William McKinley, el presidente de EE UU que murió (asesinado) por no usar los rayos-X
El anarquista Leon Czolgosz se acercó al mandatario en la Exposición Panamericana de 1901 y le disparó dos balas a quemarropa. Allí mismo se presentaba una máquina novedosa que podía encontrar un proyectil perdido en el interior del republicano, pero los doctores la descartaron
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La Exposición Panamericana de Búfalo de 1901 tenía todos los ingredientes para convertirse en una feria histórica. Entre otras, Tesla acababa de inventar la corriente alterna y desde ese momento se contaba con la capacidad de transmitir electricidad a distancias lejanas, lo que permitió a los diseñadores iluminar el evento usando energía generada a 40 kilómetros de distancia. Ni más ni menos que en las cataratas del Niágara, donde, por cierto, estaba planificada de inicio la muestra, pero el estallido de la Guerra hispano-estadounidense de 1898 terminó con esos planes. Búfalo presentó su candidatura y se lo llevó.
Además del avance eléctrico de Tesla, la cita tenía otra presentación importante, como ha demostrado el paso de la Historia: la máquina de rayos-x, aunque su papel clave (o no) en este capítulo viene más adelante.
Un evento de esta magnitud contaba, por supuesto, con todo tipo de ilustres visitantes, como, ni más ni menos, el presidente del país, el señor William McKinley. Y otros asistentes algo menos deseables, como el anarquista Leon Czolgosz, que había quedado con el primero, aunque el mandatario no lo supiera.
El matrimonio McKinley llegó el 5 de septiembre a Búfalo para que él pronunciara un discurso sobre el comercio exterior. Pero el nudo del aniversario llegó al día siguiente, hace hoy 120 años, cuando McKinley visitaba el Templo de la Música. Allí comenzó a saludar a las personas que se le acercaban, entre ellas, Czolgosz. En su mano derecha, el asaltante llevaba un pañuelo que no llamó la atención de la seguridad. Sin embargo, no hubiera estado de más un pelín más de prudencia a la hora de saludar a las masas. Lo que el pañuelo del anarquista tapaba era un revólver con el que, a las 16:07, disparó al presidente. Pam, pam. Dos disparos. Uno en el hombro, el primero; y otro mucho más perjudicial para su salud: tocó el estómago, el colon, un riñón y se quedó alojado en los interiores de McKinley.
Este diagnóstico hizo que el primero de los proyectiles se retirara con relativa facilidad, pero no se corrió la misma suerte con el segundo. No se encontró y se decidió que, quizá, era peor el remedio que la enfermedad. Por lo que la bala se quedó dentro de su nuevo dueño.
Por su parte, Czolgosz no logró escapar fue sometido a un juicio sumario por medio de un gran jurado. Ocho horas de un proceso que lo condenó a morir en la silla eléctrica el 29 de octubre en la prisión federal ubicada en la localidad de Auburn, en el estado de Nueva York. Antes de irse para siempre, el asesino se vino arriba: “Yo maté al presidente porque era un enemigo de la gente buena, los buenos trabajadores. No siento remordimiento por mi crimen”.
Pero, de vuelta al herido, en la misma feria se tenía un aparato clave en la búsqueda de esa bala perdida: la mismísima máquina de rayos-X. Un artilugio que resultó ser demasiado novedoso para los doctores, reacios a su utilización dado que desconocían los posibles efectos secundarios. Además, y a pesar de que muchos de los edificios de la feria contaban con luz eléctrica, la sala de operaciones del hospital carecía de ella por lo que la leyenda cuenta que los médicos se vieron obligados a utilizar cacerolas a modo de espejo para reflejar la luz del sol y así poder curar las heridas del presidente.
La evolución de McKinley en los días posteriores al asalto parecía buena y los doctores creyeron que de verdad se recuperaría. Una semana pasó en la residencia del director de la exposición. Hasta que en la mañana del 12 de septiembre, recibió los primeros alimentos por vía oral. Se sentía bien. Sin embargo, solo fue un espejismo. Esa misma tarde, su estado de salud empeoró y entró en choque. A las 02:15 horas de la mañana del día 14 falleció debido a la gangrena.