Manuel Carrasco llena dos Wandas virtuales y otras proezas de los conciertos en “streaming”

Las circunstancias son especiales y es difícil saber qué ocurrirá cuando se levante la cuarentena, pero, de momento, las iniciativas de los músicos ofreciendo conciertos desde casa está triunfando entre los fans. Lógicamente, en este momento no hay otra alternativa para la música en vivo y además se trata de recitales gratuitos, por lo que la consolidación del modelo en el futuro es incierta, pero a falta de pan... Manuel Carrasco ofreció el sábado una actuación por Instagram en formato reducido que fue vista por 117.000 personas, esto es, el doble de la capacidad del Wanda Metropoltano, estadio que, por otra parte, ya ha llenado el onubense. En otra liga parece jugar Alejandro Sanz, cuya actuación por YouTube ha superado, según datos de su discografica, Universal, los 5 millones de visualizaciones.

El caso de Alejandro Sanz, que lanzó su iniciativa #lagirasequedaencasa es especial porque se trata de un artista con proyección internacional y apareció de la mano de otra figura de la música latina, el colombiano Juanes. Pero no solo las grandes estrellas se benefician de un público internacional. Ese fue el caso de Eva Amaral, que desde el sofá de casa llegó a 25.000 personas, más de las que caben en el WiZink Center de Madrid, donde, de no haber sido por el coronavirus, habrían presentado “Salto al color” el 13 de marzo. Amaral han aplazado la presentación en la capital hasta el 19 de septiembre.

Andrés Suárez, que ha tenido que aplazar la publicación de su nuevo disco, ya listo para publicarse, debido a la emergencia sanitaria del Coronavirus, se sumó a #yomequedoencasafestival y su concierto de media hora suma 42.796 reproducciones en YouTube. Nil Moliner, 18.201 espectadores y Mara Soto, 20.668. La lista se extiende: Dani Fernández, 36.530 y el rapero Rayden, 14.007. Demarco Flamenco, 34.385 y Sofía Ellar, 59.570.

La incógnita es qué sucederá con estos formatos cuando se levante la cuarentena. A priori, este formato de gratuidad resulta insostenible para los artistas, que ofrecen estos conciertos como un regalo para sus fans y una necesidad de expresarse, pero que, sin un patrocinador, no puede mantenerse como modelo de negocio. Por otra parte, es difícilmente comparable la experiencia de un concierto en vivo con unas canciones cantadas al otro lado de la pantalla. Sin embargo, como modelo de promoción y, especialmente de solidaridad en estos tiempos de cuarentena, está funcionando.