Shakespeare y Cervantes murieron el 23 de abril... aunque con 11 días de diferencia
Las diferencias religiosas entre la Corona española y la británica, provocaron que ambas potencias utilizasen diferentes calendarios durante varios siglos
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Este sábado, 23 de abril, se celebra el Día del Libro. Esta fecha se eligió para conmemorar el fallecimiento de William Shakespeare y de Miguel de Cervantes... dos de los máximos referentes de la literatura universal. Lo curioso de esta efeméride es que, a pesar de que la muerte de ambos escritores quedó registrada el 23 de abril del año 1616, ninguno de los autores murió realmente ese día. Y no se debe a ningún error.
Lo que sucedió realmente es que el autor del Quijote murió el día 22 de abril del año 1616; pero su fallecimiento quedó registrado el 23, porque es cuando fue enterrado. El autor de Romeo y Julieta -por su parte- sí que falleció el 23 de abril de 1616; pero según el calendario juliano, que es el que se utilizaba en aquel momento en Inglaterra.
Si la fecha de su muerte hubiese quedado registrada según el calendario gregoriano (que es es el que se utilizó para apuntar el fallecimiento de Cervantes), entonces su óbito habría sido el 3 de mayo... y no el 23 de abril. Es decir, que -en realidad- Shakespeare murió 11 días más tarde que Cervantes.
¿A qué se debe el desfase?
En el año 1582, el Papa Gregorio XIII decretó la sustitución definitiva del calendario juliano, por una nueva forma de contabilizar el paso del tiempo que corrigiese algunas inexactitudes astronómicas que venía arrastrando el calendario impuesto por Julio César en el año 46 a.C. A este nuevo calendario se le conoció como calendario cristiano o como calendario occidental, aunque su nombre más común es el de “calendario gregoriano” (en referencia al Papa que lo sancionó).
Los astrónomos de la Universidad de Salamanca realizaron dos estudios (uno en 1515 y otro en 1578), en los que se postulaba que el calendario juliano malinterpretaba levemente la duración del movimiento de traslación de la Tierra. Ese error había derivado en que al calendario juliano contabilizase un año en 365,25 días, cuando -en realidad- duraba 365,2425 días.
Puede parecer un desfase mínimo o -incluso- despreciable. Pero con el paso del tiempo, esta inexactitud había desviado 10 días la celebración del Día de Pascua. Esta efeméride se estableció en el Concilio de Nicea (año 325) para que coincidiese con el domingo siguiente al plenilunio posterior al equinoccio de Primavera del Hemisferio Norte... y aquel año 325 había caído en 21 de marzo. Sin embargo, en el 1582 -momento de la aprobación del calendario gregoriano- el error acumulado había desplazado la Pascua 10 días.
Una vez quedó claro que el orden instaurado por el calendario juliano era impreciso, se decidió que después del jueves, 4 de octubre de 1582, se pasase al viernes, 15 de octubre de 1582. De esta forma, en el paso del juliano al gregoriano desaparecieron 10 días del calendario.
La reforma se adoptó de forma inmediata en los dominios de la Monarquía Hispánica (que en aquel momento incluían también los de la Corona de Portugal). Sin embargo, otros países se resistieron a aceptar la autoridad del Papa y tardaron muchos años en implantarlo. Este es el caso de Inglaterra, que no fue hasta el año 1752 cuando se decidió a adoptar el calendario gregoriano definitivamente.
En resumen, cuando fallecieron Miguel de Cervantes y William Shakespeare, existía una diferencia entre la católica España y la anglicana Inglaterra; lo que llevó a que ambos obituarios se registrasen en el mismo día... a pesar de que habían tenido lugar con varios días de diferencia.