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Mapa interactivo de las 530 grandes compositoras olvidadas de la historia

Son mujeres esenciales de todas las partes del mundo, desde Europa, África, Asia y América de las que nadie se acuerda y cuyas composiciones, que pueden escucharse a través de enlaces, a veces han sobrevivido por suerte
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Todos sabemos quién es Mozart, Beethoven, Wagner, Bach, Verdi o Schubert. Pero, ¿sabrían decir algo de Corona Schöter? ¿O de Adreana Basile? ¿Y Nelly Uchendu? ¿Miriam Gideon? ¿Emma Martínez? ¿Kikuko Kanai? Ahora un mapa interactivo les dice quiénes son. La historia de la música ha estado protagonizada por hombres y mujeres, pero los primeros han salido beneficiados por razones en las que no merece la pena entretenerse. Existen casos excepcionales, como el de Clara Weick, una niña prodigio que tocaba el piano con una excelencia inaudita desde pequeña. Su talento fue reconocido por su padre, que la contemplaba como un prodigio y los ojos de un profesor admirado. Enseguida alcanzó cierto renombre en su época, se convirtió en una de las grandes pianistas del momento y resultó absolutamente innovadora cuando se atrevió a atacar piezas musicales sin partitura, lo que ninguno o muy pocos se habían atrevido a hacer. Su extraordinario don atrajo a Schumann, un alumno de su progenitor, que se enamoró de ella desde el principio. A pesar de los cambios de humor de él y de su paulatino pero irremediable deterioro psicológico, los dos tuvieron una larga y prolija descendencia: ocho hijos. No solo eso. Ella le ayudó en con su obra y las ayudó a difundir en conciertos. También tuvo una extraordinaria cercanía con otro de los prodigios del periodo: Brahms, con el que dicen que también compartió alguna que otra pasión.
Pero, ¿sólo existía ella? Parece ser que no, por supuesto. Ha habido grandes intérpretes y compositoras que han quedado silenciadas, olvidadas o apartadas. Y ahora, nunca mejor dicho, se las ha puesto en el mapa a través de una herramienta interactiva gratuita, con vocación pedagógica, que es accesible para todo el público, lo que no viene mal para aquellos que disfrutan de una chavalería que entretener en su casa: https://svmusicology.com/mapa/?lang=es&name=Kikuko%20Kanai. Para todos aquello adultos que son incapaces de recordar el nombre de dos o tres mujeres dedicadas a la música, esta es una web que ahonda en el pasado y aporta alrededor de 530 compositoras. Así que ya no existen excusas. Pero no se limita a eso, sino que va más lejos.
En el mapa aparecen todos los continentes y una fotografía sobre la ciudad, pueblo o región de cada una de estos talentos. Al pinchar sobre la fotografía de cada una de ellas, la imagen se abre y se puede acceder a una pequeña biografía, un enlace a wikipedia, una website en el caso de algunas de ellas sean contemporáneas y una lista de reproducción en Spotify para que los interesados puedan acceder a una lista de reproducción o a sus discos. También existen enlaces a Twitter o Facebook para ahondar en su conocimiento. Según declaró Sakira Ventura, creadora de esta iniciativa, al diario “The Guardian”: “No aparecen en los libros de historia musical, sus obras no se tocan en conciertos y su música no se graba”. Sobre el motivo de haber acotado la presencia masculina, ella misma contestó a este rotativo británico y le dijo: “Tengo que explicarles que si quieren saber sobre compositores masculinos, pueden abrir cualquier libro de historia de la música, ir a cualquier concierto o sintonizar cualquier emisora de radio, pero si estoy armando un mapa de compositoras, es porque estas mujeres no aparecen en ningún otro lugar”.
El mapa es casi un jugoso álbum de anécdotas y de descubrimientos. Pueden hallarse biografías sorprendentes y divertidas, como la de Natalia Janotha, que, como se cuenta en su ficha, fue una gran artista y una intrépida escaladora de montañas: “En 1885 se convirtió en la pianista de la Corte Imperial en Berlín. Se hizo conocida como alpinista, a veces con pantalones de hombre. En 1883 se convirtió en la primera mujer en ascender Gerlach, la montaña más alta de los Cárpatos”. También S. Elisabeth, duquesa de Brunswick-Lüneburg que “en 1628 se vio obligada a huir de la Guerra de lo Treinta años y a vivir en la corte de Kassel” y cuyas composiciones “han sobrevivido de forma anónima”.
En el pasado, muchas de ellas eran monjas. El motivo era sencillo. Dentro de los conventos podía recibir el aprendizaje musical que fuera de sus muros jamás encontrarían o sus familias no estarían dispuestas a darles. En clausura creció así el ingenio de Caterina Assandra, catalogada como “compositora y monja italiana. Recibió instrucción del maestro de la Catedral de Pavia, quien le dedicó una pieza en 1607. Su libro de motetes que sobrevive: Motetti à due e tre voci, op. 2 (1609)”. Otro de los problemas que existen para indagar en el pasado de estas creadoras es que muchas de sus obras se han extraviado o perdido. Es el caso de la italiana Maria Xaveria Perucona, también “monja y compositora”, aunque en este caso de “origen aristocrático” y de la que se “conserva su Sacri concerti de motetti a una, due tre e quattro voci, parte con Violini y parte senza (1675)”.

Compositoras españolas

En España también existen ejemplos, la mayoría de ellos muy recientes, con compositoras y con intérpretes que todavía están vivas. Pero también se recuerdan a aquellas que vivieron en el pasado, marcaron la pauta y abrieron el camino, como el de María de Pablos Cerezo, que fue “pianista, compositora española, pionera como directora de orquesta. Fue la primera mujer en presentarse a unas oposiciones de composición y ganar con tan solo 23 años”; Isabel Colbrán, que vivió entre el siglo XVIII y XIX, y que estaba “Considerada la mejor mezzosoprano y soprano dramático- coloratura de su tiempo, aunque aparentemente era una soprano sfogato. También fue compositora y dejó escritos 4 volúmenes de canciones”. Al lado de estos dos ejemplos destaca Rosita García Ascot, “exponente de la música de Manuel de Falla como concertista de piano, además de considerársele la última de sus discípulas”. Hay una mención también para Mª Luisa Vega Ritter, “una de las mejores alumnas de Tragó” que “con seis años ya destacaba en conciertos” y que, cuando se encontraba en Parías, esperando que le dieran un empleo, se suicidó.