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Historia contemporánea

El último horror nazi: un álbum de fotografías hecho de piel humana

Apareció en un mercado de antigüedades de Polonia y conservaba un tatuaje y pelo en las cubiertas. El Museo Memorial de Auschwitz lo considera una prueba de los crímenes contra la humanidad

El libro que pertenecía a un nazi y que estaba encuadernado con piel humana
El libro que pertenecía a un nazi y que estaba encuadernado con piel humanalarazon

Los hombres acudían a los libros para leer historias de miedo. Los nazis fueron más allá en la idea del terror y encuadernaron un volumen con piel humana. El álbum ha aparecido ahora en Polonia. Nadie había reparado en su presencia. Consideraban que era un simple álbum de fotografías. Una curiosidad. Algo raro que conservar y que vender a un precio interesante. El comprador lo adquirió en un mercado de antigüedades atraído por la cubierta. Una rareza. Quizá pensó que el tiempo revaloriza lo extraño. Solo después comprendió que había algo que no encajaba. Atendió a los detalles.

No importa lo que digan. Todo está en ellos. Primero reparó en su olor. Después en la textura de la tapa. Su expresión delataría que sintió algo inusual. Abrió bien los ojos y lo que le vio a lo mejor le sorprendió. Es posible que al principio no diera crédito. También es probable que llamara a un amigo o a un vecino. Que le invitara a pasar los dedos por encima. Compartirían opiniones. Al final se arriesgó. Acudió al Museo Memorial de Auschwitz. Les sugeriría sus impresiones. Ellos lo corroboraron. La cubierta estaba hecha de piel humana. Había incluso pelo y la huella de un tatuaje, una marca indeleble. Resulta innecesario describir el escalofrío que debió sentir el propietario al conocer el balance de los expertos. También es normal imaginarse la sorpresa de los científicos que evaluaron el objeto. Su análisis fue más allá. Confirmaron que la epidermis utilizada por los encuadernadores provenía de un preso. En concreto, de uno que estuvo internado en el campo de concentración de Buchenwald.

No era un lugar agradable. Allí estaba Ilse Koch, conocida como «la perra de Buchenwald». Era célebre por su crueldad, despotismo y carácter violento. Alguien a quien nadie le gustaría encontrar en aquellas circunstancias. Una guardia de puño de hierro, de una brutalidad radical con los prisioneros. Sus torturas eran conocidas. Incluso ha dado para que inspirara a algún personaje de novela (la protagonista de «El lector», de Bernhard Schlink, que fue todo un «best seller», está inspirada en ella y sus atrocidades). También era conocida por su promiscuidad con los compañeros. Una de sus aficiones, ella lo denominaría «hobby», era arrancar la piel de los internos que habían fallecido. Las malas lenguas aseguran que las coleccionaba. No es casualidad que apareciera un libro de estas características, por expresarlo de una manera delicada. Tampoco supone una anomalía. Buchenwald ha dado para levantar un museo de los horrores. Ahora, esta pieza está considerada «una prueba más de los crímenes contra la humanidad» que cometieron los responsables del Tercer Reich. Un ejemplo de que en tiempos de barbarie no solo se queman libros. También se encuadernan con las víctimas.