
Valencia
En el siglo XIII, las autoridades sí se preocupaban de cuidar el río Turia
Jaime II de Aragón estuvo muy preocupado de lo que le pasara al río Turia y legisló para su buen curso y aprovechamiento

La potente organización y cuidado que los árabes implantaron para cuidar y regular el río Turia, fue aprovechada por los cristianos, que siguieron a pies juntillas sus usos y costumbres, tanto en su aprovechamiento para regar campos y abastecer poblaciones, como para preservarse de sus desbordamientos y preservarlo contra los alteradores de su curso.
He aquí algunos ejemplos de cómo las autoridades, los poderes públicos, se preocupaban por el río ya en el siglo XIII con sabias diligencias y efectivos acuerdos en favor de la gente, de los pueblos ribereños y del propio río y su entorno. Unas normativas y legislaciones que son gran ejemplo de amor a lo propio y que parece han sido olvidadas. Jaime II de Aragón, el Justo fue rey de Aragón, de Valencia, conde de Barcelona y rey de Sicilia, a caballo de los siglos XIII y XIV, estuvo muy preocupado de lo que le pasara al río Turia y legisló para su buen curso y aprovechamiento.
El 1º de agosto de 1318 firmó Privilegio mandando al Procurador general del Reino de Valencia demoler sumariamente –“demoliri, et ad statum antiquum et debitum reduci summariae”- y sin figura de juicio los nuevos azudes y acequias que habían hecho o ensanchado en el río Guadalaviar –como le ha llamado también siempre al Turia- los dueños territoriales, que tenían pueblos inmediatos a él, reponiendo las cosas en el estado que tenían antes, para que las aguas pudiesen pasar libremente a la Ciudad de Valencia y su huerta.
El 24 de abril de 1321, Jaime II firmó otro Privilegio, por el cual mandaba que cuando hubiese escasez de agua, de las cuatro tablas iguales que tiene la almenara de Moncada –“sive la sobreposta major”-, tengan una los de las acequias inferiores –“de Ruzafa, et de Miztalla, et de Fabara, et de Rascanya”- por dos días y dos noches, y dos si se aumentase la necesidad; y que el conocimiento de ella pertenezca al Acequiero Real, y en caso de agravio al Baile general de dicha Ciudad.
El 25 de mayo 1321, el mismo monarca firmaba otro Privilegio Real ordenando al Procurador general del Reino de Valencia fuera a los lugares “de Pedralva, et de Villamarxant, de Benaguacir et de Ripa-rubea” y dispusiera que dejasen correr por el río Guadalaviar algunos días de la semana, para uso de los molinos y riego de las huertas de dicha Ciudad (Valencia), las aguas de las acequias según le pareciera más conveniente, sin perjuicio de lo dispuesto en cuanto a la de la Acequia de Moncada. Que personalmente estuviera pendiente de ello de manera especial en tiempos de sequía –“siccitatem temporis ex raritate aquarum pluvialium”.
El 5 de julio de 1321, Jaime II en atención de socorrer la necesidad de agua que tenía la ciudad de Valencia y su huerta, y atajar las disputas que había entre los pueblos antes citados hizo un reparto de aguas de manera que dichos pueblos tuviesen toda el agua cuatro días continuos con sus noches –“quatuor diebus et quatuor noctibus”-, y que los otros cuatro días siguientes con sus noches corriese libremente para el uso de los habitatoribus de Valencia.
En 1328, El Justicia de lo Criminal, los Jurados y el Consell de la Ciutat de Valencia publicaron un bando mediante el cual advertían de graves penas a quienes se dedicaran al pillaje con ocasión de alguna riada.
El rey Pedro II el Ceremonioso, el 25 de febrero de 1358, ordenó mediante Privilegio Real que siempre que hubiese escasez de agua en la ciudad,-“temporum maximam siccitatem, aqua fluvii de Guadalaviar sit adeo diminuta”- el Baile general dividiera las aguas de la Acequia de Moncada y los Jurados de la Ciudad las de las acequias subalternas.
El rey, además, urgió a que se reparara las alcantarillas de la ciudad, los puentes y las murallas afectadas por la trágica riada del Turia del 17 de agosto de 1358, que derrumbó mil casas, pereciendo cuatrocientas personas y los puentes fueron arrastrados por las aguas. A resultas de la catástrofe se creó de inmediato la Fábrica Vella dita de Murs i Vells para reconstruir puentes y pretiles del río, y carreteras. Dicha institución hizo los puentes de piedra del río en la ciudad.
Los puentes derribados no lo fue tanto por el ímpetu de las aguas, sino por la gran cantidad de troncos que bajaban por el río desde los pinares de Moya y Vallanca y chocaban contra los pilares de los pontones derribándolos, al ser utilizadas sus aguas como medio de transporte de la madera hasta Valencia.
A raíz de la riada del 19 de octubre de 1589, el rey Felipe II ordenó a los Jurados de Valencia resolver el problema causado al quedar el lecho del río en algunos tramos por encima de las riberas y la propia ciudad. Por este motivo nació la Fabrica Nova dita del Riu, que consolidó puentes y construyó todos los pretiles del río desde Mislata a Monteolivete.
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