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Globos de Oro: una gala marcada por la COVID y la sombra de la compra de votos

Entre las medidas sanitarias que ha obligado a tomar la pandemia y la polémica con “Emily in Paris”, los Globos de Oro vuelven a centrar todas las miradas del Planeta Cine un año más
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La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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A pesar de haber despejado la duda hace unas semanas con el anuncio de una gala en dos sedes, para evitar los desplazamientos y las aglomeraciones, la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA, por sus siglas en inglés), se enfrenta a una 78ª. Edición de los Globos de Oro con dos grandes problemas en el horizonte: organizar una entrega de premios con la élite del cine estadounidense en mitad de la pandemia más grave del siglo y, por otra parte, las dudas que han surgido en las últimas semanas respecto a su sistema de votación, propenso a que productoras y distribuidoras puedan “tentar” a los miembros de su comité de elección con suculentos viajes, estancias en hoteles de lujo o, incluso, entrevistas en exclusiva a las que no pueden acceder otros medios.
Las cómicas Amy Poehler y Tina Fey, además de presentar la gala e intentar lidiar con los dos elefantes de la habitación, tendrán que hilar fino en una ceremonia con más ojos que nunca encima, ya que será la que abra la veda en la meca del cine en cuanto a macro-eventos de gala se refiere. En la madrugada del domingo 28 de febrero al lunes 1 de marzo, todo el planeta cine intentará tomar notas de lo que se puede y lo que no se puede hacer en las siguientes entregas de premios (Goya, Bafta, Cesar, Oscar, etc).
Distancia y seguridad sanitaria
Si bien las medidas sanitarias en California son bastante más laxas que las de Nueva York, estados ambos donde la HFPA ha optado por realizar la entrega de premios, todo hace pensar que ganará el ámbito más conservador: mascarillas, geles y distancias de seguridad intentarán contener cualquier posible brote.
Lo que no se ha terminado de aclarar desde la organización es cómo se desarrollará la propia entrega de los premios. En España, los Goya han optado por hacer llegar las estatuillas por correo a los premiados, pero solo después de la gala, sin permitir ese momento en lo inmediato ya que significaría tener “70 estatuillas dando vueltas por el mundo”, según el director de la Academia, Mariano Barroso. Lo más probable es que los Globos de Oro hayan optado por un sistema más tradicional, como los Premios Forqué, en los que al solo invitar a los nominados a la gala, se les puede entregar en mano el reconocimiento.
De todas formas, por muy atado o previsto que pueda parecer el sistema, no eran pocos los nominados que expresaban su inquietud respecto al tema en redes sociales. Claro está, es complicado que los elegidos para la Mejor Película en Habla No Inglesa acudan a la gala, por lo que es probable que dispongan de un Globo “falso” en las cercanías de su localización en caso de resultar ganadores. La magia de la televisión, suponemos.
Un proceso de votación turbulento
Hace apenas un mes, fueron varios los medios estadounidenses que criticaron con vehemencia la nominación de “Emily in Paris” (Netflix) entre las principales categorías de comedia. No en vano, muchos se hicieron eco erróneamente de la protesta de una supuesta guionista de la propia serie reclamando espacio para ficciones más “verdaderas” en lo que solo resultó ser la broma de una cómica. Lo que subyacía en la nominación de la serie de Netflix sobre una americana acomodada enseñándole Francia a los franceses y que tantas ampollas levantó allende los Pirineos, es un sistema de elección y votación bastante opaco.
Es tradición que los votantes de la HFPA, cronistas del Hollywood más añejo para el resto del mundo y en el que hay polémicas para el gusto de cada cual (racismo, acoso sexual, notarios que nunca existieron…), elijan a los premiados más en base a lo que pueden aportar en la alfombra roja que a su desempeño artístico. Lo que no pocos pasaron por alto es que este año, antes de que se iniciara un proceso de votación que se ha alargado hasta el mismo día de la gala (28 de febrero), la productora de “Emily in Paris” se llevara al grueso de la asociación a París a disfrutar de una semana de lujos a gastos pagados.
Sea como sea, parece complicado que, por la calidad de la serie frente a sus competidoras y por la propia polvareda que ha levantado el tema, la ficción se acabe haciendo con un premio que, una vez más, estará rodeado por la controversia.