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Salas de conciertos: “Es un destrozo. Con esas condiciones es mejor tirar la llave al río”

La Noche en Vivo, la Asociación de Salas de Espectáculos de la Comunidad de Madrid, ve inviable la vuelta a la actividad con las reducciones de aforo previstas

Teatros y salas de conciertos ven "inviable e insostenible" una reapertura en España con reducción de aforo
Entrada a la Sala de Conciertos El Sol, cerrada temporalmente por el coronavirus y un día después de que teatros y salas de conciertos hayan anunciado que ven "inviable e insostenible" una reapertura en España con reducción de aforo, en Madrid (España) a 19 de abril de 2020.19 ABRIL 2020 COVID-19;PANDEMIA;CONCIERTOS;MÚSICA;CANTANTES;ESPECTÁCULO;SALARicardo Rubio / Europa Press19/04/2020Ricardo RubioEuropa Press

Las condiciones fijadas ayer por el Gobierno para la recuperación de la normalidad afectan a las actividades culturales. Según el “plan de desescalada”, museos, teatros y salad de conciertos irán recuperando posibilidades de reiniciar su actividad con estrictas restricciones de aforo. Según las distintas fases, los aforos oscilan entre los 30, 50 y 80 personas en salas cerradas y los 200, 400 y 800 al aire libre, con público sentado y medidas de distanciamiento social. Para Javier Olmedo, portavoz de La Noche en Vivo, la Asociación de Salas de Espectáculos de la Comunidad de Madrid, esta situación supone “un destrozo”. “No podremos abrir si finalmente se publica la norma como se ha anunciado”, reconoce a este diario. Mientras la situación se aclara, han recibido el apoyo de la cervecera Mahou, que, desde hace algunas fechas, patrocina conciertos en “streaming” desde icónicas salas madrileñas para tratar de ayudar a la supervivencia de estos establecimientos. “Somos un tejido cultural que ha tardado en construirse 20 años y que está en peligro ante esta situación. Es muy difícil reabrir o abrir una sala nueva de conciertos”, advierte Olmedo. “ Si se dejan caer esas 40 salas de Madrid, puede que pasen otros 20 años hasta que reabran”.

-¿Cómo valora las medidas anunciadas por el Gobierno?

-Pensamos que hay una inviabilidad total para llevarlas a cabo. Por muchas razones, pero la principal es la existencia de unos márgenes muy pequeños en el sector. Con un aforo reducido, es imposible. Y, por otra parte, ni los artistas ni los promotores ven claro hacer un concierto en estas condiciones. A nosotros no nos han comunicado si existiría un protocolo de medidas de seguridad o higiene. Pero, en todo caso, estamos preocupados porque con la reducción del aforo, ¿multiplicamos por tres el precio de las entradas? Es un destrozo. No se puede abrir.

-¿Temen la quiebra de empresas?

-Pues precisamette me has pillado de bajón, porque salgo de una junta directiva de la asociación, y cuando ves la parte humana... Somos pequeños autónomos y pymes y muchos lo están pasando muy mal y con miedo. Hemos pedido ayudas y una serie de medidas para poder subsistir y es con lo que estamos ahora. Nosotros trabajamos con meses de antelación para las programaciones. Y también nos apena mucho los artistas, que nos están llamando desesperados. Necesitan tocar, y la verdad es que es un problema muy gordo. En Madrid, acogemos a 34.000 artistas al año y no van a tocar en ningún lado. A festivales van un 15 por ciento de esos y el resto se quedará en su casa y es un problema gordo para el sector en general. Pero creo que somos un colectivo pequeño y cuantificable. Y creo que algo se puede hacer si hay intención política, porque nadie puede permitirse el lujo de acabar con el tejido cultural.

-¿Qué otras medidas podrían ayudar?

-Por ejemplo, la flexibilización de los ertes y la adaptación de las normativas aprobadas para otras actividades económicas al sector cultural. Y la liquidez, claro, que al sector cultural no está llegando en absoluto a través de los créditos anunciados por el Gobierno.

-Todo parece indicar que no se volverá a la normalidad a corto plazo.

-Ahora mismo nadie sabe y creo que todo depende de la Sanidad y de la evolución de los tratamientos. Sabemos que la vacuna tardará en aparecer, pero se puede avanzar mucho en cuestión de tratamientos.

