Sección patrocinada por sección patrocinada
Cine

Cine

“Manual de la buena esposa”: arqueología del patriarcado francés con Juliette Binoche

Martin Provost dirige un alegre canto feminista sobre las férreas normas a las que eran sometidas las mujeres de los sesenta en una Francia que se quería revolucionar

Juliette Binoche se pone a las órdenes de Martin Provost para rodar "Manual de la buena esposa", un auténtico éxito de taquilla en Francia
Juliette Binoche se pone a las órdenes de Martin Provost para rodar "Manual de la buena esposa", un auténtico éxito de taquilla en FranciaLa Razón

A la Francia a la que se le hincha el pecho cuando habla de mayo de 1968 y busca honor en la arena bajo los adoquines, se le olvida a veces que aquella revolución fue provocada por el aliento de un país duramente represaliado durante los sesenta. Allende los Pirineos, los valores de la patria y la familia eran ley, e incluso se formaba a las jóvenes en edad de buscar matrimonio en las conocidas como Escuelas de Economía Doméstica (“École ménagère”). En “Manual de la buena esposa”, que se estrena esta semana en salas españolas después de convertirse en un pequeño fenómeno en su país de origen antes de la pandemia, el director Martin Provost recoge testimonios reales para imaginar a la curtida Juliette Binoche al frente de una de estas instituciones.

De hecho, aunque en la película todo explote en alegoría feminista y musical de “rodaje casi imposible pero muy gratificante”, según su responsable, este tipo de escuelas ahora anacrónicas operaron en el país vecino hasta bien entrados los ochenta: “Cuando empecé a investigar, me di cuenta de que la mayoría de chicas solo se apuntaba porque no querían separarse de su grupo de amigas de toda la vida, incluso aunque tuvieran medios para ir a la Universidad”, comenta el director. Esta búsqueda de la “mujer perfecta” tiene su origen en 1829, cuando Sophie Ulliac-Trémadeure escribió “La ama de casa”, una especie de decálogo recalcitrante sobre el papel de la mujer como poco más que un mueble.

Provost, que ha debatido siempre la arqueología del patriarcado galo a través de su filmografía, explica que “Francia sigue siendo un país muy machista”, pero que “siempre es bueno recordar de dónde venimos”. A través de la mirada de un grupo de chicas que hacen lo posible por sentir la brisa del cambio y de una Binoche a la que libera la viudedad, la película intenta reconstruir, en clave de comedia con pies de plomo, el mundo al que las mujeres eran condenadas en esa época. “Mi cine es quien soy y lo femenino acaba aflorando en mis películas. Las mujeres siempre han estado presentes en mi vida y podría decir que son mi problemática preferida a explorar”, explica el director antes de confesarse: “Mi padre era un oficial de la marina, un personaje muy autoritario con el cual tenía una relación muy especial. Él, por ejemplo, me daba la mano en lugar de abrazarme, nunca mostraba su afecto. Mi madre, al contrario, era una mujer de un cariño, afecto y alegría desbordantes. Esos dos pulsos quedan claramente reflejados en el filme”.

Más allá de los fantamas personales, la película de Provost, a la que también se suman Yolande Moreau (“Amelie”) y Edouard Baer como secundarios de lujo, no deja de aportar una mirada vitalista y reflexiva a un período de la historia que quedó sepultado bajo los cañonazos de la revolución cultural.

Leduc y Beauvoir

Director de «Violette» en 2013 y experto en la figura de la escritora Violette Leduc, Martin Provost reaccionó con «alegría» a la revelación de sus cartas íntimas con Simone de Beauvoir, en las que le confesaba su amor solo para ser rechazada. «Eso sí», añade el realizador, «creo que deberían ir directamente a la Biblioteca Nacional y no ir rebotando de mano en mano de coleccionistas privados».