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Rodajes post pandemia: EPIs, test semanales y nada de menores

A la espera de que el Gobierno acote las medidas, productoras y asociaciones de cine presentan sus protocolos para retomar una actividad en la que besos y abrazos serán ficción: solo se podrán ver delante de las cámaras y con las tomas justas
ERDEM SAHINEFE

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Parece que van a quedar lejos los rodajes «irresponsables». Esos en los que, siempre que no fueran los protagonistas, no se miraba quién caía enfermo. «Traed otro». Y el extra o técnico oportuno salía para que entrase uno nuevo. Bien lo sabe «La reina de África» (1951), cuya grabación no fue la más sencilla de la historia del cine. Con todo el equipo en Uganda, los mosquitos (y sus enfermedades derivadas) no fueron lo peor de la estancia, sino los vómitos y las diarreas provocadas por el agua no potable que estuvieron bebiendo durante días. Solo hubo dos personas que no cayeron en combate: el director y el protagonista, John Huston y Humphrey Bogart, respectivamente. Su secreto, darse a las bebidas espirituosas. Al güisqui, dicen. También sufrieron lo suyo durante el rodaje de «Waterworld» (1995), donde las cincuenta bajas diarias los llevó a pasar de los 65 días pronosticados a los 157. Los inmensos catamaranes eran tan inestables que las náuseas del equipo se convirtieron en una constante, aunque el sufrimiento para el equipo fue ver el castañazo que se dio la película una vez estrenada.
Pero eso ya es otra época, una en la que a golpe de presupuesto se enterraban los problemas de salud. Ahora, con la nueva normalidad a la que nos tiene condenados el COVID-19, la realidad va a ser muy distinta. O, al menos, eso se pretende. Cada lugar de rodaje va a estar más próximo a un plato sobre el que comer la última invención de Dabiz Muñoz que de los viejos cuchitriles en los que se acostumbraba a filmar cualquier cinta del cine quinqui, por ejemplo. Poco sabemos de lo que nos viene encima porque los ministerios de Sánchez no se caracterizan por su agilidad a la hora de proponer, pero los diferentes sectores del cine y la televisión ya se han apresurado a mostrar sus condiciones para la vuelta del parón. Eso sí, siempre con la sensación de estar ante «un futuro bastante incierto», puntualiza Javier Valdés, fundador de la recién creada Alianza de la Industria Audiovisual (ALIA) y dueño de Ad Hoc Studios. Hasta que Sanidad de el «ok», el realizador se remite a varios de los protocolos propuestos por la industria antes de que «cada empresa tome el suyo propio»: el de la Fundación Secuoya, el de la Asociación de Productores de Cine Publicitario (APCP) y el de Spain Film Comission.
Tres textos en los que prima el cumplimiento de las medidas de seguridad generales (mucha higiene y mucha distancia), pero de los que se pueden ir desgranando pequeñas ideas de lo que les espera a técnicos y actores. Aunque las reticencias también están encima de la mesa: «Existe miedo a que el inicio de la actividad sea un peligro más que una ventaja para el sector, así que hay que estudiarlo con cautela», apunta Valdés. Porque, sabiendo que la salud siempre es lo que prima en estos casos, el montante económico no deja de ser importante. Los equipos de protección y desinfección no se van a pagar solos, por lo que los costes de las producciones se incrementarán en un porcentaje significativo: «Nos afecta mucho porque con los nuevos protocolos se incrementan los presupuestos una barbaridad y me temo que repercutirá en bajar el sueldo a los técnicos para poder seguir cumpliendo con el cliente», reconocen desde dentro de un equipo de rodaje. Un contratiempo más para un cine que, según ha calculado FECE (Federación de Cines de España) perderá 43,5 millones de euros por la reducción del aforo en las salas españolas durante el plan de desescalada anunciado por el Gobierno (a lo que habría que sumar los más de 100 acumulados durante lo que llevamos de estado de alarma).
Ya no basta con hacer lo de antes, sino que habrá que dividir al equipo, los mínimos e imprescindibles quedarán en primera línea y los demás, tendrán que buscar su cometido en una sala contigua (y teletrabajando todo el que pueda). Sobrecoste: un espacio con el que antes ni se contaba. De ello bien saben en «Neighbours», el culebrón australiano ha vuelto a la acción tras la tormenta y lo ha hecho con medidas tan curiosas (y sinsentido) como no maquillarlos a ellos. A ellas sí, aunque ya no podrán contar con ese ligero retoque entre tomas. Además, un sanitario es responsable de que todo el mundo se encuentre por debajo de las décimas de fiebre permitidas y, para prescindir de «foráneos», cámaras y demás miembros del equipo hacen a su vez de extras. También en Suecia se ha abierto la veda, donde no se permiten aglomeraciones de más cincuenta personas y donde cada uno debe tener sus dos metros cuadrados de espacio propio. O Netflix, que ya está rodando en países como Islandia y Corea del Sur. Otros como Mickey Rourke no pararon y ya tienen lista su «Warhunt», una ficción de terror que protagoniza y que está ambientada en la Segunda Guerra Mundial.
