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Lembata es el nombre de una remota isla de Indonesia en la que Doug Bock Clark vivió entre 2014 y 2017

Cuando las ballenas nos acercan a nuestros antepasados

El periodista Doug Bock Clark relata sus vivencias durante tres años con la tribu de Indonesia formada por los lamarelanos, que todavía subsiste gracias a la captura de estos animales y una práctica profundamente arraigada a creencias ancestrales

Lembata es el nombre de una remota isla de Indonesia en la que el periodista Doug Bock Clark vivió durante tres años, entre 2014 y 2017, con la tribu de los lamarelanos, que todavía subsiste gracias a la caza de la ballena. Capturan al mamífero dentado más grande del mundo con métodos tradicionales: arpones de bambú empuñados desde barcas de remos más pequeñas que las colosales ballenas a las que atrapan, una caza de subsistencia, ya que es el alimento principal de la tribu. La lucha contra el gran Leviatán, el esfuerzo coordinado de los cazadores y la tensión ante un accidente estimula la lectura desde las primeras páginas, cuando nos enfrentamos a un percance en el que un hombre debe elegir entre perder una pierna o que su familia tenga alimento durante varios meses.

La caza de las ballenas es para los nativos un método de supervivencia, pero está profundamente arraigada con creencias ancestrales, un fervor casi religioso que los conecta con los antepasados , a los que veneran y con los que se sienten profundamente vinculados en todos los actos de su vida cotidiana y, por supuesto, en las ceremonias religiosas. Si la caza es buena es porque sus antepasados han enviado a los cachalotes, que no son solo animales, sino «obsequios» para mantener fuerte el vínculo con los espíritus. Y si la caza de uno de ellos resulta difícil es porque quieren poner a prueba su valor o quizá se sienten ofendidos por alguna conducta, porque los lamarelanos están convencidos de que un animal nunca ataca a un hombre de corazón puro.Pero a veces la caza se complica aún más si se desencadena un tifón en el mar.

Leyendas y cosmogonía

Hay algo que los lamarelanos temen aún más que a la muerte y al dolor de dejar a unas viudas y unos huérfanos que tendrán un futuro muy incierto, les preocupa enormemente que sus familias no encuentren sus cuerpos para ofrecerles un funeral adecuado porque solo así se unirán a sus antepasados. Por eso también se celebra con rituales una caza afortunada, cuando los hombres vuelven a puerto con toneladas de carne convertidas en enormes filetes púrpura transportados en caparazones de tortuga, carne que se repartirá entre todos y se pondrá a secar para convertirla en la cecina con la que se alimentarán durante el tiempo que tarden en cazar otra ballena. Durante los años que vivió con la tribu el autor, que además de periodista es antropólogo, se sumergió en su cultura y su forma de vida, vivió como ellos y fue con los hombres de caza en las barcas, algo que nunca habían permitido antes a ningún extranjero y que muestra la forma en que se ganó el respeto y el aprecio de los lamarelanos.

Asimismo, investigó con minuciosidad su lenguaje, buscando las interesantes diferencias con el inglés y mostrando la distinta concepción de la existencia que subyace en esa lengua. También recrea sus leyendas y cosmogonía a partir de un volcán en erupción del que surgieron los espíritus de un hombre y el de una mujer que tuvieron siete hijos y se convirtieron en el Clan Wujong, los Señores de la Tierra. Clark convivió sobre todo con dos familias, la de Jon, cuya madre estaba marcada por haber tenido a su hijo con un hombre ajeno a la tribu, un recolector de las montañas, lo que la convierte en objeto de burla por parte del resto de lamarelanos, y con Frans, un carpintero de ribera y herrero cuyas puntas de arpón son consideradas las mejores de la tribu y que a la vez es un chamán sorprendentemente capaz de curar huesos rotos incluso desde la distancia. Sus plegarias curativas tenían tal fama que incluso le llamaban desde Yakarta para suplicar sus oraciones.

Triste desaparición

La odisea del autor con esta tribu es también una explícita llamada de atención sobre la desaparición inminente y progresiva de formas de vida ancestrales. Los buques de arrastre industriales explotan sus aguas, los jóvenes emigran buscando una salida más fácil y moderna, los empresarios y los activistas extranjeros intentan modificar sus formas de vida... Si los lamarelanos no encuentran una manera de solucionar estos problemas se convertirán desgraciadamente en una tribu más de todas las que han desaparecido durante los últimos siglos, de manera que se perderán todas esas formas de vida originales, identidades y, lo peor, no sabemos en qué acabaremos convirtiéndonos.

Para documentar su libro el autor acudió a todo tipo de fuentes, pero destaca la paciencia con la que los nativos respondieron a sus preguntas, cómo acabó convirtiéndose finalmente en miembro del clan y volvió de allí valorando precisamente lo poco que importan las identidades tribales con las que nos cargan al nacer cuando podemos llevar dentro «una miríada de posibilidades» y está a nuestro alcance apreciarlas todas. Como las hermosas palabras de este himno: «Rema con calma, rema tranquilo mientras las olas bañan la orilla. Sueña despierto, con calma, sueña despierto, tranquilo, en pleno tifón de la vida, en pleno tifón de la vida».