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Crítica de «Galdós, sombra y realidad»: Galdós en su secreta intimidad ★★★★✩

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recursos foto TEATROEsmeralda MartínTeatro Español

Autores: V. Fernández e I. Del Moral. Directora: Pilar G. Almansa. Intérpretes: Carmen Conesa, Jesús Noguero, Diana Palazón... Teatro Español, Madrid. Hasta el 13 de diciembre.

Después de aquella joya estrenada en 2019 que fue «Espejo de víctima», Ignacio del Moral vuelve a demostrar, en esta ocasión junto a Verónica Fernández, que el teatro puede ser hijo tan legítimo de la literatura como cualquier otro género, y que la palabra puede acompañar la acción no solo para sostenerla y justificarla, sino también para hermosearla, para hacer que la experiencia teatral sea más conmovedora, contundente y, por lo tanto, desde un punto de vista puramente artístico, más rica. Pero esto es una tarea colectiva, claro está; y tanto debe esta estupenda función a los dos dramaturgos como a la exquisita elegancia de la puesta en escena, dirigida por Pilar Almansa, y al extraordinario reparto de actores que ha hecho.

Encabeza el elenco Jesús Noguero –soberbio una vez más– dando vida a Galdós en los instantes previos a su muerte. Sentado en una silla en el vacío del escenario, débil y ciego, a punto de entrar en ese túnel que dicen nos lleva a otra parte, el escritor emprende un onírico viaje por los episodios de su vida en los que desempeñaron un importante papel las mujeres a las que amó. No puede estar mejor creada esa atmósfera de ensoñación en la que todo acaece: impecable la luz de Carlos Torrijos, así como la música de Mariano Marín; y sumamente original el movimiento escénico de Amaya Galeote sobre la cambiante escenografía de José Luis Raymond. Todo está perfectamente calibrado y ensamblado para crear un espacio de fantasmagoría en el que la directora ha sabido guiar la historia, paradójicamente, con una verdad arrolladora.

Para conseguirlo ha sido fundamental, obviamente, el fantástico trabajo de todas las actrices que acompañan a Noguero –destacan Ainhoa Santamaría, Marta Aledo y Carmen Conesa–; pero también la precisión en el ritmo de la acción y el equilibrio en el manejo de las emociones dentro del ámbito de la intimidad del protagonista. Una intimidad que, no por ser poco cocida, podría resultarnos algo inverosímil si se empezara a detallar más de la cuenta. Aquí todo se aparece a los ojos del espectador de manera más sugerida que explicada, y todo cobra así, curiosamente, el más convincente dramatismo que podría tener.

Lo mejor

Cómo se resuelve la dificultad de relacionar a los personajes de Galdós con las mujeres de su vida.

Lo peor

La realidad de personajes y hechos limita en algunas escenas las posibilidades que ofrecería la ficción pura.