone una bocanada de aire fresco para la restauración de barrio

Los camareros, capitaneados por el propietario, Juan Manuel Jaquet, no tienen rachas de olvidos ni momentos de sal gorda, siempre están al quite
Los camareros, capitaneados por el propietario, Juan Manuel Jaquet, no tienen rachas de olvidos ni momentos de sal gorda, siempre están al quitejorge daniel sotoLa Razón

En la restauración todo lo que sucede en el presente es una réplica de algún episodio del pasado. Quizás deberíamos apuntar esta frase en una libreta y consultarla cada vez que se sienta el impulso de hablar de los nuevos bares de barrio que por una especie de milagro o gloriosa casualidad, además del deseo emprendedor de su propietario, nacen a tiempo como el Bar Restaurante «El Madroño» (C/ Justo y Pastor 74).

En el epílogo del veranillo de San Miguel asistimos a la apertura de este establecimiento, intensa y significativa para la calle en particular y el barrio en general.

El origen en la restauración está siempre presente, es parte del tiempo, está ahí, al acecho, esperando el reconocimiento. Oigo hablar en la barra y en la terraza, a mí alrededor, un largo túnel formado por el ruido de las conversaciones de los nuevos clientes.

Las frases se repiten o se imitan entre sí, con encadenada reiteración hablan de satisfacción y sorpresa mientras las cañas y los dobles de cerveza, manifiestamente bien tirados, se extinguen en un suspiro y la generosa tapa se convierte en una tabla de salvación. «Me pone otras dos cañas».

La excelencia del tiraje de la cerveza no se despega ni un milímetro de la hoja de ruta marcada en el Bar Restaurante El Madroño dónde la tapa de obligado cumplimiento es querida y deseada. Nuestro vecino de barra atribuye un poder sanador a las raciones. «La oreja a la plancha resucita a un muerto».

Celebrar la alegría y las ganas de los clientes son un motivo de esperanza. Lo que ocurre es muy sencillo de explicar, los acercamientos hacia lo (des)conocido pueden llegar a ser más que sugestivos durante las primeras rondas de contacto y comprobar la respuesta inmediata de los clientes. Lo que al principio genera ilusión con el paso de los minutos conduce a la felicidad.

Los estados de ánimo tras el nacimiento del Bar El Madroño, que son el objeto de este artículo, también quieren saber de la sencilla coherencia de la carta que necesita unos combustibles muy específicos y determinantes para polarizar sabores y aunar voluntades donde destacan las raciones de ensaladilla rusa, oreja, callos, croquetas, morro, bravas, etc. Hace falta poco tiempo para saber si las propuestas que han salido de la carta tienen mayor o menor alcance. Razones que no se nos hacen desconocidas después de conocer la ración de oreja. Probamos, aprobamos y solo reprobamos la falta de días para disfrutar más de estos platos. Cierran los domingos. Merecido descanso.

En esta etapa de zarandeos y vaivenes por la que atravesamos la apertura de un bar gestionado por auténticos profesionales supone una bocanada para la restauración de un barrio. Hoy no toca hablar del anochecer generado por traspasos malogrados que provocaron el caldo de cultivo de ciertos bares de barrio cuyo suelo no queremos pisar. Por fortuna, surge aire nuevo generado por profesionales que saben y conocen este difícil negocio.

Los camareros, capitaneados por el propietario Juan Manuel Jaquet, «Juanma», no tienen rachas de olvidos, ni momentos de sal gorda, siempre están al quite. Mantienen los tiradores en perfecto estado de revista, listos para desfilar hacia la barra y la terraza y, si hace falta, para librar cualquier batalla en forma de petición especial.

La llegada de un establecimiento no sucede de manera repentina, sino que su consolidación se produce de una forma constante. Este nuevo Bar pretende trazar un nuevo espacio hostelero en el barrio, integrador, en el que caben todas las querencias hacia las tapas y raciones.

La significativa cintura hostelera del propietario puede permitir su desarrollo al totalizar todos los gustos que impone la situación actual. Al principio, además de razones hay sensaciones que pueden demostrar su consolidación. En pleno amanecer de la hostelería de proximidad la apertura de un bar se convierte en el anhelo del barrio. Bar Restaurante El Madroño, en el nombre de la tapa.