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Historia

Feminismo

Las damas de hierro de la historia

Estaban ahí aunque nos las quisieran ver. Y, además, muchas de ellas mandaban. De hecho fueron reinas y ministras poderosas que determinaron la política y el destino de sus países. Entre ellas están Cleopatra, Isabel de Castilla, Catalina II de Rusia y Margaret Thatcher. hoy son un ejemplo para las mujeres y también para los hombres

La primera ministraMargaret Thatcher raises durante un debate político
La primera ministraMargaret Thatcher raises durante un debate políticoGerald PennyAP

El empoderamiento es una palabra que proviene del inglés. Significa dar poder a un grupo sometido y hacer visible su nuevo estatus. El concepto entró a formar parte del lenguaje político corriente tras la Conferencia de Pekín de 1995 al objeto de promover la igualdad legal entre hombres y mujeres. Esto vino acompañado de una intervención de los Estados en la vida pública y privada de la gente, y de campañas de sensibilización. En estas tareas de propaganda se miró a la Historia para encontrar argumentos llevando al pasado las preocupaciones de hoy. Era un claro presentismo; es decir, calificar los acontecimientos pretéritos según los objetivos políticos y los valores actuales. Toda una tendencia historiográfica se dedicó a hacer historia de género, encontrando mujeres sometidas al patriarcado. La conclusión ya estaba prevista: la clave de la Historia de la Humanidad era que se trataba de la historia de una opresión, la del hombre sobre la mujer. El sexo femenino había estaba invisibilizado y sometido. La misión era corregir la sociedad y transformar la mentalidad haciendo retroceder al hombre de hoy y empoderando a la mujer. En la Historia ha habido muchas mujeres con poder, pero como escribía Concepción Arenal en 1861, no tenía sentido que se aceptara que la Jefatura del Estado estuviera en manos de una fémina –se refería a Isabel II– y no se permitiera a las mujeres ejercer profesiones, estudiar en la Universidad o tener cargos públicos. Eso era un machismo que se reflejaba en la legalidad. Por dicha razón, es conveniente recordar a mujeres «empoderadas» sin olvidar que esa situación no era igual para el resto. Isabel I de Castilla (1474-1504), conocida como «la Católica», fue la mujer más poderosa e influyente de su tiempo; estaba casada con Fernando de Aragón, posiblemente el príncipe en quien pensaba Maquiavelo. La reina Isabel transformó el régimen y la administración reforzando la monarquía, arregló la economía e impulsó el desarrollo cultural. Eso sin contar la conclusión de la Reconquista y la expansión territorial que llevó al descubrimiento de América. Esa idea de modernización fue la que tuvo Catalina II de Rusia (1729-1796), que siguió la senda emprendida por Pedro III, el Grande. Catalina se convirtió en emperatriz tras dar un golpe de Estado contra su esposo, a quien posiblemente mandó asesinar seis meses después.

Paraíso de la libertad

La mujer que marcó toda una época fue la reina Victoria de Inglaterra (1819-1901), incluso dio nombre a una mentalidad y a una hegemonía. La era victoriana, entre 1837, cuando accedió al trono por la muerte de su tío paterno, Guillermo IV, y 1901, año de su muerte, supuso el establecimiento del Reino Unido como la gran potencia mundial. La estabilidad política, gracias a sus élites, y el desarrollo económico hicieron de Gran Bretaña el paraíso de la libertad. En ese tiempo, apareció el sufragismo femenino de la mano de mujeres educadas durante su reinado. «Hechos, y no palabras», decía Emmeline Pankhurst (1858-1928) en sus manifestaciones de la época. Eva María Duarte (1919-1952) tomó el apellido de su esposo, Juan Domingo Perón. Hizo campaña con él en 1946, y el año siguiente consiguió la aprobación de la ley de sufragio para la mujer. Fundó el Partido Peronista Femenino, contribuyó a la igualdad legal y realizó una importante labor social. También tomó el nombre de su esposo Indira Gandhi (1917-1984). Fue primera ministra de la República de la India entre 1966 y 1977, y luego desde 1980 hasta su muerte. Lideró el partido socialdemócrata del Congreso durante casi tres décadas. Fue ministra de Información y Radiodifusión, de Defensa y de Relaciones Exteriores, de Interior y de Finanzas. No se labró una reputación como demócrata, y estuvo acusada de corrupción económica y electoral, así como de reprimir a la oposición. En el combate contra el independentismo sij, ordenó al ejército atacar el Templo Dorado, donde murieron entre 600 y 1.200 personas. En respuesta, Indira fue asesinada por uno de sus guardaespaldas sij. El mismo final tuvo Benazir Bhutto (1953-2007), líder del Partido Popular pakistaní y primera ministra de la República Islámica de Pakistán entre 1988 y 1990, y 1993 y 1996. Fue la primera mujer que ocupó tal cargo en un país musulmán. En las dos ocasiones fue destituida por corrupción. Bhutto presentó leyes para asegurar la igualdad legal entre hombres y mujeres que no se aprobaron. En la campaña electoral de 2007 sufrió un atentado en el que murió junto a otras 22 personas. Jiang Qing (1914-1991) tuvo una historia distinta. Fue la cuarta esposa de Mao Zedong y concentró gran poder. Tras casarse con el dictador fue nombrada ministra de Cultura, desde donde dirigió la Revolución Cultural, que fue el genocidio que llevaron a cabo los comunistas para liquidar la estructura tradicional y a la oposición. Formó parte del Politburó del PCCh y del grupo conocido como «Banda de los cuatro». A la muerte de Mao se inició la lucha por la sucesión, enfrentándose el sector de Deng Xiaoping, partidario del libre mercado, con el ortodoxo de Jiang Qing. Finalmente, la «Banda de los cuatro» fue juzgada por crímenes. La pena de muerte de Qing era conmutada por cadena perpetua. Murió a los diez días de salir de prisión. Margaret Thatcher se ha convertido en un mito para el mundo liberal-conservador. Cambió la mentalidad socialdemócrata en el Reino Unido por otra basada en la libertad e influyó en Occidente. Junto a Ronald Reagan estableció en los 80 un nuevo paradigma que derribó el Muro de Berlín y el comunismo. Fue primera ministra entre 1979 y 1990. Ha sido la mejor dirigente tory del Reino Unido en el siglo XX, luchó contra el terrorismo del IRA y rechazó la invasión de las islas Malvinas. Murió en 2013. David Cameron, entonces primer ministro del Reino Unido, dijo: «Hemos perdido a una gran líder, una gran primer ministro y una gran británica».