Amamantando la vida

La lactancia materna en bebés que pierden peso

Se trata de una de las principales causas por las que las madres dejan de dar el pecho

La leche materna protege al bebé tras abandonar el cuerpo de la madre
La leche materna protege al bebé tras abandonar el cuerpo de la madre La Razón

El dictamen de los profesionales sanitarios respecto a la lactancia es coincidente, “es la mejor forma de alimentar al bebé”. No existe hoy en día ningún profesional sanitario que opine de manera diferente o que, al menos, manifieste dudas públicamente al respecto de los beneficios de la leche humana. Lo que sí existe, aunque afortunadamente se observa una aminoración, es un etcétera de protocolos o, incluso, una falta de los mismos que generan una pluralidad de actitudes, recomendaciones o falta de las mismas, lagunas o equívocos en la información, lo cual repercute negativamente sobre el amamantamiento.

En atención a lo dicho, hoy quiero hacer una crítica constructiva y pido que no sea interpretada como un apunte negativo encubierto, a pesar de que su contenido no es positivo, si lo es su esencia, por lo que, me gustaría que se valorara como un juicio que se realiza desde el respeto a la labor que desempeñan tantas/os compañeras/os cuya intención es ayudar a las madres a cumplir su deseo de amamantar, pero que, en ocasiones el desconocimiento o un conocimiento ínfimo de la técnica apropiada socava la lactancia, que con una actuación apropiada podría haber sido exitosa. La finalidad de este artículo es ayudar a mejorar, contribuir a valorar que hay otras posibles soluciones, posibilidades valiosas para lograr un crecimiento y un cambio positivo con el objetivo de conseguir que más madres consigan, si este es su deseo, amamantar.

Es por eso por lo que me he decido a escribir este artículo. Por que la labor de los profesionales es contribuir a que no se empiece una lactancia con ese suplemento de leche artificial (en la mayoría de los casos innecesario), y que generalmente se inicia en “contra de la voluntad” de las madres, cuya idea inicial es dar lactancia materna exclusiva, si bien, determinadas circunstancias hacen que se tenga que suplementar con leche artificial, siendo las más frecuentes, “la pérdida de peso del recién nacido” y/o “la escasa ganancia de peso del bebé”.

La pérdida de peso del recién nacido es fisiológicamente normal. ¿pero qué cantidad se considera “normal”? ¿un siete, un diez por cien? Sin intención de profundizar y contestando a ello, la pérdida de peso, es debida a que los recién nacidos tras el parto pierden líquido corporal a través de la orina. Al nacer, hay un exceso de agua que no está dentro de los vasos sanguíneos ni dentro de las células, sino por hacerlo entendible, libre en los tejidos, y por lo tanto es más fácil su eliminación, a ello hay que sumar el meconio (primeras cacas del recién nacido). A lo que hay que añadir el tipo de parto. En los partos por cesárea, hay un mayor descenso de peso en el bebé, debido a la sobrecarga de líquidos (goteros), administrados a las madres sometidas a cesárea, el bebé nacerá con sobrehidratación, contribuyendo esto a que la pérdida de peso sea superior, un hecho, que no solo afecta a los nacidos por cesárea, sino también a aquellos cuya madre ha recibido más cantidad de líquidos intravenosos durante el parto, estos perderán más peso tras el parto.

En la actualidad muchos estudios resaltan que valorar el peso como referencia al nacimiento, subestima la perdida que se produce en el recién nacido, avalando que lo indicado seria calcularla tomando como referencia el peso a las veinticuatro, cuarenta y ocho horas tras el parto, es decir un peso libre de fluidos. Tal vez con este enfoque se evitaría complementar la lactancia materna con leche de formula. Un tipo de leche con mayor contenido calórico comparado con el calostro. Y acentuar con lo dicho, que los recién nacidos amamantados no presentan una perdida excesiva de peso, ya que la leche humana es suficiente para sustentar el crecimiento del recién nacido durante los primeros días de vida, es decir, brinda al lactante una excelente nutrición. Mientras, contrariamente, esa menor pérdida de peso del recién nacido alimentado con leche de fórmula o lactancia mixta, debería ser valorada como una sobrealimentación en el recién nacido.

Al mismo tiempo, leche de su propia especie proporciona al recién nacido la protección que pierde al abandonar este el cuerpo de su madre, ayudándole a prepararse para enfrentarse a los nuevos desafíos que le rodean. Incluso aunque la madre decida no amamantar, es recomendable que, al menos, esta diera a su bebé el calostro. La protección que confiere a nivel inmune y sus características nutricionales lo convierten en insustituible para el mejor comienzo de vida de cualquier ser humano.

Por todas estas razones, cuando un recién nacido comienza a perder peso en exceso, no debería ser el primer enfoque, alimentarlo o complementar la leche materna con fórmula. Muchas son los motivos para no hacerlo, entre algunas de ellas destacar que una pequeña cantidad de calostro contiene una alta densidad de nutrientes, fáciles de digerir y suficientes para saciar su diminuto estómago. Y tal vez la razón más importante, es que el calostro posee una serie de factores que contribuyen a la maduración del sistema digestivo e inmune del lactante, evitando que penetren en su organismo sustancias nocivas que podrían poner en riesgo su salud. La riqueza bacteriana presente en el calostro es determínate para el adecuado desarrollo de su flora bacteriana, la cual le confiere una protección de por vida, no sólo le previene contra infecciones, sino también disminuye el riesgo de alergias, asma, obesidad y otras enfermedades crónicas. Una flora bacteriana que va a ser muy diferente a la que presentan los lactantes alimentados con leche de formula. Un solo biberón de leche de fórmula puede inducir cambios en esta maravillosa flora intestinal, aumentando el riesgo de enfermedades en el bebé a corto y largo plazo, además de dificultar la subida y una adecuada producción láctea en la madre.

Por supuesto, no se trata de matar de hambre a un recién nacido con una perdida excesiva o una ganancia insuficiente de peso, ya que, existen alternativas efectivas antes de suministrar leche de fórmula. Primero que nada, dar confianza a la madre en que va a ser capaz de alimentar a su cría, informarla de que la capacidad gástrica del bebé es pequeña y de que no necesita preocuparse por no extraer grandes volúmenes de leche, una poca cantidad será adecuada para cubrir sus necesidades. en este punto lo primordial, es que las tomas sean frecuentes, ofreciéndole al bebé tras la toma al pecho estas pequeñas cantidades de leche extraída. Para ello, los profesionales sanitarios deben conocer y poder explicar a la madre la técnica de extracción manual de leche, mucho más apropiada para la extracción de calostro, cuando todavía la leche no ha subido, que el empleo de un extractor. Para un recién nacido la administración de 5-10 mililitros de calostro extraído será suficiente tras la toma al pecho, eso sí, como profesionales sanitarios, debemos de asegurarnos que el lactante realiza una buena succión al pecho, ello requiere de una minuciosa valoración de la toma, y asegurarnos de que la frecuencia de estas, no sea inferior a diez-doce tomas al día.

Si tras el parto, durante la estancia en el hospital, los profesionales tenemos en consideración todas estas premisas, la garantía de que los bebés no tengan que ser suplementados con leche de formula es con toda seguridad del noventa y nueve por cien. Con nuestra ayuda y apoyo muchas mujeres no pasan por el mal llamado "calvario" de la lactancia, y ésta se convertiría en una de las mejores experiencias de su vida.