Theda Bara, la primera estrella “vamp”
Se decía que fue criada con sangre de serpiente y que tenía poderes mágicos para volver locos a los hombres. Fue la primera mujer fatal
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La creación de la estrella “ex novo” fue un invento del productor William Fox, utilizando la técnicas de la publicidad comercial y los eslóganes de BP Schulberg a comienzos de la década de los años 10. Fox contrató a una joven, le cambió el nombre y antes de rodar una película había creado a Theda Bara, la primera vampiresa del naciente “star system”. Compró los derechos de una obra teatral que se ajustaba a las característica de la vampiresa: “A Fool There Was” (1914), que causaba furor en Broadway. En aquel cine mudo donde triunfaban la virginal Mary Pickford y la inocente Lillian Gish, pedía a gritos a la mujer fatal: una viciosa que sometía a los hombres a su voluntad mediante su belleza, sensualidad y engaño.
¿De dónde surgió la idea de convertir a Theda Bara en la primera “vamp” del cine? Su origen es el cuadro de Philip Burne-Jones que ilustraba el poema “The Vampire” (1897) de Rudyard Kipling, del que se escribió una obra de teatro, “A Fool There Was” y que dio pie a la película que lanzó a la fama a Theda Bara. Un mes después se editó “Drácula” (1897) de Bran Stoker. W. Fox había comprado los derechos de la obra para lanzar a Theda Bara, que posó imitando a la vampira del cuadro, pero de aquel hombre desangrado a mordiscos apenas quedaba su esqueleto. La metáfora de la “vamp” que destruye con placer a los hombres salía reforzada con esta imaginería circense friqui.
Hija de jeque
Al inicio del “star system” la estrella era una réplica de su personaje. Idéntica dentro y fuera de la pantalla. Se creaba la estrella sobre el molde del personaje que la encarnaría, como las alegorías: la virgen, la ingenua, la vamp, la “flapper”. A Theodosia Goodman, nacida en Cincinatti, Fox la transformó en una mujer exótica, comenzando por el anagrama de “Death Arab” (muerte árabe) para componer su nombre artístico, y la rodeó de misterio: Nacida en Egipto, hija de un jeque y una princesa, criada con sangre de serpiente y raptada por una horda de salvajes nómadas. Theda Bara tenía poderes mágicos con los que volvía loco a los hombres, además de un pérfido erotismo, como demuestran las fotografías que realizó Hoover en su estudio, en la estela decadente de los prerrafaelitas y su ideal de la mujer del amor cortés, como imagen de la muerte, la siniestra Gorgona de “La Belle Dame Sans Merci” del poema de Keats.
Su promoción nacional fue espectacular. Vestía de hurí, desconocía el inglés y posaba para la prensa entre nubes de incienso y el resplandor verdoso del cuadro de “La vampira” de Burne-Jones. El eslogan fue impactante: “La más célebre de las vampiresas, en el papel más osado, provoca la ruina y toda clase de desastres a miles de hombres”. En los tres primeros años hizo cuarenta películas, primero por 75 dólares a la semana y al finalizar el contrato por 4.000. Según Alexander Walker, Fox y Bara le añadieron al personaje el concepto moderno de “sex appeal”: “Theda Bara y sus imitadoras hicieron fascinante el erotismo cinematográfico para el creciente público de la clase media”. Se crearon canciones y hasta un nuevo baile: “The Wampir Walk”, parodias de la extravagante Theda Bara.
Representó a mujeres pecadoras pero independientes: Salomé, Carmen, Du Barry y Cleopatra. Se diseñaron sus efectistas ropajes con sujetadores de telaraña o áspides enroscadas en sus pechos. Posaba con calculada dejadez. En ambientes fastuosos, abandonándose al placer sexual, sin necesidad de casarse, preludio de la guerra de sexos. De Mille transformaría a esa peligrosa “vamp” en una mujer en proceso de liberación en sus comedias de amas de casa que se refocilan en el lujo doméstico, como Gloria Swanson. Y Greta Garbo la divinizaría con una sexualidad exótica e impulsiva, cuyo deseo de amar hacía sufrir tanto como sufría. La renovación del viejo Hollywood llegó con los directores europeos, acompañados de sus estrellas: Lubitsch con Pola Negri y Stiller con Greta Garbo.
El impacto de Pola Negri puso en ridículo la artificiosidad pop de Theda Bara, reencarnándose en la nueva “vamp”, rival de Gloria Swanson, que transmitía la imagen de un temperamento desenfrenado; excesivamente apasionado para Hollywood. En “Forbiden Paradise” (1924), de Lubitsch, interpretaba a Catalina la Grande, que exigía a su guardia aceptar sus favores sexuales o ser ejecutados. La Paramount, preocupada por los escándalos del asesinato de W. Desmond Taylor, la “fiesta salvaje”, de Fatty Arbuckle, en la que mató a Virginia Rappe y la muerte por sobredosis de Wallace Reid, ex de Gloria Swanson, decidió suavizar los papeles de Pola Negri.
Tras su romance con Chaplin, fue amante de Rodolfo Valentino, sin duda un montaje de los estudios para ocultar su fama de gigoló homosexual. Pero al morir Valentino de una peritonitis, Pola Negri se vistió de luto y acompañó el féretro de Valentino como su desconsolada “viuda”. Quizá fue su mejor interpretación, pero la denuncia de fans y la prensa norteamericana como un artificio publicitario puso fin a su carrera. Theda Bara ha quedado como una figura fascinante por su efectismo pop y su friqui encanto camp.