«La panadera»: sexo, internet y cintas de vídeo
Sandra Ferrús presenta en Madrid una obra de teatro en la que debe lidiar con la publicación de un vídeo sexual del pasado de su protagonista
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Vero tenía dos niños y era una madre feliz, sin embargo, un viejo vídeo cambió por completo su vida. No soportó volver a un capítulo pasado, pero, sobre todo, el teatrillo que se había formado a su alrededor. Aquella secuencia grabada cinco años antes se había hecho viral en su empresa, Iveco, y los cuchicheos fueron la norma en los corrillos de compañeros. Donde ellos veían una gracieta, la protagonista se desgarraba por dentro. También llegó a su marido, trabajador de la misma. Dicen que, en aquel momento, el 80% del personal sabía de la existencia del vídeo. Vero no lo soportó. Se quitó la vida a los 32 años. Y fue ahí cuando se hizo público el drama: un juego, calentón o como quieran llamarlo –pero tan lícito como el que no lo lleva a cabo– que ponía patas arriba a una familia que parecía estable.
De esto se cumplirán dos años en junio, y, por entonces, Sandra Ferrús ya tenía entre manos un proyecto en el que reflexionaba sobre casos similares al narrado, sobre esos actos del pasado que llegan al presente para zarandearlo como quien varea un olivo para coger las aceitunas. Concretamente, dice, inició la empresa tras leer una noticia sobre una mujer que se convirtió en motivo de burla tras la difusión, sin su consentimiento, de un vídeo de contenido sexual: «Empecé a preguntarme cómo estaría, si tenía apoyo, hijos, si yo me sobrepondría...».
En la historia de Ferrús Vero es Concha (interpretada por la misma autora y directora del montaje) y, aunque no esté inspirada directamente en ella, sí lleva trocitos de su tragedia. También de otras chicas que se vieron en situaciones por el estilo. «La panadera», que llega mañana a la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero, cuenta la historia de una mujer de cuarenta años, encargada de una panadería, casada y también con dos hijos. Una mujer con una vida tranquila y feliz que un día se despierta con la noticia de que por las redes sociales corre un vídeo íntimo suyo manteniendo relaciones con una pareja que tuvo hace quince años y que ahora es famoso en Italia gracias a un «reality» televisivo.
Ahí estalla la trama de una función que aborda «cómo la imagen personal es puesta en las redes y es usada y pisoteada como si fuera una cosa y no estuviera ligada a una vivencia humana», explica el director del Centro Dramático Nacional, Alfredo Sanzol: «En las redes sociales entramos en un visionado muy deshumanizado de todo lo que sucede ahí. Sandra ha contado la historia que hay detrás de esas secuencias para poner sobre la mesa una situación que para quienes ven esas imágenes simplemente son un chiste y una manera de pasar el rato y reírse un poco».
Con el estallido del conflicto, la protagonista, rodeada de mensajes anónimos jocosos, pide ayuda a una terapeuta (Susana Hernández) para evitar que el miedo la paralice y que su entorno familiar y social salte por los aires. «Esta obra quiere ser un abrazo para esa mujer que podría ser mi hermana, mi vecina, yo o tú», cuenta Ferrús sobre «el daño que alguien puede hacer a otra persona con un solo dedo». «Es un deseo de parar la cadena –continúa la directora–, de romper creencias, de tomar conciencia y dar confianza y soporte. Es un deseo de unión y de esperanza».
Un proyecto que, en palabras de Hernández, invita a reflexionar sobre la «libre sexualidad» de las mujeres y sobre la igualdad, porque ante estos actos «ni los hombres son unos machotes ni las mujeres unas putas», zanja.
- Dónde: Teatro María Guerrero (Sala de la Princesa), Madrid. Cuándo: desde mañana al 7 de marzo. Cuánto: 25 euros.