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¿Tienes fuego?
José Mercé: «La palabra que mejor define el flamenco es “tragirrabia”»
El cantaor, una leyenda del flamenco, sigue de gira (Bétera, 22 de agosto; Cartagena, 23) y nos hace un hueco para charlar

Este señor lleva desde niño, y suma ya 70 tacos, poniéndole voz de oro al desconsuelo y a la alegría. Y a pesar de sus muchos viajes por todo el mundo, el entusiasmo por aquello que hace no ha perdido un gramo de vigor. Tiene melena y dentadura de león y se ríe con el mismo arte con el que ejecuta su trabajo, y esa estampa, créanme, es una ofrenda a la vida. Estos meses recorre España, su España, con la gira «José Mercé canta a Manuel Alejandro» (próximas paradas: Bétera, 22 de agosto; Cartagena, 23), y de esa coyunda entre dos paisanos de talento incalculable saldrá un disco que no tardaremos en hacer nuestro.
Un reciente estudio sobre flamenco presentado por la Fundación Paco de Lucía y Ey España («Presente y futuro de un arte que está más vivo que nunca»), con datos obtenidos a partir de 1.200 encuestas y entrevistas con expertos del sector, ha concluido que la aficionada media es andaluza, joven y de centro-derecha. ¿Qué le parece?
Pues me parece la tontería más grande del mundo, vamos. Es increíble. El flamenco es muy andaluz, sí, pero se ha demostrado que hay muchos sitios en España en los que se canta, se baila y se toca muy bien el flamenco. Y eso de que es de centro-derecha no lo entiendo, no me entra a la cabeza. El flamenco es universal, es nuestra marca España y una de las músicas más importantes que hay en el mundo.
Según ese estudio, donde menos gusta es en Cataluña. ¿Su experiencia le dice eso?
Eso es mentira. Y gorda, además. En Cataluña gusta muchísimo el flamenco. Yo he ido desde muy jovencito a Cataluña y en aquel momento, cuando era joven, Cataluña era una Andalucía más, aunque aún sigo yendo. En mi juventud he ido a cantar muchas veces a Cataluña, a muchos festivales. Y en Barcelona había muchos tablaos, como El Cordobés y Los Tarantos, y mucha gente andaluza y extremeña. Y muchos catalanes a los que les encantaba el flamenco. O sea, que tengo que decirte que Cataluña es un país de flamenco también. A mí me parece que, quitando Andalucía, donde más gusta el flamenco es en Madrid y en Barcelona. Y esas son las dos ciudades en las que hay más entendidos, sin lugar a dudas.
«Quitando Andalucía, donde más gusta el flamenco es en Madrid y en Barcelona»
Fue un niño cantor en la escolanía de su tierra, Jerez. ¿Fue una etapa feliz?
Fue una etapa muy feliz que recordaré siempre. Fui solista en la Escolanía Nuestra Señora de la Merced, que es nuestra patrona. Porque yo nací en esa calle, la de la Merced, donde nació también Manuel Alejando, en el barrio de Santiago. Y recuerdo una infancia maravillosa en un barrio muy humilde, pero muy rico de espíritu, de corazón y de alma. Era un barrio maravilloso y con una gente divina, y nos lo pasábamos muy bien. Mi niñez no la cambio por ninguna, sin lugar a dudas.
Hablé de usted con don Manuel Alejandro y me dijo que es un gigante.
Ja, ja, ja. Don Manuel me conoce desde muy pequeño. Él siempre quiso que grabara un disco con él, con sus temas, y en aquella época a mí me daba miedo por los flamencólicos, como yo llamo cariñosamente a los flamencólogos, a los críticos de flamenco. Porque si en esa época te hacían una crítica mala te quedabas sin comer, te quitaban del flamenco. Hoy, afortunadamente, el flamenco es mucho más abierto y ya se puede hacer lo que se quiera. Pero ahora le estoy haciendo un homenaje con la gira «José Mercé canta a Manuel Alejandro». Y aunque fue una pena que en esa época no pude hacer un disco con él, ahora lo voy a hacer, y con todos los temas suyos.
¿En su adolescencia y juventud llegó a cantar alguna vez en fiestas organizadas por esos señoritos que chanelaban de flamenco?
Todas esas historias de los señoritos me las contaban mi tío Manuel Soto «Sordera», Chano Lobato, Diamante Negro… Yo tuve la gran suerte de que una vez llegado a Madrid, a los seis meses de estar en Torres Bermejas, me fui con Antonio Gades a recorrer el mundo y no me dio tiempo a actuar en fiestas de señoritos. Gades se enteró de que había un niño llegado de Jerez que cantaba en un tablao, fue a verme, me contrató y me fui con él.
«Me fui con Antonio Gades a recorrer el mundo y no me dio tiempo a actuar en fiestas de señoritos»
Muchos flamencos han hablado bien de esas fiestas, porque decían que eso les daba de comer.
