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C. Tangana: “La masculinidad que nos enseñaron ahora resulta que es un cáncer”

Publica “El Madrileño”, un disco “de coplillas” que amplía el horizonte artístico y lírico con un gran despliegue de colaboradores

Antón Álvarez (Madrid, 1990), “Pucho”, ha asumido ya varios alias o personajes. Ha sido Crema y ha sido El Ídolo y ahora, con renovación estética, es “El madrileño”, el título de su nuevo disco, que se publica mañana, y que ya ha hecho correr cataratas de opiniones digitales. Lo que contiene el nuevo trabajo son 14 canciones de C Tangana con otras tantas colaboraciones que ponen su sello personal a las canciones que han coescrito con el madrileño en su disco más ambicioso. Un trabajo que reivindica la lírica popular y que abre su mapa de relaciones artísticas hasta Latinoamérica, la paleta estilística dejando atrás el rap y, finalmente, el abanico temático, aunque tampoco mucho más allá del yo. Cada vez menos, pero sigue habiendo sexo, “farlopa” y “lambos”, pues es la marca de la casa.

-Creo que ya tenía un disco hecho cuando se encontró con el personaje de “El madrileño”.

-No exactamente. Lo que menos tiene “El madrileño” es precisamente de personaje. Yo siempre he hecho mucho hincapié en la performance artística y lo más revolucionario que hay en el disco es ser más espontáneo, menos personaje y más yo. Esa es la parte más guay, que me he atrevido. En el vídeo de “Ingobernable”, por ejemplo, salen mujeres de mi familia. Yo siempre he he hablado de mi vida, pero con la barrera del personaje. Lo que sí es cierto es que tenía un disco y que lo he metido en un cajón. Los de la compañía se querían morir o matarme. Entero. Literalmente, pero bueno, ha salido bien y ahora están contentos, pero había que verles la cara. La puedes cagar, pero ha salido bien

-¿En “El madrileño” no hay construcción?

-Siempre hay algo de construcción, pero soy yo.

-Entonces, para el que pueda pensar que la tradición, el pasodoble o la copla son una idea comercial, ¿se equivoca?

-De hecho yo llevo toda la vida echando para abajo toda la música popular que no era urbana y ahora ha salido.

-¿Estaba en su educación?

-Bueno, he tenido que hacer investigación, sobre todo en la música latina, por ejemplo. Mi madre era muy religiosa y la Semana Santa ha estado muy presente en mi vida. He ido a verla a Sevilla con parte de mi familia, que me ha llevado a conocer cada cosita, y considero que la Semana Santa es algo de España porque mi padre es de Galicia y allí tienen una particular. La copla ha pertenecido a mi vida, más allá de las que conoce todo el mundo, por inquietud he ido buscando más, pero todo lo que sale, las colaboraciones, es mi música, me sale de dentro.

-¿Cómo iban surgiendo todas estas colaboraciones?

-Fuimos a Cuba y Elíades Ochoa y me trató como si yo fuera un artista de verdad y me abrió su estudio como si yo fuese alguien que se puede poner a componer a su lado. Y salió muy bien y me di cuenta de que podíamos hacer el disco al nivel que ha salido. El objetivo era reivindicar la canción popular desde muchos sitios del mundo y en mi viaje, todas las cosas en las que me metía, quería tener cerca la voz de la experiencia y ver cómo se hace. Con Andrés (Calamaro) y con Jorge (Drexler) quería quedar para componer, pero en otras era más bien que tenía una bossa y preguntaba: “¿qué sería lo mágico?” Pues que a Toquinho le interesase. Y así se ha ido construyendo. Y también quería que fuese vanguardista y que incluyese algo de propuesta actual y pensé en qué tipo de artistas jóvenes quería incluir. Buscaba artistas que le hablan a público masivo pero que estuviesen al margen, como este disco, que no hablasen desde el “mainstream”, desde el reguetón, del trap, del rap, de lo comercial. Gente como Ed Maverick que hace folk con una guitarra y tiene cientos de millones de reproducciones o Adriel Favela que, en vez de hacer reguetón al uso, hacen corrido y lo rejuvenecen a su manera.

