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La actriz María Galiana

María Galiana: “A los viejos no se nos ha olvidado el sexo”

Vuelve a los escenarios en el Bellas Artes para representar con el “El abrazo” una historia sobre el amor en la tercera edad

Hay quien le llama “la abuela de España”, aunque no es, precisamente, el mote favorito de María Galiana. Ni de lejos. “Es un poco rollo”, dice esta sevillana que, en el 2000, cuando recibió el Goya por “Solas” a la mejor actriz de reparto, soñó con una larga carrera de películas. Sin embargo, lo que el destino le tenía preparado, ríe, era hacer carrera con Herminia en “Cuéntame”. Aun así, no todo es la televisión y, cuando esta se lo ha permitido, no ha dudado en dar el salto a otros lares.

De esta forma explica cómo empalma el rodaje en Ganga Producciones con el estreno teatral de “El abrazo”, una pieza de Christina Herrström (Suecia, 1959) que estrena en el Teatro Bellas Artes de Madrid bajo la dirección de Magüi Mira y con la compañía de Jesús Meseguer y Jean Cruz sobre el escenario. El primero, su ex amante; y el segundo, el hijo que nunca tuvo con este. “¡Y es negro!”, explica a carcajadas la intérprete.

Eso es lo que quiere Galiana, reírse y, sobre todo, hacer reír. “No hay que hacer que el espectador vea tus emociones, sino que se emocione a través de ti”, cuenta como si de una “coach” se tratase. Reconoce que son tiempos difíciles para la sonrisa, pero que hay que hacer por recuperarla. “Siempre ha habido mucho contraste entre el humor y el horror, pero todos los momentos difíciles tienen un punto de humor. Y lo digo yo, que se me ha muerto todo el mundo. Nos hemos perdido por ser demasiado políticamente correctos. Es como lo de no poder decir ‘negro’. Lo mismo yo trato mejor a una persona a la que llamo ‘negro’ o ‘negra’ que otra que no lo dice y no es capaz de tomarse un café con ella. Vivimos en un mundo con demasiada hipocresía y hay que reír”, sentencia. Es esa “doble moral” la que busca “El abrazo”: poner sobre las tablas la lucha “entre la generosidad y el yo, mi, me, conmigo”. Una batalla entre la necesidad de acoger a ese hijo que desearon en el pasado o quedarse con la vida consolidada y cómoda que tiene.

Es la trama de una pieza que Galiana aleja del género naturalista para englobarla en el del realismo mágico y surrealismo. “Jugamos con el subconsciente a través de unas pinceladas de humor porque no queremos caer en el melodrama”, cuenta haciendo bueno lo que Alicia Hermida le contaba en los inicios de “Cuéntame”: “Era nuestra ‘coach’, mía, que tenía poca experiencia, y de los niños, y nos decía ‘no lo ablandes’”, recuerda. Además, ella no necesita buscar un plus de emoción porque ya es suficientemente sensible, asegura. “Soy de las que se le caen las lágrimas cuando pasa una banda militar por la calle o ante la delicadeza de un nieto o un hijo”.

Continúa la veterana actriz apuntando que en la vida real no se ve en la piel de Rosa, el personaje de la función que comparte nombre con aquel de “Solas”: “Si aparece un señor por la puerta yo me tiro por la ventana. No entiendo a esas señoras que van a buscar novio a la televisión”. Y es que Galiana si es algo, ante todo, es independiente. Ella solo se ve en su casa. “En una residencia por nada del mundo”, zanja de estos “colegios internos en los que no se cultiva el individualismo” y sobre los que tiene “muy mala espina” de que la situación mejore tras la pandemia.

Una pandemia que, reconoce, no le da miedo ni nunca se lo ha dado, “quizá, por un poco de inconsciencia, pero es que tampoco hago ninguna cosa rara. Vivo sola desde que mi marido murió en 2008, no cojo el metro, no alterno, no hago vida social... y cuando toca trabajar todos tienen mucho cuidado y hacemos muchos test. Tengo la nariz que ya ha intimado con el palito”.

Con quien se entiende Galiana en la función es con Meseguer para abordar el amor en la tercera edad. Una pasión “muy diferente” a la de un veinteañero “porque hay una especial serenidad. Todo se impregna de ternura. Y la pasión también se tiene porque es una equivocación grande pensar que a los viejos se nos ha olvidado el sexo, el acercamiento carnal y el tacto del cuerpo, aunque esté arrugado. Es verdad que es de otra manera. No con el ansia ni con el sufrimiento mental de no ser correspondido. Y hablo en teoría, como si fuera una novelista, porque yo no lo conozco”, ríe pensando en un personaje, Rosa, que “cuando se encuentre con ese hombre se le tiene que poner el corazón a 90”.

  • Dónde: Teatro Bellas Artes, Madrid. Cuándo: desde el 26 de marzo. Cuánto: 24 y 28 euros.