Vinícius de Moraes, 50 años de mil noches en la Fusa
Una edición 50 aniversario recuerda las noches de Vinicius de Moraes en La Fusa, un disco inolvidable que cambió la historia de la música iberoamericana
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Quedó registrado como una enorme carta de amor en dos volúmenes, en dos sesiones de grabación bastante chapuceras pero a cual más bella. Las dos sesiones que Vinícius de Moraes tituló bajo el espíritu de La Fusa, un club de Argentina que tuvo tres sedes, marcaron un hito en la música iberoamericana y todavía hoy atacan al estado de ánimo del oyente. Pero tan bello como el resultado final es toda la intrahistoria de la obra, que ya hoy ha perdido la coletilla final de En la Fusa, entre otras cosas, porque nunca se grabó en el mítico local donde Vinícius apuró unas cuantas noches, sino en un estudio de Buenos Aires con público. Ahora aparece una edición 50 aniversario con la coletilla de «en Argentina» y una docena de temas inéditos para recordar que hace cinco décadas se hizo esta obra inolvidable.
La mesa, el whisky, los hielos
Con poco más de 40 años, el «poetinha» ya había hecho historia en la música de su país, de la mano de Antonio Carlos Jobim y Joao Gilberto, dando forma a la «bossa nova», hoy en día, más que un género, un estilo nacional. Había compuesto ese templo sonoro que es «La chica de Ipanema», aun hoy una de las canciones más conocidas y reproducidas de la historia. Vinícius, que era también diplomático de carrera, estaba en la flor de la vida, en la cresta de la ola. Sin embargo, sobrevino la dictadura militar en Brasil y, debido a sus posiciones políticas fue apartado de la carrera. Había sido cónsul en Montevideo, así que se quitó de enmedio por si las cosas empeoraban. Se refugió en Punta del Este, lugar de veraneo de las clases pudientes argentinas y uruguayas. Y empezó a frecuentar un local que regentaban unos argentinos, Óscar Pérez y Silvina Muñiz. Un día le reconocen y le piden cantar, pero el poeta, que estaba gordo y se sentía viejo, dijo: «Ya no puedo, estoy acabado». Así que sus anfitriones encontraron la forma de protegerle, para que se sintiera más seguro, con una mesa y una botella de whisky (que también alegraba algo) y Vinícius cantó sentado y ahí comenzó la marca de casa.
Dos noches en la Fusa o ninguna
Vinicus cantó muchas noches y consiguió lo más difícil, volver a sentirse importante. Pero la política Lationamericana no da un respiro. Se produce el golpe militar en Uruguay y, ante el clima imposible de Brasil (Chico Buarque, Gilberto Gil y Caetano Veloso estaban exiliados), los dueños de la Fusa deciden trasladarse a Buenos Aires, donde el régimen militar no es tan asfixiante. Lo sería unos años después, no cabe duda. La nueva Fusa se abre en un local pequeño, en la calle Santa Fe, y Vinícius se vuelve célebre, con el repertorio de sus amigos, de los viejos y de los jóvenes, y con la cubitera, el cenicero y la botella de Johnny Walker. La bohemia argentina le adora y él se agiganta. Si nunca fue viejo, en esta época menos que nunca. Hace un equipo colosal con María Creuza y con un joven guitarrista desconocido: Antonio Pecci Filho, conocido como Toquinho. El diplomático entretiene, cuenta anécdotas, recita. Así que, como era de esperar, no tarda en surgir la idea del disco, en un momento en que Vinícius no tiene contrato con ninguna compañía. La idea inicial, era, claro, grabarlo en La Fusa. Pero la acústica era muy mala y se decantan por hacerlo en unos estudios pero con el público de una noche en el local, al que se llevan, después de un concierto en el local. Con todas sus deficiencias (cortes abruptos, discursos interrumpidos) la grabación de 1970 capta la magia del directo con una calidez impresionante. Su éxito fue arrollador.
Cuando ya La Fusa había estrenado su tercera ubicación, en Mar del Plata, se decidieron a hacer un segundo asalto, aunque María Creuza no podía participar ya que acababa de ser madre. Así que la cantante fue otra enorme intérprete, María Betanha. También apareció con el título de La Fusa, pero volvió a grabarse en los estudios Ion, de Buenos Aires. El repertorio conjunto, los intérpretes (con Caetano Veloso incluido), las historias, y las maravillosas letras que suman ambos discos los mantienen vivos y emocionantes más si cabe que el primer día. Abrió el mundo para la música brasileña, que impactó en los oyentes, especialmente latinoamericanos pero también europeos y estadounidenses. Vinícius murió hace este año cuatro décadas. Lo hallaron en la bañera, donde le gustaba escribir.
Doce cortes inéditos de casa Vinicius
La nueva edición presenta una sorpresa, doce temas inéditos grabados en una reunión privada que tuvo lugar en Buenos Aires en 1968, año en que se presentaron en la ciudad varios artistas brasileños. En las grabaciones participan músicos como Dorival Caymmi, el Quarteto em Cy y Oscar Castro Neves; junto a artistas locales como el Cuarteto Zupay, Astor Piazzolla y Amelita Baltar.