-¿Es un momento de volver a mirar atrás, a la raíz?

-Creo que la época que me precede en la música, antes del estallido del género urbano, estaba el indie. Y el indie consistía en que, cuanto menos de donde fueras parecieses, mejor. Que nadie pueda decir que eres de aquí o allá. Y después de ese desarraigo ha venido el arraigo en lo que conoces.

-Hay quien dice que la España cañí que antes era hortera, ahora vuelve a molar.

-Yo creo que se ha renegado mucho de cosas de nuestra cultura que se pueden actualizar y darle poesía, como a todo. Tenemos romantizados los barrios populares de Los Ángeles o Brasil, que no dejan de ser barrios pobres como una favela, que nos parece algo espectacular. Bueno, pues eso se puede hacer igual con las cosas que tenemos en España, que si no las miras con asco y le das poesía, pueden ser bonitas y te recuerdan a ti. Y encima serás original en el mundo. La única forma de serlo, para alguien intuitivo como soy yo, es que no hay nadie más que haya nacido en el día que nací y el lugar, de los mismos padres y con mi nombre. Y mantenerte fiel a eso es lo que te da la originalidad. Todo el mundo la quiere. Basándote en lo tuyo es como lo consigues.

-Habla de darle poesía, ¿cuál es la poesía de “El madrileño”?

-Para mí es mirarlo con ojos bonitos y dejar que las cosas hablen. En el cine se hace mucho. Dos gallegos en paro que cruzan en ferry todos los lunes, contado así, no es nada. Pero si ves “Los lunes al sol” y dejas respirar a las imágenes, ves la poesía. Así que yo lo concibo como mirar las cosas de una cierta forma para sacarles lo bonito.

-Pues la verdad es que hay más imágenes decadentes que bonitas en el disco.

-La hay, porque a mí me gusta la suciedad y el lado oscuro de la vida. Yo he rapeado toda la vida y la literatura que me gusta es la de los “beatniks” o el realismo sucio. Me gusta esa parte de la vida, me gusta la noche y es el mundo que conozco y donde le encuentro la poesía fácilmente. Pero he hecho un ejercicio por escribir acordes mayores, por hacer canciones como “Cambia” o “Los tontos”, por ampliar mi mundo y que no todo sea decadencia o pena. Pero te entiendo y es donde mejor me muevo.

-Claro, y luego está el reverso: sexo, “lambos” y la coca. Pero ya no sé si es para “frontear” (hacer ostentación), como dice Omar Montes...

-Creo que no hay tanto de eso. Que las únicas veces que aparece es poético o descriptivo. Es el disco en el que menos hablo de droga y... de los típicos temas de rapero.

-¿Le sale de forma automática?

-No, está en las canciones como en la vida. Ahí cuento una historia de una chica que cuando me conoció de fiesta y hasta las cejas y ya sabía que yo era un cabrón. Luego quiere que sea otra persona, pero cuando me conoció era así... y no le puedes pedir peras al olmo. Cuento cómo era y cómo yo estaba. Pero no son temas recurrentes, he buscado otros puntos de fuga. Aunque sí, me lo he pasado muy bien.

-Pero ya sale menos, ¿o no?

-Me lo sigo pasando muy bien, pero el ritmo frenético de hace dos años viajando por mazo lugares del mundo de hotel en hotel... ya es otra vida.

-¿Escribe más de día?

-No, de noche. Voy al estudio normalmente por la tarde. Kigo (su mánager) lo pilla antes y ya llego yo cuando sea. Y me voy muy tarde, muy muy tarde. Es que desde pequeño no me salen bien las cosas por la mañana. Les falta pasión. Por la mañana está para hablar y resolver temas, organizar y eso. Pero escribir una coplilla buena, no me sale.

