Opinión

"¿Estáis todos bien?"

Los valencianos hemos aprendido en muy poco tiempo que solo hay una pregunta importante

Varias personas colaboran en las labores de limpieza, a 31 de octubre de 2024, en Utiel, Valencia, Comunidad Valenciana (España). Esta mañana se han reanudado las labores de búsqueda de los desaparecidos en las zonas afectadas por la ana en la Comunidad Valenciana, que se ha cobrado la vida de más de 100 personas, por el momento. Además, los daños materiales son incontables con carreteras cortadas y zonas aisladas por el agua, el barro y los corrimientos de tierra. Muchos municipios están sin...
La DANA deja más de un centenar de víctimas mortales en Valencia Víctor FernándezEuropa Press

"¿Estáis todos bien?". Es la pregunta que arranca cualquier conversación estos días entre las personas que vivimos en Valencia. De hecho el interrogante podría reducirse a "¿estáis todos?". Porque, no nos engañemos, en estos momentos en los que la tragedia ha dinamitado a los valencianos, incluso para aquellos que lo han perdido todo y han visto como el agua y el fango arrasaban todas sus pertenencias, lo más importante es que en el conteo de su familia, estén todos, que no falte ninguno.

Los valencianos hemos aprendido en muy poco tiempo, a base de reiteración, que solo hay una pregunta importante. "¿Estáis todos?". Lo hicimos durante la pandemia, como el resto del planeta. No había interacción que no empezara con esa pregunta. Y fue así durante meses, porque todos sabemos que el maldito bicho se quedó con nosotros demasiado tiempo. Tanto como para dejar huellas que aún perduran.

Y por si se nos había olvidado, 2024 ha venido a recordarnos que la vida puede desaparecer en cuestión de segundos, y que la tragedia no mide, no pregunta, no es justa. Porque si lo fuera, no habrían muerto 10 personas en el infierno de Campanar el pasado 22 de febrero, en un incendio fortuito en el que murieron dos niños, de dos años y de solo quince días.

"¿Estáis todos bien?", volvía la pregunta. Amigos y familiares de otras ciudades, incluso de otros países, que lógicamente no tienen por qué saber si el susodicho edificio en llamas queda a cien metros de tu casa o a 3 kilómetros, o que simplemente quieren asegurarse de que la suerte no hizo que, por lo que sea, pasaras por allí cerca, o si alguna de las víctimas era tu amigo, tu profesor, tu novio, tu primo. "¿Estás bien? ¿Estáis todos bien?".

Todavía con la herida abierta, con el recuerdo vívido, muy presente, de aquella fatídica tarde en la que asistimos consternados a un infierno que solo habíamos visto en películas, esta semana hemos vuelto a presenciar como la vida y, en este caso, la madre naturaleza, no tiene compasión. Hemos vuelto a perder a demasiados de nosotros, y de nuevo, todas nuestras conversaciones arrancan de la misma manera.

No es justo quejarse solo cuando estas tragedias te tocan a ti. Cada día mueren miles de personas víctimas de catástrofes naturales, de enfermedades, guerras, o de la lacra de nuestro tiempo, la inmigración ilegal que provoca decenas de muertes cada día en el Mar Mediterráneo. Pero seamos sinceros, cuando te toca a ti, es cuando miras directamente a los ojos al dolor, al miedo y a la muerte. Es cuando entiendes que la vida es tan efímera, que quizás todas nuestras conversaciones debieran arrancar siempre de la misma manera. "¿Estáis todos bien?".