Fallas 2023
La mascletà, lo único que une a la inmensa mayoría de los valencianos
El poder de convocatoria del espectáculo pirotécnico es el gran secreto para controlar a la masa
Lo único que une a la inmensa mayoría de valencianos, porque siempre hay quejicas o excepciones, es la sonora mascletà. Es algo que nos queda en el poso, substrato árabe de nuestra cultura, difícil de olvidar o arrancar, el amor a la pólvora y a las peleas internas.
Los emires y sultanes árabes que se precian en saber gobernar reparten poder entre los jefes de tribus en las que se apoyan y consiguen la estabilidad, la paz, la ausencia de riñas internas en sus territorios.
En el ADN de los valencianos nos queda ese espíritu de bereber que de nada montamos la discusión, la diferencia, y nos independizamos el uno del otro. Nos peleamos en una asociación y nos vamos a otra, o más, montamos otra.
La crítica, la diferenciación, la discusión, el debate, el distanciamiento, el contrapunto,… está en el sagrado depósito de las tradiciones antropológicas mediterráneas valencianas.
De esa constatable realidad sólo nos salva y libera la pólvora, la mascletà. El poder de convocatoria de la mascletà es el gran secreto paracontrolar a los valencianos constituidos en masa.
Seduce a los valencianos el olor y el ruido de la pólvora en marzo cuando gran parte de Valencia se para a mediodía y camina en desbandada hacia el centro neurálgico de la ciudad para agolparse unos breves minutos en torno al ruido y el olor de la pólvora de una buena mascletà.
En documentos del siglo XIV, se lee con nitidez y precisión en nuestra dulce Lengua Valenciana las palabras pólvora y polvoriste, polvorí, en recibos o facturas, libros de contabilidad del Consell de la Ciutat, cuando encargaba los fuegos de artificio para las grandes fiestas. La historia de las fiestas es la historia de la ciudad. Ahora se ha abandonado esa riqueza de nuestro ancestral vocabulario genuino y a los polvoristes se les llama piroténics, castellanizando el término.
La pólvora en el espíritu del pueblo valenciano ha tenido siempre un sentido lúdico, festivo. Ha centrado su atención sobre todo el ruido concatenado, rítmico. ¿Qué es la música sino un conjunto de ruidos sincronizados, armonizados? El pueblo entiende el valor y la importancia, el ritmo y la intensidad, de una mascletà y la premia refrendándola con ovaciones el ruido y frenetismo con que suena.
Nos gusta la música hecha fuertes e impactantes ruidos “in crescendo”, adrenalina pura en los cuerpos, sin silencios, ni fallos, cadena de armónicos, subiendo a lo alto al igual que el humo de las deflagraciones y explosiones encaramándose a lo alto, hacia las nubes, mientras que los miles de espectadores que llenan la gran plaza y calles adyacentes guardan un escrupuloso y respetuoso silencio. Nadie habla, nadie entorpece el discurso sonoro de la mascletà.
Nadie comete el sacrilegio de entorpecer y empañar el ruido del fuego de la mascletaes, todos apiñados, codo con codo, hombro con hombro, sin credos ni ideologías, diferencias o discusiones, sin incordios. La mente libre y despejada, traduciendo, interpretando el sonido .Todos unidos por una misma fe, la mascletà, convocatoria de unanimidades.
Convocatoria y cita es la palabra mascletà, nuestra guerra de pólvora aquí convertida en fiesta, alegría, paz, unión, unanimidad. Una pólvora aquí muy distinta en su uso al de las escandalosas guerras que no cesan en el mundo. Un auto de fe en el que, al quemarla a la manera valenciana, la troca en felicidad, alegría, unanimidad y paz.
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