-La canción de Calamaro ha despertado una especie de reacción a lo “macho” de la letra.

-Creo que es una discusión que está bien, pero mi música habla por mí. Yo en mi vida personal lo tengo claro. Invito a la gente a que escuche el disco y me cuenten lo que opinan. Si van a hacer un debate de esos de mierda de internet, no me interesan. Si alguien quiere hablar de cómo me he tomado la masculinidad en este disco y escuchando las canciones y su propuesta, voy a esa conversación. Si van a coger una frase que escribió Calamaro hace 700 años, no. Para hablar de un discurso, sí.

-De la masculinidad quería hablar.

-Creo que hay un montón de momentos bonitos en el disco respecto a eso. Una de ellas es la de “Cambia”, que es una manera de hablar de qué nos pasa a los chavales de mi generación que, llegados tu época de madurez, te has convertido en el hombre que supuestamente tienes que ser y tienes que replantearte todo. Porque esa masculinidad, que era la ganadora y la que te enseñaban de pequeño, incluida tu madre, tus profesoras y también nosotros mismos producíamos eso, de repente nos damos cuenta de que es como un cáncer. Y que modificando poquitas cosas cambias a mejor mucho. Era un reto hablar de ese punto, que cuando llegas a la madurez, te dicen que no vale. Que es del siglo pasado. Y toda la frustración que has pasado, o a lo mejor todo lo que has luchado contra tu sensibilidad o lo que sea, para ser como tenías que ser, ahora no vale. Yo quería escribir sobre esto y lo hice en “Cambia”, con un corrido, que son letras tradicionalmente de macho, de virilidad, y creo que ha quedado una pieza que me representa mucho. Y luego está “Nunca estoy”, que es otra forma de hablar de ello: el “beautiful loser” se ha apoderado del machoalfismo. Y estas canciones plasman la manera de ver una masculinidad y una feminidad de otra forma. Estoy bastante contento con el discurso. He tenido tiempo para planteármelo. Lo intenté hasta que funcionó.

-O sea, que se preocupó de antemano.

-Sí, pero de varias cosas, no solo de eso. Iba a ser un disco romántico, pero quería incluir una letra española como la de “Los Tontos” que fuese un alegato de la gente buena, de la rumba garrapatera,. Aquello de “búscate un novio que te quiera y que te tenga llenita la nevera”, pero en el tono, porque esa letra ahora mismo no se podría cantar... pero sí ese tono. De tratar de ser feliz, el “hakuna matata”. Y también esta canción como “Demasiadas mujeres” que hiciese de intro al disco, que sentase las líneas. También quería un tema que hable de que la fiesta no debe acabar nunca, con Andrés Calamaro. Había cosas que quería tratar y que se pareciese a las coplas antiguas. Porque si no, serían de amor romántico.

-Le reprocharán que todas las colaboraciones son todas masculinas...

-Con quien se ha podido. Pero vamos, que toda mi carrera ha sido con mujeres, creo que eso está fuera de duda. Todos mis grandes temas. Incluso otros que no son tan grandes. En este caso ha sido una casualidad, yo creo. Bueno, y el single es con La Húngara...

-¿Qué opina de lo que ha pasado con Pablo Hasel?

-Pienso lo mismo que Amnistía Internacional. Que en España hay un artículo del Código Penal que en vez de usarse para protegernos a todos se usa para coartar cierta difusión de información u opiniones que pueden ser más o menos reprobables, pero que el derecho internacional ya contempla una forma de evitar que la gente incite al terrorismo. Pero en España tenemos otra, dos artículos que hablan de eso. Uno que habla igual que el derecho internacional y otro que es el que se les juzga que dice otra cosa. Y ya es obvio que tiene que haber una reforma, ya se ha aceptado.

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