Mientras, aquí, en España, se apunta a que la fase 1 (localizaciones interiores y privadas) de la desescalada sea la que abra el nuevo mundo de los rodajes (en Hollywood, por ejemplo, los más optimistas hablan de julio-agosto para retomar los montajes). Las medidas de seguridad básicas, llamemos así a las que ya tenemos interiorizadas, parecen un fijo: mascarillas, guantes, espacio y geles hidroalcohólicos por doquier. Llama más la atención que se reclame vestir a todo el grupo (viendo la dificultad que se ha tenido solo para asistir a sanitarios) con los equipos de protección individual (EPI). Todo sea por «extremar las precauciones sanitarias para establecer un escenario de “rodaje limpio”, donde generar un entorno que provoque la realización de los trabajos de cada departamento con el menor riesgo de contagio posible, apoyados en medidas oficiales y medidas especiales detalladas a lo largo de este protocolo», dicta la APCP reiterando «la responsabilidad personal de cada uno de los trabajadores fuera del entorno laboral».
Y como todo lo que ocurra más allá del set no se puede regular con las normas específicas del sector, los protocolos anunciados reclaman los tan reclamados test. En este punto sí hay disparidad de opiniones: si la APCP no los ve indispensables en sus normas, Secuoya y Spain Film Comission, sí. Mientras estos últimos aconsejan «que todas las personas que vayan a trabajar presencialmente en el lugar de rodaje se hayan realizado en los quince días previos a su incorporación un test serológico o prueba médica acreditada que certifique que ni padecen ni pueden contagiar la enfermedad», las otras medidas abogan por dos pruebas antes del inicio: uno, un test serológico, siete días antes a todas las personas que vayan a participar en el rodaje, y otro, PCR, a aquellos que no estén inmunizados. Con la excepción del elenco principal, al que «se le repetirá la prueba cada siete días para poder identificar de manera continua si se ha producido algún contagio».
Un protocolo utópico para muchos. En concreto, para la guionista Marta Buchaca «es algo muy difícil de conseguir. No podemos tener test para todos». De momento, a ella no le ha tocado rehacer guiones. Dice que todo ha continuado como siempre y que «no concibo escribir escenas para actores que no se pueden acercar más de dos metros». Sin embargo, introduce una posibilidad: «El cine refleja la realidad y si esa realidad cambia para siempre habrá que recogerlo», afirma. A Buchaca el parón le pilló en mitad de una comedia en la que reconoce que no se ha visto alterada la trama, pero que sí ha variado cosas: el mundo ya no será el de 2020, sino el de 2021 «porque presumiblemente todo esto ya habrá pasado» y, además, no ha podido evitar su influencia y ha metido una referencia al COVID.
Difícilmente se verá en los próximos meses a un guionista por el plató. Siguiendo las pautas, son carne de teletrabajo. Lejos de extraños controles que determinarán quién es apto y quién no. Con todos «limpios», dicho por los test, entrar al rodaje será toparse de primeras con un termómetro sin contacto o de infrarrojos. «En el caso de temperatura mayor de 37,5 grados se le enviará a su domicilio o a un centro de salud». Pero si logra el permiso, ya con el EPI enfundado, podrá acceder al set «con una identificación en forma de pegatina con la leyenda “inspección realizada”». Una vez dentro, cada departamento será estanco. No se podrán juntar con otros, salvo que sea estrictamente necesario, como es el caso de los intérpretes, que deberán pasar por vestuario (donde cada prenda contará con el nombre del actor) y maquillaje (en el que se recomienda emplear utensilios de un solo uso). Un nuevo mundo en el que hasta la comida estará custodiada y en el que cada herramientas será individual, en el que se evitarán guiones de papel, donde no habrá niños (las oficinas encargadas de dar los permisos no tienen fecha para empezar a darlos), en el que se tendrán recambios de cada persona e, incluso, en el que Secuoya invita a «controlar la tos y los estornudos» (como si fuera voluntario).

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