Lógicamente. Gracias a los señoritos no faltaba la olla de comida en la casa. Aguantaban al señorito toda la noche y lo que hiciera falta, pero llevaban sus cinco, diez o veinte duros, lo que fuera en aquella época, y comían todos los días su mujer y sus hijos.
Vivió en Japón y trabajó con Chiquito de la Calzada. ¿Era posible hablar con él y no partirse?
Imposible. Yo estuve primero en Japón en 1974 y volví en el 75, que es cuando vino Chiquito de la Calzada, y era imposible pararlo. Desde que se levantaba ya le teníamos que decir: «Chiquito, ¿te quieres ir a tu apartamento a dormir y dejarnos tranquilos?», ja, ja, ja. Porque no era lo que se veía en la televisión, es que él era así, ya te digo, desde que se levantaba hasta que se acostaba. Pero qué bien nos lo pasábamos con él.
Lo de ganarse la vida, y muy bien ganada, con la voz, con la garganta, ¿no le sigue pareciendo un milagro?
Me parece un milagro y un don, venga de donde venga. Lo poco o lo mucho que tengo se lo debo al flamenco, a mi garganta, a mi voz, y eso es algo que Dios te toca con la varita, yo qué sé, y tienes esa flamencura, ese eco, en fin. Y de eso no se puede alardear porque es algo que te ha tocado a ti, y ya está. La verdad es que me siento un privilegiado. Desde que empecé, poquito a poco he ido avanzando y avanzando. Afortunadamente, me llenan los teatros, sigo haciendo conciertos, la gente quiere que esté ahí, y ya más feliz no se puede ser.
¿Hay un secreto para mantener esa voz a su edad?
A ver. Yo me cuido. No es que esté mirándome la garganta a diario, y muy pendiente, pero trato de cuidarme todo lo que puedo. Pero es que eso es una cosa natural. Se tiene o no se tiene, ya está. No hay más.
«A Chiquito de la Calzada era imposible pararlo. Qué bien nos lo pasábamos con él»
Si nos visitara una comitiva extraterrestre y hubiera que mostrarles lo que es el flamenco, ¿a qué pareja, hombre y mujer, de cantaores, bailaores y guitarristas elegiría? Valen los muertos.
De baile cogería al Güito y a Mario Maya; de mujeres, a la Manuela Carrasco y a Sara Baras. De guitarristas a Paco [de Lucía], a Vicente Amigo, a Tomatito, a Moraíto Chico. Imagínate. Y de cantaores me quedaría con esa época gloriosa de la Niña de los Peines y su hermano, Tomás Pavón. Con ese genio que fue Caracol, por supuesto. Con Antonio Mairena, con Manuel Torre, con el Niño Gloria, con mi tío, Sordera. Hay muchos cantaores de una categoría increíble.
Ha cantado temas de grandes cantautores, Aute, Víctor Jara… ¿Algunas canciones de otros géneros le han llegado a emocionar tanto como el flamenco?
Por supuesto. Por ejemplo, «Al Alba», de Aute, me ha emocionado muchísimo. Muchísimo. Y yo no me puedo ir del escenario sin cantarlo. Pero es que, además, es un tema que lo vivo y que me encanta. Y hay muchas versiones que he hecho que también me encantan. Porque cuando hago una versión de un tema es porque me gusta, me llena, me tira pellizcos y me duele.
¿Se le ocurre algún templo mayor que el Teatro Real o el Santiago Bernabéu?
Yo creo que no lo hay. Ese es el mejor teatro, pero en un teatro cualquiera es siempre donde mejor se canta. El Bernabéu me parece un templo muy bueno para jugar al fútbol. Pero para cantar, dame un teatro.
«Era la misma / pena cantando / detrás de una sonrisa» (Lorca). ¿Cuántas veces ha sido eso?
Muchas veces. Muchísimas. La palabra que mejor define el flamenco es «tragirrabia». El flamenco lleva todo: tienes un momento en el que te ríes, otro muy dramático, pero en la tragirrabia está la enjundia del flamenco. El flamenco es una cosa y el cante gitano es otra. Flamenco canta todo el que haya nacido para cantar flamenco, pero el cante gitano es otra historia: tienes que ser gitano, nacer Gitano. Y, además, nosotros pegamos los pellizcos en otro lado, distinto al que no es gitano. No es que lo hagamos mejor ni peor, sino que sonamos distinto.
Esta sección lleva por título «¿Tienes fuego?». ¿Usted lo tiene?
Pues todavía me quedan muchos rescoldos de tanto fuego como he tenido, ja, ja, ja. Ahora, te voy a decir una cosa: fuego para fumar ya no, porque lo dejé hace nueve meses.
Pues mi más sincera enhorabuena.
Sí. Pero no veas lo que he pasado, madre mía de mi vida…
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