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Cine

Los maledicentes inicios de Gru, el villano favorito de Florentino Fernández

La quinta entrega de la saga de animación por excelencia protagonizada por los seres amarillos más internacionales del planeta aterriza en las salas a modo de precuela con “Minions: el origen de Gru”

El joven Gru acompañado de sus fieles compañeros de aventuras: los Minions
El joven Gru acompañado de sus fieles compañeros de aventuras: los MinionsIllumination Entertainment & Universal PicturesIlumination Entertainment

Hablan en un atropellado idioma raquídeo y marciano, acelerado, loco, extrañamente divertido. Un lenguaje articulado por vértebras idiomáticas distintas y entonado de manera desquiciante y expansiva, como cuando muchos globos pierden aire al mismo tiempo. Se permiten la licencia de mezclar coreano, español, italiano, filipino e incluso japonés hasta provocar que expresiones casi onomatopéyicas como “poopaye”, “tatata bala tu”, “luk at tu”, “tank yu” o “bi-do”, adquieran algún tipo de significado que, inicialmente parece encriptado por la imprecisión de la pronunciación rara que manejan pero tarda poco en volverse reconocible o al menos, interpretable, como consecuencia infantiloide de la adorabilidad y concisión de sus gestos. Los Minions utilizan una suerte de comunicación cósmica para expresarse, en eso estamos de acuerdo, pero les entiende todo el mundo.

Desde que hace doce años irrumpieran en el universo de la animación de la mano de la cinta “Gru, mi villano favorito”, estos pequeños seres amarillos con forma de tubérculo cuya forma remite a los dosmileros Tico Tacos (aquellos juguetes con forma de píldora que contenían una bola de mercurio en su interior y se movían en función de ella) se han convertido en iconos internacionales del caos, el entretenimiento y la recaudación: cabe recordar que las cuatro entregas de la saga han conseguido hasta el momento una taquilla superior a los 3.700 millones de dólares en todo el mundo, llegando a destronar en su momento a sagas de animación significativamente populares como “Shrek”, con Dreamworks a los mandos, cuyas cuatro entregas se mantuvieron en una cosecha de 3.510 millones.

Una escena de Otto en "Minions: el origen de Gru"
Una escena de Otto en "Minions: el origen de Gru"UniversalUniversal

Con el objetivo de dinamitar las cifras pero también de prolongar los hilos de los sueños de los niños, el binomio Universal-Ilumination Entertainment se adentra ahora con una quinta propuesta, “Minions: el origen de Gru”, en la gestación inicial de la vocación por el mal de este archivillano que desarrolla parte de su niñez en las tumultuosas calles setenteras de San Francisco. Imbuido por la música disco, la psicodelia efervescente de las calles y los clubs y los movimientos sincopados de los pantalones campana –distinción estética propia del contexto que no le impide desmarcarse y optar por el uniforme neutro de camiseta y pantalón estrecho coronado con esa bufanda a rayas atemporal y ciertamente grimosa que ya no se quitará hasta quedarse calvo– el joven Gru, curtido “empresarialmente” -pese a contar solo con apenas once años- en la cultura appleniana del garaje (lugar en el que tiene reclutado a todo el equipo fiel de Minions, los cuales dirigen de manera reverencial a él como “mini jefe”) como catapulta iniciática hacia la cumbre de la ponzoña y la travesura se muestra deseoso de formar parte de un clan de villanos. A saber: “Los salvajes seis”, un grupo encabezado por Donna Disco –una suerte de Donna Summer actualizada con superpoderes y experta en huir de los “buenos”–, que actúa como máximo exponente de las virtudes de la vileza y por el que el muchachito de nariz aguileña profesa una gran admiración, especialmente por la figura de Nudillos Salvajes, ex líder veterano al que los villanos traicionan y dan por muerto después de su última misión robando un collar sagrado en un enclave selvático.

Encargado de poner la voz a este popular malhechor por cuarta vez consecutiva, admite Florentino Fernández en entrevista con LA RAZÓN que pese a que “ha pasado ya un año y medio desde que la doblé, ayer fui a ver la película por primera vez y de repente pensé “joder es verdad, si ese es el registro que le puse”, pero la verdad es que me sorprendió para bien. Vi una voz muy pegada al personaje y la verdad es que me gustó mucho”. Para Mónica Naranjo en cambio, obviando que de oído, fraseos melódicos y proyección vocal parece entender bastante, ha sido la primera vez que se ha enfrentado al reto de un doblaje de animación (Donna Disco en este caso), algo que asegura “tenía claro que quería hacer antes de morirme y me hacía particular ilusión” y coincide con Fernández en la necesidad de aislar la experiencia de la persona: “En ningún momento pienso que soy yo la que está poniendo la voz, te abstraes, en mi caso simplemente disfruto con Donna Disco. Tienes que pararte a pensar que has estado dos días doblando eso, lo vives como algo externo y es precioso poder hacerlo”.

Animación inclusiva

Con la reciente y escandalosa polémica generada tras el estreno de “Lightyear” y la oleada de críticas que el beso lésbico de la discordia entre dos personajes femeninos desató entre los progenitores más carpetovetónicos temerosos de un posible “contagio homosexual” entre sus hijos todavía caliente, preguntamos a ambos por la notable inclusión de arquetipos diversos y realidades distintas en las cintas destinadas a un público eminentemente infantil (en la película de Gru observamos por ejemplo cómo la líder del grupo de los malos, lejos de identificarse con el prototipo de hombre de acción esquizofrénico y testosterónico, amante de la fuerza y la destrucción al estilo Síndrome de “Los Increíbles”, es una mujer negra, cruel, divertida, estilosa, amante de la música disco y dinámica).

Un escena de "Minions: el origen de Gru"
Un escena de "Minions: el origen de Gru"Ilumination EntertainmentIlumination Entertainment

“Yo cuando voy a ver una película de animación, voy a ver una película de animación. Ni me centro en que sea inclusiva, ni en el tipo de personajes que aparecen. No nos centramos en lo realmente importante, que en este caso es la película. Yo cuando he visto a Gru o cualquier tipo de proyecto de Pixar, de Ilumination o de lo que sea, que hay muchísimas y son todas fantásticas no me paro a pensar “ah pues mira esto hace unos años era impensable que apareciese”. Pensamos demasiado y no disfrutamos”, reivindica Naranjo antes de que el humorista apostille: “Sobre todo porque este tipo de películas piden que se disfrute el momento ¿no? que lo vivas. No que te pongas a pensar “han puesto negra a Donna ¡porque resulta que es negra!”. Lo bonito es abstraerte de los mensajes ocultos que pueda haber, entre otras cosas porque las productoras que hacen posible estas películas las hacen también para sus familias, para sus amigos… me cuesta creer que nadie quiera ofender a nadie. Las polémicas siempre están ahí y por supuesto la gente puede opinar lo que considere, pero también te digo, si no te gusta no lo veas. Así de sencillo”, sentencia Fernández sobre una realidad que, en cualquier caso, no intoxica a criaturas reacias al fracaso como los Minions, cuya singularidad identitaria, lejos de ser un problema, resulta ser un reclamo efectivo para que queramos hablar como ellos, pensar que existen, mirar el mundo a través de las gafas de Otto, formar parte de su engranaje absurdo. Aunque a veces, nos cueste entenderles.