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Antonio Orozco: “La bronca entre políticos es una bomba de relojería en la conciencia de la sociedad”

El músico y compositor acaba de lanzar su nuevo single, “Hoy”, una canción vitalista que le ha ayudado a levantarse de sus años más difíciles y la pieza inicial de su primer álbum en cinco años

Antonio Orozco: “La bronca entre políticos es una bomba de relojería en la conciencia de la sociedad”
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Pasa sobradamente los cuarenta, pero Antonio Orozco (Barcelona, 1972) reconoce que las últimas horas las ha pasado como si fuera un niño en la noche de Navidad. Vamos, como un flan. "No duermo, tengo miedo, estoy acojonado, me vienen palpitaciones, me da vergüenza...”. Cualquiera diría que le ocurre algo grave, pero no. Lo que tiene entre manos es “Hoy”, el single cero de su próximo álbum (todavía sin nombre ni fecha de publicación). El final de una cuenta atrás, que se terminaba esta medianoche, marcaba la salida de una canción “ultravitalista” que ha coincidido con la crisis del coronavirus por caprichos de la vida. “La terminamos hace meses”, dice. La primera pieza de un disco que supone cerrar un periodo de casi cinco años sin publicar. Un tiempo en el que el artista ha pasado “momentos muy duros”, afirma, pero a los que ha sabido sacarles el lado positivo. Porque ese es el nuevo Antonio Orozco, un hombre que hace bueno eso del “carpe diem” y que no piensa más allá de los cinco minutos que tiene por delante. Vive al día y vive para el disfrute.

En eso se basa el espacio que ha estrenado en redes sociales durante este confinamiento, Buenas Noticias, un lugar en el que a las once de la noche, “en el crepúsculo del alma”, no busca otra cosa que no sea entretener. Alejarse de las nubes negras que contamos los medios de comunicación y “un lugar en el que encontrar paz y un poco de humor”, apunta. Solo así, este informático reconvertido a músico y compositor no tiene miedo de lo que viene. Sabe que volverán los conciertos, los abrazos y que este periodo “hasta le va a venir bien a la Tierra, que se ha regenerado en 40 días lo que no le hubiéramos dejado en 150 años”. “Todo esto va a pasar pronto y quedará como una terrible anécdota”, cuenta desde su apartamento de Sitges.

–¿Cómo lleva el encierro?

–No lo llevo mal. Por suerte, en mi familia no ha habido ningún caso grave. Los hemos tenido, pero sin más. Así que me siento afortunado, pero con una media sonrisa por la situación, que, en general, es complicada. Dentro de lo malo, estoy bien.

–¿Dónde le ha pillado?

–En Sitges, en Barcelona. Estoy en casa con mi hijo. Dentro de las limitaciones, trato de sacar lo bueno de todo.

–¿Le cuesta perder la sonrisa?

–Bueno... En estos tiempos empatizo con esas familias que han perdido a sus seres queridos, pero la verdad es que soy una persona muy optimista. Aunque este disco no estaba pensado para esta situación, coincide que lleva un mensaje muy vitalista.

–Desde luego que la letra es puro positivismo.

–He pasado unos años muy complicados. Muy difíciles. He estado muy aturdido... Perdí a tres personas muy importantes. Mis tres mejores amigos, entre los que se encuentra la madre de mi hijo... Por eso esta canción viene al pelo. Viene desde el punto de vista de un hombre que se da cuenta de que, a veces, hay que romper con todo para volver a empezar. Yo he roto con muchas cosas del pasado. Pensaba que era imposible y un buen día todo empezó a fluir, empecé a componer y empecé producir esta historia. Por todo eso, creo que va a ser el proyecto más importante de toda mi vida.

–Como dirían los “coaches”, tan de moda ahora, eso sí que es “resiliencia”.