-¿Todas las reducciones de aforos son incompatibles con el equilibro del sector?

-Estamos viéndolo, porque en la hostelería en general hay más posibilidades. Se pueden tomar medidas sanitarias y otras añadidas de empresarios de protocolos para sus clientes. Pero eso en una sala de conciertos es casi inviable. No porque no nos podamos adaptar, sino porque nuestros balances son diferentes. Las salas tienen unos gastos añadidos que no tiene la hostelería. Con reducción de aforo es muy complicado. Le estamos dando muchas vueltas a esto, pero la viabilidad de la música en directo es muy complicada. Igual en Libertad 8 o en Búho Real o un lugar de canción de autor, puede funcionar. El camarero a veces hace de técnico de sonido. Pero la viabilidad económica es muy difícil.

-Se lo habrán dicho al Ministerio de Cultura.

-Hemos trasladado que es insostenible la reducción de aforo. Es insostenible, porque contamos con unas cuantías superiores de gastos. Vivimos en la precariedad desde siempre. En otros países hay ayudas, mecenazgo, y aquí vamos al límite, al día a día. Una sala grande es imposible. Sale más barato tirar la llave del local al río y dedicarte a otra cosa. Van a cerrar muchos negocios, pero en nuestro caso somos un circuito muy reducido de empresas y autónomos que ha costado 20 años crear. Si se cierra un bar normal, se abre otro, pero con las salas de música en directo es muy difícil. Si se dejan caer esas 40 salas de Madrid, puede que pasen otros 20 años. Estamos preocupados por el tejido cultural de la ciudad. Somos muy poquitos.

-¿Por qué es tan difícil reabrir o abrir una sala nueva?

-Porque, si no se puede abrir en condiciones, no hay viabilidad. Tenemos una serie de profesionales como seguridad, programadores, técnicos y una serie de gastos laborales superiores a otros formatos. En Siroco, sin la música, te quedas la mitad de la plantilla. Pero los otros tres o cuatro sueldos de conciertos no los puedes mantener vendiendo copas.

-Además, la crisis es mundial.

-Está claro que deberemos trabajar con público local, y luego, si eso, nacional. Pero del internacional nos vamos olvidando. La desescalada por países va a ser muy diferente. Tendremos que ir amoldándonos a un circuito local de artistas y público.

-¿A cuánta gente dan trabajo las salas?

-Cientos de personas de manera directa en contratación laboral. Y mucho contrato de empelo joven, que es el más maltratado por la dinámica económica del país. Nos encontramos con gente que tiene difícil el acceso a otros puestos de trabajo. Y luego, imprentas, programadores, mucha gente que trabaja con nosotros aunque no estén contratados por nosotros.

-¿Qué respuesta han tenido de las autoridades locales y autonómicas?

-A nivel estatal no hay ayudas a salas de conciertos como sí hay para artes escénicas. Y del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid, con Marta (Rivera de la Cruz, consejera de Cultura) y con Andrea (Levy, concejala de Cultura) eso lo han entendido perfectamente. Estamos a la espera de las ayudas y del plan de actividades culturales. Cuantificando de qué fórmula se pudiera hacer una bolsa de ayuda y de rescate. Y una estrategia de comunicación conjunta posterior. Que nos incluyan en ella. Se está produciendo una empatía y yo confío en ellas dos. Son mujeres valientes con ganas de echarnos una mano.

-Se habla de otras fórmulas, como la iniciativa de Mahou con las salas.

-Eso está genial, porque siempre se han implicado mucho. Cómplices de VibraMahou es un ejemplo estupendo de lo que pueden hacer otras marcas. Y ofrecernos esta oportunidad de “streaming” aunque sea de manera puntual y como un cariño hacia las salas. Nos han ofrecido el guante y lo hemos cogido. Está bien concienciar de que seguimos existiendo. Se lo agradecemos.

-Pero es un parche. ¿El modelo será el de siempre?

-Es que en nuestra actividad no hay otra fórmula. No podemos vender a domicilio. Un concierto en directo son sensaciones, cercanía, proximidad y una experiencia que no te va a dar un “streaming” y eso no tiene que ver con verle en una pantalla. Se puede utilizar esto de manera temporal para recordar que estamos.