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Una librería centenaria salvada por un “tuit”

Tras pasar un día entero sin vender ni un libro, un mensaje de sus responsables se tradujo en una oleada de simpatía

Petersfield Bookshop
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Es más habitual que sirva de amplificador de ladridos, pero a veces Twitter hace su magia. Que se lo digan a Robert Sansom, responsable de una librería de Hampshire, Reino Unido, que vio la tarde y su lluvia pasar delante de sus ojos sin vender un solo libro, y decidió compartir la estadística con un tuit mohíno. “Ni un solo libro vendido hoy... 0.00 £... Creemos que esta es la primera vez que nos sucede... Sabemos que es penoso, pero si queréis ayudarnos, echad un vistazo a nuestras ofertas al 25 por ciento de descuento”, escribió Sansom, que lleva 13 años al frente de un establecimiento centenario y tiene poca mañana con las redes sociales, según confesaba.

Cuando cerró la caja a cero el pasado 17 de enero no se imaginaba que su tuit tristón iba a tener un efecto salvífico. En realidad, quien más ayudó fue Neil Gaiman, escritor de fantasía, que tiene 2,8 millones de seguidores en Twitter. Al día siguiente, cuando el librero levantó el cierre, en su ordenador había centenares de pedidos por valor de más de 1.000 libras que Sansom trataba de gestionar mientras pedía paciencia y disculpas por la lenta gestión de la avalancha de órdenes y los escasos medios para ejecutarlos.

“La gente ha sido amable y eso es algo que nunca olvidaremos”, escribía como pie de una foto que mostraba los pedidos preparados. A continuación, no dudó en agradecerle al escritor su ayuda pero la gran cuestión, es: ¿será el pan de hoy y el olvido de mañana? ¿Es este el típico achuchón de solidaridad que nos hace sonreír pero que no remueve nada en nuestro interior? ¿Hace falta un tuit de Gaiman para valorar un establecimiento centenario?

Las librerías afrontan una situación muy delicada en todo el mundo por la competencia de las grandes superficies y, sobre todo, por las prácticas comerciales de Amazon, que en España han sido consideradas desleales y, sobre todo, ilegales por aplicar unos descuentos abusivos. En nuestro país, mientras algunas librerías independientes del centro pueden hablar de supervivencia, en los barrios menos favorecidos sufren el mismo desinterés del que Sansom fue testigo el 17 de enero y del que el mundo pareció enterarse por un tuit de Neil Gaiman. En muchos de esos barrios, las librerías son lo más parecido a un centro cultural que tiene la gente. Vayan a las librerías, no es por caridad con los libreros, es por su bien.