–No soy técnico en psicología, ni experto en reconstrucción emocional, ni nada que se le parezca, pero hay dos formas de enfocar estas situaciones: una es esperar a que cambie todo por sí solo y la otra es invertir todo el tiempo que puedas en hacer que las cosas cambien. Tenemos muchas cosas a nuestro alcance y no nos damos cuenta. No hay nadie que pueda encerrar a la imaginación, y si tú tratas de ser positivo en tu día a día y buscas entretenerte, lo consigues, aunque ahora tengamos una dificultad añadida. No quiero dar consejos porque soy el más malo del mundo, pero a los diez días de estar confinados yo estaba terminando de preparar el videoclip que habíamos hecho hace tres meses, cuando para mí el ‘Covid’ no era más que la mascota de las Olimpiadas, y, de repente, me di cuenta de que siendo músico puedo entretener a la gente y que disponía de una serie de canales para llegar a ellos. Así que intenté cambiar el momento de cualquiera como responsabilidad con mi profesión. Y, desde la humildad de no tener ni idea, he creado un espacio en las redes sociales que se llama “Buenas Noticias”. Me parece que hemos descubierto un montón de cosas que están sucediendo y que no vemos porque el ancho de banda que tenemos en la cabeza da para lo que da. Si te lo llenas todo el día de noticias chungas no ves nada más. Hemos creado un espacio que no tiene más pretensión que el hecho de entretener al que lo quiera ver o escuchar. Y, al final, me he dado cuenta de que el que más cariño recibe soy yo. Flipo con toda la gente que quiere participar. ¿Cómo lo conseguí? Intentando cambiar el momento.

–¿Basta con ponerle una sonrisa a la vida?

–A veces, es así de sencillo, aunque también es verdad que hay una tendencia al “coachismo” barato, que es la nota discordante del momento en el que vivimos. Ahora puedo decir, con toda honestidad, que en mi vida imaginé que vería un país tan unido y fuerte en una situación tan complicada. El aplauso de las 8 es muy significativo para toda una población, una generación, una sociedad... Aunque estemos separados, estamos más cerca que nunca. Y la única nota que va al revés es el enfrentamiento entre los políticos.

–¿Son el peor ejemplo del momento?

–Lo peor con diferencia. Una verdadera desgracia. Los políticos se desaprueban en directo. La gente está viendo los enfrentamientos en televisión al momento y esa bronca es una puta bomba de relojería en la conciencia de la sociedad. Cada vez que empiezan a discutir alientan el miedo, la desesperanza, la tristeza... Todo lo que ellos potencian con sus no acuerdos es lo que va a destruir a esta sociedad, que, repito, está más unida que nunca.

–¿Ve difícil tener fe en la política?

–Considero que existen políticos buenos y con vocación. Hay de todo. Pero lo que está claro es que ellos no son conscientes de lo que hacen. Si lo fueran, y supiesen el desaliento que provocan en la gente, no lo harían. Nadie puede hacer eso a conciencia.

–¿Qué pasaría si se pudiera mandar a todos a sus casas?

–¡Uf! Qué gran opción esa...

–Vayamos con la canción: no quiere saber nada del ayer ni del mañana, solo del “Hoy”.

–El futuro es a corto plazo. Que nadie piense más allá. Mi experiencia en estos meses difíciles me ha enseñado que pasado mañana es muy lejos. Nos pasamos la mitad de la vida pensando en el pasado y la otra mitad en el futuro, y se nos olvida lo más importante: vivir.

–Canta que “escribiremos auténticos planes de amor”. ¿Cuál es ese “auténtico plan” en este momento?

–Sentirnos vivos y sentir que es posible. Lo más bonito para un ser humano es estar enamorado de cada uno de los días. Yo lo que quiero es que cuando alguien escuche esta canción sonría y le entre algo por el cuerpo. Es como si fuera mi primer single. Estoy acojonado, tengo miedo, no duermo... Esta noche [la madrugada del miércoles al jueves], a las 6 de mañana estaba dando vueltas por la cama como un niño el día de Papá Noel. Muerto de miedo, de vergüenza, con palpitaciones...

–¿Y eso es buena señal?

–Pues sí.

–¿Tiene plan para para el domingo? Ya podrá salir a la calle con su hijo.

–Él no es consciente porque vive en su mundo virtual, pero sí. Es un gran acontecimiento. Un paso más en la desescalada. Será como volver a empezar. Y sí, el plan es salir a dar un paseo con el perro y mi hijo, claro. Se habla mucho de héroes en estos días, y los verdaderos héroes viven dentro de los niños. Ellos no saben de pasado ni de futuro. No les hables del mañana. Quieren las cosas ya. Ellos sí son valientes.

–¿Se adaptan mejor que nadie?

–Ahí tenemos una clase magistral de cómo se vive el confinamiento.