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¿Cómo reaccionar ante la desaparición de una hija?

David Pérez Sañudo debuta en el largometraje con “Ane”, el reflejo intenso de una ruptura maternofilial
TAMARA ARRANZImdb
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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El activismo juvenil entendido como secreto inconfesable, como reflejo de lo prohibido, como el retrogusto de esa primera calada a escondidas. Así vive la protagonista de “Ane”, el bautismo cinematográfico de David Pérez Sañudo, su participación en las protestas que tuvieron lugar en Euskadi en 2009 por las obras del AVE y las escisiones sociales que todo ello conllevó. Con el mencionado escenario utilizado de forma oportuna como telón de fondo, el realizador construye una cinta que utiliza la humildad y sencillez de las relaciones humanas para poner de manifiesto la complejidad de la realidad social. Lide y Ane, Ane y Lide. Y en medio de esta relación maternofilial, la desaparición repetina de la joven tras una discusión detona un atropellado remolino de sensaciones enconadas, descubrimientos inesperados y búsqueda de identidades.
“Mi profesor de interpretación nos decía siempre que todo está en la obra. Pero luego te das cuenta de que en la vida moderna no todo es Shakespeare y no es tan fácil encontrarte con personajes que de base ya están fundamentalmente bien escritos. En el caso de Lide, sí. Hay algo que me gusta mucho de la película y es que las cosas no están en la boca. Pasan, se cuentan, pero no te las dice el personaje”, comenta Patricia López Arnáiz al otro lado de la pantalla. La protagonista de “La otra mirada” se sumerge en esta ocasión en las complejidades y losas que supone la maternidad, pese a no tener ningún tipo de contacto directo con ello: “No soy madre, pero me han hablado de esa sensación del nido vacío, y pienso que tiene que resultar difícil desprenderte de alguien que has tenido siempre a tu lado. Mi personaje, si lo piensas, no acompaña a Ane en su iniciación en el mundo adulto. De repente hay una separación física y también emocional, pero no vive ese proceso”.
Por su parte, el director asegura que los problemas que surgen en el ámbito doméstico le parecieron interesantes para vehicular la historia: “Uno de los propósitos que perseguía con esta película era precisamente mostrar precisamente algo tan íntimo y cotidiano como una relación familiar y la energía de lo revolucionario. Porque muchas veces pienso que ahí es donde se encuentra el interés, en lo pequeño”. Arnáiz, además, sitúa en el amor como concepto y también como sentimiento de generosidad la clave emocional para entender el proceso de búsqueda y rebeldía que lleva a cabo Ane, porque, al final, no hay nada más sincero que la entrega, ni más gratificante que el cariño colectivo de los demás: “Pienso que Ane está buscando el amor. Lo que nos mueve es eso. Incluso las mayores barbaridades que podemos cometer como seres humanos pueden interpretarse como desviaciones de la búsqueda del amor. Lide ama a su hija, aunque no se da cuenta de lo mucho que la necesita hasta que no se empieza alejar, como también pasa en la vida ¿no?”, señala.